Un enfoque integral en el tratamiento del síndrome del intestino irritable

Un enfoque integral en el tratamiento del síndrome del intestino irritable

(Tiempo de lectura 11 minutos)

“¿Por qué me recomiendas ir al psicólogo? No tengo ningún problema mental… es físico… Mis molestias y dolores abdominales no creo que se arreglen con Psicología… Me han diagnosticado síndrome del intestino irritable, no un trastorno psicológico.”

Cuando escuché esta afirmación, estaba con un grupo de amigos. Aprecié por el tono y la rotundidad de la frase, dos creencias, primera, que sólo se acude al psicólogo cuando se tiene un trastorno psicológico –recomendarlo supone, en alguna medida, atribuir a la otra persona algún trastorno o patología–, y segunda, que lo físico y lo mental no tienen ninguna relación, como si entre ambos “mundos” hubiera una frontera evidente.

En relación a la primera cuestión, la Psicología es una ciencia que, por supuesto, tiene entre sus ámbitos de aplicación, el estudio y tratamiento de los trastornos psicológicos. Pero cada vez más, prevenir y potenciar la Salud Emocional, en su más amplia expresión, es también un objetivo esencial de nuestra disciplina científica. El conocimiento de las emociones y la adquisición de recursos y habilidades para gestionarlas, son objetivos, que cada vez más personas se proponen, sin tener ninguna patología, sino una natural aspiración de ser más felices. Y acuden a las psicólogas y psicólogos para conocer, comprender y adquirir competencias que faciliten alcanzar esa meta.

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En cuanto a la segunda cuestión, la relación entre cuerpo y mente, mi respuesta es… este artículo. En él voy a hablaros de una enfermedad en la que se manifiesta esta íntima relación entre las emociones y la salud, y explicar cómo interviene la Psicología en su tratamiento. Hablamos de aspectos psicológicos en el síndrome del intestino irritable.

Influencia de las emociones en la salud física

A pesar de que nuestro acervo popular está repleto de expresiones y dichos que hablan de la relación entre las emociones y nuestro cuerpo: “Me temblaban las piernas” “Tenía el estómago encogido” “Me sentía tan bien que de pronto desaparecieron todos los síntomas” “Cuando estoy ‘de bajón’ me pillan todas las enfermedades”…; no somos conscientes de la relevancia que tienen los factores psicológicos y emocionales en el origen y evolución de las enfermedades físicas.

En la actualidad, cada vez más estudios e investigaciones añaden nuevas evidencias científicas sobre la influencia de la salud emocional y psicológica en nuestra biología. Pero esta no es ni mucho menos una idea reciente.

El ser humano “enferma o se cura, en su conjunto”. Así lo sostenían civilizaciones tan antiguas como la india o la china, o figuras del conocimiento como Platón o Hipócrates en la antigua Grecia.

En toda enfermedad coexisten factores no sólo orgánicos sino también emocionales, psicológicos, incluso sociales.

Un autor muy relevante en este campo, Antonio Damasio –investigador y profesor de psicología, neurociencias y neurobiología– afirmaba que “alteraciones emocionales, incluso leves, podrían influir en nuestra salud”. A este nuevo paradigma científico que tiene en cuenta no sólo la parte física del ser humano sino también la psicológica y la emocional, se le ha denominado Medicina Psicosomática.

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Gracias a los avances de las investigaciones en este campo, hoy en día podemos afirmar que las emociones afectan a nuestro cuerpo. Es más, se ha demostrado que reacciones emocionales intensas y mantenidas en el tiempo desencadenan niveles elevados de activación fisiológica –mecanismos biológicos como la segregación de determinadas hormonas, el aumento de la frecuencia cardíaca o la respiratoria, la elevación de la presión sanguínea, el incremento de los niveles de colesterol y triglicéridos o la reducción del número de linfocitos, entre otros– que implican un deterioro de la salud física.

Además, gran parte de la literatura científica sobre el estrés se está centrando en la relación entre los sucesos vitales estresantes positivos o negativos –separación, muerte de un familiar cercano, matrimonio, nacimiento de hijos…– y el desarrollo de problemas de salud física.

En este proceso es clave la cronicidad de los síntomas y el modo en el que afecta a nuestra vida. Cuando sentimos estrés, ansiedad, tristeza o preocupaciones muy intensas, durante largos periodos de tiempo, podemos llegar a modificar nuestros hábitos vitales, que dejan de ser saludables: descuidamos nuestra alimentación, abandonamos el ejercicio o iniciamos o incrementamos adicciones como el tabaco o el alcohol, circunstancias que realimentan y agravan la situación y producen un estado físico que consolida el malestar, haciéndonos pensar que ya es demasiado tarde para cambiarlo o que es demasiado difícil.

