El origen del Trastorno Obsesivo Compulsivo son las obsesiones: pensamientos, ideas, impulsos o imágenes que se reiteran y persisten y que se viven como intrusivas e inapropiadas por la persona que las experimenta, causándole malestar, incluso ansiedad y angustia.

Trastorno obsesivo compulsivo


La persona con obsesiones trata generalmente de ignorar o suprimir esos pensamientos o impulsos, en ocasiones mediante otros pensamientos o acciones denominadas compulsiones. Este mecanismo de obsesión-compulsión es la base del Trastorno Obsesivo Compulsivo.

Debemos no obstante diferenciar entre rasgos obsesivo-compulsivos y síntomas obsesivo-compulsivos. Hay estudios que indican que casi todas las personas tenemos uno o dos rituales que forman parte de nuestras rutinas diarias, que de algún modo repetimos con cierta continuidad. La clave es si estos «rituales» son o no deseados. El grado o intensidad y la frecuencia con la que se producen estos pensamientos y acciones, y la ansiedad que generan –por ser no deseados, pero inevitables–, determinará si estamos ante un Trastorno Obsesivo Compulsivo o sólo ante una tendencia o rasgo de conducta que está dentro de lo normal.

El trastorno obsesivo compulsivo, las obsesiones en general, son un problema cuando interfieren en la vida de las personas, obstaculizan las rutinas normales de quien las sufre, su trabajo, sus actividades sociales y familiares, ya que distraen y resultan ineficaces al no permitir concentrarse en los verdaderos objetivos personales y profesionales.

Los casos de obsesiones que con más frecuencia tratamos en Psicólogos Madrid Centro Área Humana son: el trastorno obsesivo compulsivo, el perfeccionismo, la obsesión por la comida, la obsesión por el sexo y la obsesión por el juego.


Trastorno Obsesivo Compulsivo

El Trastorno Obsesivo Compulsivo se manifiesta por la presencia de obsesiones, que son pensamientos, impulsos o imágenes que no se quieren tener, y que se suelen considerar irracionales o exagerados.

La persona que tiene la obsesión trata de neutralizarla mediante pensamientos o actos denominados compulsiones. Por ejemplo, podríamos tener dudas –obsesión– de si hemos cerrado la puerta de nuestra casa estando ya en una cena con nuestra pareja, y vernos obligados a volver –compulsión– aunque nuestra pareja insista en que nos ha visto claramente cerrar la puerta.

Las compulsiones llevan a la persona a un malestar general, a un deterioro de su vida cotidiana o a perder tiempo de forma significativa, ya que al ser comportamientos –lavado de manos, ordenar objetos, comprobaciones reiterativas– o pensamientos –rezar, contar, repetir palabras en silencio– recurrentes que tienen la finalidad de aliviar el malestar, ocupan mucho tiempo de su vida y de su pensamiento, interfiriendo en su labor ocupacional, actividades sociales o sus relaciones de amistad o familiares.

Algunas señales que pueden indicar síntomas de un Trastorno Obsesivo Compulsivo:

  1. Pasar largos períodos de tiempo a solas sin ningún motivo.
  2. Hacer una y otra vez la misma acción: conducta repetitiva.
  3. Hacer constantes preguntas para calmar la necesidad de reafirmación.
  4. Dedicar más tiempo del normal a tareas sencillas.
  5. Retrasarse siempre o de un modo muy reiterado.
  6. Excesiva preocupación por detalles sin importancia o insignificantes.
  7. Reaccionar de un modo extremo antes cosas sin importancia.
  8. Ser incapaz de dormir bien.
  9. Quedarse hasta muy tarde levantado acabando cosas que hacer.
  10. Cambios importantes en los hábitos alimentarios.
  11. Ver la vida como una constante lucha agotadora.
  12. Conductas evitativas.

Perfeccionismo

Cuando nos piden que digamos algún defecto nuestro, en una entrevista de trabajo solemos decir que somos “perfeccionistas” y es que tiene estas dos vertientes de cualidad y/o defecto: perfeccionismo adaptativo y desadaptativo.

El Perfeccionismo adaptativo incluye unos ideales personales altos pero realistas, donde prima la organización siempre que se pueda, y el afán de superación.

El Perfeccionismo inadaptativo incluye unos ideales personales irreales o excesivamente exigentes, con gran preocupación por los errores y que cuando no se consiguen generan malestar. Se asocia con estilos de apego inseguros y depresión.

