Nuestro Cerebro: Lugar donde reside la felicidad

A lo largo de la historia de la humanidad, la búsqueda de la felicidad ha sido un potente motor para la sociedad. Desde el antiguo
Egipto, pasando por los pensadores clásicos de Roma y de Grecia, los filósofos orientales e incluso las religiones, se ha tomado la dicha como eje central para crear valores y normas con los que guiar la conducta humana. Y durante siglos también se ha considerado que la razón y el pensamiento residían en el.

Todos los seres humanos compartimos al menos un anhelo, el de alcanzar la felicidad en nuestra vida. Y hoy los científicos insisten en que dejemos de buscarla fuera de nosotros mismos, ya que reside en nuestro cerebro,  y las emociones y sentimientos en el corazón, ya que cualquier disturbio emocional provocaba una percepción inmediata de los latidos cardíacos, que se hacían más frecuentes e intensos. Sin embargo, hoy sabemos que ello es debido a la liberación brusca de adrenalina y noradrenalina en respuesta al
estímulo emocional, y que tanto nuestros afectos, emociones y sentimientos, como nuestra capacidad de raciocinio, radican en el cerebro.

Entonces, ¿está la felicidad en el cerebro?

Según el doctor David Ezpeleta del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Quirón Madrid: “Más que estar en el cerebro, la felicidad se construye en el cerebro. La felicidad no es otra cosa que la recompensa consciente que el cerebro otorga a quien lucha por ella. La felicidad no es la acumulación de placeres ni la ausencia de sufrimiento. La felicidad es proceso, camino, conciencia de que vamos a lograr las metas que nos hemos propuesto. La felicidad es compromiso, participación, empatía, comunión, sociedad, significado y sentido. El cerebro humano está preparado para la felicidad e integra y devuelve la experiencia de su búsqueda, pues tiene estructuras anatómicas que se encargan de ello”. Sin embargo, la neurociencia ha demostrado que no es posible vivir en un estado permanente de felicidad. “Efectivamente, apunta el doctor David Pérez Martínez, director general de la Fundación del Cerebro. “No tiene sentido vivir siempre en un estado perpetuo de felicidad, porque perderíamos la motivación de seguir adelante en busca de nuevos objetivos.

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