De igual modo el círculo de malestar puede funcionar en la otra dirección, es decir, un estado físico delicado, debido, por ejemplo, a enfermedades crónicas, genera un proceso emocional en el que se incrementan emociones como la tristeza, la ira o la ansiedad, y que afectan y realimentan el malestar físico, y de nuevo nos lleva a pensar en que no hay solución posible.

Pero hay un “lugar” por el que podemos “romper” este círculo de malestar.

Realizar una buena gestión emocional nos va a permitir identificar nuestras emociones, reconocer su origen, comprenderlas y aceptarlas, y a partir de ahí regularlas y aprovechar el proceso para iniciar cambios, introducir hábitos que mejoren la situación, buscar y aplicar soluciones, manejando de un modo más eficaz nuestros síntomas físicos. En definitiva, evolucionar desde un círculo de malestar “inmóvil”, a un camino que se dirija hacia al bienestar, al mejor bienestar que podríamos tener, aun conviviendo con una enfermedad.

La gestión emocional frente a enfermedades crónicas es una vía que merece la pena explorar.

Aparato Digestivo, emociones y afrontamiento en el síndrome del intestino irritable

Síntomas del síndrome del intestino irritable

Algunas de las más recientes investigaciones se han centrado en la relación entre los trastornos del sistema gastrointestinal y las variables psicológicas. Datos recientes estiman que el 60% de los trastornos relacionados con el sistema intestinal podrían tener en su origen factores psicológicos o emocionales, es decir, más de la mitad de los casos atendidos por profesionales del aparato digestivo, se cree que tienen un origen funcional.

“La definición de enfermedad funcional se refiere a los trastornos físicos cuyos signos y síntomas son propios de una alteración o enfermedad orgánica, pero que si se hace una exploración profunda no se descubre ningún rastro de existencia de alguna anomalía estructural o física que la pueda estar causando”.

Aunque ya a finales del siglo XIX se hablaba de la relación entre las enfermedades del intestino, la personalidad y el estrés, no es hasta 1950 cuando Alexander, F. aborda por primera vez la relación entre las variables psicológicas del paciente y su funcionamiento digestivo.

En los últimos años, numerosos estudios han puesto el foco en el efecto que puede tener el estrés sobre la función digestiva. Algunos estudios indican que los síntomas y trastornos psicológicos son factores de riesgo para la dispepsia funcional –Schurman, Singh, Singh, Neilan, & Friesen, 2010; Van Oudenhove & Tack, 2009– y viceversa –Jones, Sharp, & Crowell, 2005–.

Una enfermedad que tiene una elevada incidencia y que centra gran parte de las investigaciones con esta perspectiva interdisciplinaria, es el síndrome del intestino irritable.

Esta enfermedad consiste en una alteración del hábito intestinal (estreñimiento, diarrea o ambos alternativamente) y presencia de dolor abdominal, sin causa orgánica o mecanismo fisiopatológico que lo justifique por completo.

Se estima que la padecen entre el 8 y el 22% de la población –aumentando significativamente en estas últimas dos décadas–; y suele aparecer entre los 20 y los 40 años, afectando en mayor medida a mujeres.

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En la mayoría de las ocasiones, el tratamiento médico y farmacológico obtienen escasos resultados, por lo que parece necesario proceder desde un abordaje donde se ofrezca al paciente una respuesta integral, en la que se incluyan los cuidados psicológicos y emocionales.

Es frecuente escuchar que los pacientes con síndrome del intestino irritable u otros trastornos digestivos, empeoran sus síntomas durante situaciones o periodos de estrés. El estrés y la ansiedad afectan a la sensibilidad visceral, los movimientos del intestino, la permeabilidad intestinal, el tono y las respuestas de adaptación del intestino. Esto a su vez suele conllevar que el paciente esté en un estado de alarma o hipervigilancia hacia sus señales corporales, lo que le lleva a centrar toda su atención en estas zonas de su cuerpo, haciendo que los síntomas físicos se noten con mayor intensidad.

Cuando los síntomas están activos, los pacientes tienden a hacer cambios en sus hábitos: alimentación, sueño, disminución de sus actividades cotidianas –ocio, socialización, trabajo, relaciones sexuales…–, afectando no sólo a la vivencia de la enfermedad sino también a la calidad de vida, perpetuando el círculo de malestar del que hablábamos antes y haciendo que la experiencia de la enfermedad sea más negativa.