Este perfeccionismo “malo”, conlleva una baja aceptación personal, preocupación por obtener la aprobación de los demás y evitar su desaprobación. Hay dificultad para aceptarse a sí mismo y en ocasiones puede suponer dificultad para aceptar a los otros.

Algunas investigaciones relacionan el perfeccionismo con problemas de salud: síndrome de intestino irritable, problemas de disfunción eréctil, dolor de cabeza, colitis ulcerosa, dolor abdominal en niños y niñas, etc.

Dimensiones del perfeccionismo

  • Orientado hacia uno mismo. Centrado en sus metas y autoexigencias personales.
  • Orientado hacia los demás. Centrado en las capacidades de los demás. Genera malestar y critica excesiva a los demás.
  • Perfeccionismo social. Percepción de que únicamente seremos aceptados si cumplimos las expectativas (irreales) de perfeccionismo supuestamente impuestos por los demás. Genera problemas emocionales.

Existe evidencia científica que demuestra que el perfeccionismo se puede medir de acuerdo con las siguientes dimensiones (Frost et al., 1990):

  • Excesiva preocupación por los errores.
  • Duda en cuanto a pautas de actuación.
  • Elevados estándares personales.
  • Altas expectativas por parte de los padres.
  • Excesivo criticismo parental.
  • Necesidad de mantener un orden y organización.

También puede evaluarse según las siguientes orientaciones (Hewitt y Flett, 1991):

  • Perfeccionismo orientado hacia uno mismo.
  • Perfeccionismo orientado hacia los demás.
  • Perfeccionismo socialmente prescrito.

Hay mucha evidencia a favor de la relación entre el perfeccionismo elevado y la ansiedad, depresión, ira, estrés, ansiedad social, trastorno obsesivo compulsivo, y trastornos de la alimentación. Si uno aprende a reducir sus niveles excesivos de perfeccionismo, observará que las demás variables también disminuyen.

Abordar este problema de forma adecuada previene dificultades y mejora el bienestar. En Área Humana evaluamos en profundidad el problema para detectar el tipo de perfeccionismo y planificamos acciones para reducirlo.

Obsesión por la Comida

En muchas ocasiones dedicamos mucho tiempo a pensar y dar vueltas sobre algo, nos “obsesionamos” y esto también puede suceder con pensamientos y acciones sobre la comida.

Esta obsesión se puede originar, por una preocupación a coger peso; esta preocupación nos lleva a “cuidarnos” o a hacer dieta, a controlar y a no tomar determinados alimentos y este control nos lleva a desear aún más determinados alimentos, justo los que nos prohibimos, y esto a la obsesión y al descontrol.

Otras veces como la comida nos alivia de malestares, ansiedad o tristeza, nos lleva a comer o a picar a menudo, o comemos compulsivamente o en forma de “atracón”. En un principio las emociones que sentíamos disminuyen o desaparecen pero al poco tiempo aparecen las mismas, más la culpa.

Para reducir la obsesión por comer necesitamos

  • Aprender a desarrollar una visión realista y unas expectativas sobre nuestro peso y figura, el que tenemos y que podemos alcanzar. Todas las personas tenemos una “talla” de peso y en muchas ocasiones al no aceptarla nos obsesionamos con adelgazar.
  • Aprender a comer de forma adecuada y variada. Comprender que los alimentos no engordan, solo engordan si se toman en gran cantidad y si consumimos más cantidad de la adecuada durante tiempo.
  • No comer de forma restrictiva ni hacer dietas.
  • Resolver problemas que nos llevan a sentirnos mal, tristeza, angustia, etc. y así hay menos probabilidad de usar la comida para distraernos de los problemas y para reducir los sentimientos de malestar.
  • Y muy importante si eres una persona nerviosa, con ansiedad, esta hay que reducirla.

Reducir la ansiedad y regular nuestras emociones y nuestros comportamientos inadecuados con la comida es fácil si te enseñamos a hacerlo.

Obsesión por el Sexo

¿Qué es la adicción u obsesión por el sexo?