La gestión emocional en el tratamiento del síndrome del intestino irritable

La experiencia de una enfermedad como el síndrome del intestino irritable está muy determinada por los aspectos emocionales. Ante los síntomas físicos las respuestas más frecuentes son:

  • Expresión emocional: ansiedad, ira, rabia, frustración, tristeza, desmotivación…
  • Alteración de hábitos. Respuesta evitativa en el afrontamiento: abandono de actividades gratificantes, aislamiento social, descuido de aspectos como la alimentación, los ritmos de sueño, el ejercicio físico…
  • Aumento de la rumiación o pensamientos obsesivos e improductivos, donde los síntomas son interpretados y valorados, se hacen vaticinios terribles –derivar en enfermedades más graves–. ¿Qué pienso sobre mis síntomas? Si pienso que no podré sobrellevarlos, si tengo una actitud catastrofista, o interpreto que esto es el origen de una enfermedad aun más grave, se incrementará el malestar, este incremento refuerza y avala las ideas catastrofistas –profecía autocumplida– y alimenta el mecanismo circular.

El círculo de los síntomas del síndrome del intestino irritable ¿Cómo romperlo?

Círculo de síntomas del síndrome del intestino irritable

Un mecanismo como el que hemos explicado, en una enfermedad como el síndrome del intestino irritable, puede hacernos creer que no tenemos ninguna salida, que no hay solución. Los síntomas físicos están ahí, son reales… ¿qué podemos hacer?

¿No crees que podemos intentar una nueva estrategia? Ya hemos explicado la relación entre las emociones y nuestro cuerpo ¿por qué no darle una oportunidad a la gestión emocional?

Ante la experiencia de una enfermedad como el síndrome del intestino irritable, podemos aprender y poner en práctica un nueva estrategia, otra forma para manejar los factores que influyen en esa experiencia. El objetivo es conseguir que los síntomas físicos se perciban de un modo diferentes, incluso, que en ocasiones pasen a un segundo plano, se trasladen a una dimensión diferente en nuestra vida.

Y en este objetivo la gestión emocional es la pieza angular: cómo percibes, identificas y regulas tus emociones, como piensas y qué acciones pones en marcha –cómo actúas– puede lograr que cambie tu experiencia de la enfermedad.

Tratamiento del síndrome del intestino irritable desde la Psicología

Biología y Psicología en el síndrome del intestino irritable

Área Humana, potencia y desarrolla el ámbito de las Emociones y la Salud. Referencias valiosas en esta dirección son las distintas investigaciones y proyectos, como el «Proyecto Emociones y Salud» dirigido por Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid y la Sociedad para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) cuya Comisión de Emociones y Salud tiene en la coordinación a Julia Vidal, directora del Área Clínica de nuestro Centro; y en el que han participado especialistas de Psicología y Medicina.

Infografía síndrome del intestino irritable

(clic para ampliar)

Uno de los programas de nuestro Centro, fruto de este desarrollo, es el «Programa de Tratamiento Psicológico para el Síndrome del Intestino Irritable» que se fundamenta sobre las técnicas de terapia cognitivo conductual que han demostrado empíricamente la máxima eficacia.

El programa consiste en estimular el aprendizaje para dotar a las personas de recursos y estrategias psicológicas que mejoren su gestión emocional, el auto cuidado y las habilidades de afrontamiento. En definitiva, promover una mejora continuada de la calidad de vida de las personas con esta enfermedad.

Adaptación y control: Claves en el tratamiento psicológico del síndrome del intestino irritable

Hay 2 términos que bien podrían resumir los objetivos de nuestro Programa de Psicología Clínica en el tratamiento del Intestino Irritable: adaptación y control.

  1. Adaptación: Adaptarse no significa no cambiar nada, no es inmovilidad, sino que implica buscar activamente aquellas estrategias que permitan reducir el malestar generado por los síntomas, minimizar las consecuencias adversas de la enfermedad y mejorar la calidad de vida.
  2. Control. El objetivo es que el paciente controle la enfermedad y no que ella determine y condicione toda su vida. Recuperar el control percibido también significa adquirir autoconfianza para tener una respuesta activa de afrontamiento.

La enfermedad es parte de la vida de la persona, pero no es toda la persona.

'En enfermedades como el síndrome del intestino irritable hay que comprender que la enfermedad es parte de la vida de la persona, pero no es toda la persona' Raquel Rivero, psicóloga clínica, experta en Emociones y Salud. Clic para tuitear

Cuerpo y Mente o la Salud Integral

En las sesiones, cuando aplico con mis pacientes el programa clínico en el síndrome del intestino irritable, me gusta recurrir a una imagen: es una estrella de siete vértices, a la que llamo el «Heptágono Vital». Con esta imagen quiero representar la “multiplicidad” de la persona, la importancia de comprendernos de un modo integral, donde todas las áreas son esenciales. Donde el bienestar de la persona es equilibrio, es sintonía, es unidad… sencillez en la complejidad.

¿Conoces los programas de Psicología Clínica en el tratamiento del síndrome del intestino irritable? La psicóloga clínica nos explica los objetivos y la eficacia de estos tratamientos Clic para tuitear

Autora

Psicóloga Madrid Raquel RiveroRaquel Rivero

Psicóloga Clínica. Especialista en Psicología Clínica y de la Salud.


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