La adicción u obsesión al sexo es un problema sexual de hipersexualidad que existe tanto en mujeres –ninfomanía– como en hombres. Se caracterizada por el deseo incontrolable de mantener relaciones sexuales pudiendo dar lugar a descuidar otros aspectos de la vida –laboral, familiar o social, etc.–

En un primer momento, la persona se centra en sus pensamientos o fantasías sexuales y después empieza a seguir determinadas conductas, rutinas o rituales, en busca de estimulación sexual, lo cual puede convertirse en algo más importante que llegar al orgasmo. La ejecución de las rutinas no disminuye el deseo ni satisface la necesidad en muchos casos y la persona sufre malestar a causa de su adicción.

¿Qué consecuencias tiene?

La adicción u obsesión por el sexo se manifiesta por medio de conductas habituales (mirar videos, acudir a locales de sexo, chatear, etc.) que interfieren en la vida cotidiana. La actividad sexual se convierte en una prioridad pudiendo afectar en el ámbito social, emocional y físico −estrés, nerviosismo y posibles contagios− legal, económico y profesional de quien la padece.

La severidad del problema está determinada por la cantidad de tiempo, esfuerzo y recursos que suponga para la persona.

¿Cuáles son sus principales síntomas?

  • Pensamientos continuos sobre sexo con conductas masturbatorias, fetichistas, aficción a la pornografía, promiscuidad, etc.
  • Búsqueda frecuente de sexo con una o más personas, en vivo, por internet, chateando, llamadas de teléfono o videollamadas.
  • Se pueden producir errores en el trabajo, desatención a la pareja y a los hijos, etc.
  • Se puede llegar a deteriorar o a romper la pareja.
  • Se pasan muchas horas visitando webs de pornografía u otras conductas relacionadas con el sexo.
  • Se siente irritación, falta de control, etc.
  • La masturbación se puede llegar a realizar en lugares no adecuados como el trabajo, en la calle, etc.

 ¿Cuál es el tratamiento para la adicción al sexo?

Si deseas tener control sobre tus deseos y poder llevar una vida sexual normal, y disfrutar de tu sexualidad de forma satisfactoria y adecuada, los psicólogos y psicólogas podemos ayudarte con tratamientos eficaces.

Técnicas de análisis, reflexión y modificación de aquellos pensamientos y conductas inadecuadas te permitirán recuperar tu satisfacción sexual y vital.

Obsesión por el Juego

El juego patológico hace referencia a la relación que surge en algunas personas con los juegos de azar y de apuestas, ante la cual son incapaces de controlar sus impulsos, a pesar de que esto deteriore una o varias facetas de su vida: económica, familiar, social, laboral, de pareja…

Para saber si es o no un problema podemos hacernos algunas preguntas: ¿podría controlarlo si quisiera?, ¿quiero controlarlo?, ¿se como controlarlo?, ¿el juego está afectando directa o indirectamente a mi vida?. Es bueno ver como se siente uno a nivel personal (sin control, triste o agobiado, etc.) ver si está afectando a tu familia o relación de pareja, si influye en tú trabajo, etc.

En cuanto a los distintos factores ( aprendizajes, problemas emocionales, etc.) que pueden influir en que una persona llegue a desarrollar este patrón adictivo y problemático de juego, destacan algunos como: la accesibilidad al juego desde edades tempranas, ser hijo o hija de padres jugadores o tener parientes próximos jugadores que hayan podido ejercer de modelos de conducta, ser impulsivos y tener déficits de habilidades de autocontrol y de manejo del estrés, o que haya trastornos de ansiedad o depresión.

Cuando estamos tristes, agobiados/as e insatisfechos/as y jugamos, el juego empieza a distraernos de esos problemas, nos genera en un primer momento, cierto alivio; si obtenemos alguna recompensa (ganamos una apuesta, una partida, o dinero) asociamos jugar a algo positivo y poco a poco nos vamos “enganchando”. El juego acaba causando a medio y largo plazo tensión, agobio y problemas, y jugamos de nuevo para aliviarnos o para ganar el dinero perdido. Nos metemos así en un círculo vicioso del que es mejor salir cuanto antes.

No es necesario que un jugador o jugadora se considere un adicto para pedir ayuda o consulta profesional. Sólo es necesario intuir que algunos aspectos de su vida podrían ir mejor de lo que van, y que el juego no está cumpliendo esa función.

Hoy en día tenemos gran conocimiento y técnicas que podemos enseñar para superar los problemas de juego. Es importante determinar antes, en cada caso individual, el origen del problema y actuar sobre él. Por ejemplo, reducir la impulsividad, eliminar síntomas depresivos, aprender a controlar el estrés, resolución de problemas, etc.

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