Buenas prácticas en Medicina Estética
El trastorno dismórfico y las buenas prácticas en Medicina Estética
Julia Vidal participa en este reportaje de la revista «Belleza Médica». En esta ocasión para hablar de una de las situaciones en las se pone de relieve las buenas prácticas en Medicina Estética. ¿Cuándo y de qué forma, es adecuado indicar a un paciente que NO debe realizarse una intervención de cirugía estética?
La Psicología es una disciplina sanitaria que tiene mucho que decir en la Medicina para la Belleza o Medicina Estética; un asunto donde son esenciales cuestiones cómo, la auto imagen corporal, la autoestima, los estereotipos de belleza y muchas otras cuestiones asociadas a las emociones y a nuestra forma de pensar sobre un concepto tan cultural y psicológico como es la belleza.
Julia Vidal, en este artículo, participa como experta para hablar de un trastorno clave en este tema: el trastorno de la imagen corporal o dismorfofobia, que consiste en la percepción en el propio cuerpo de claros defectos, carencias o deformidades.
Cuándo y cómo el profesional tiene que decir NO al paciente
El ideal de cuerpo perfecto ha ido cambiando a lo largo de la historia. En nuestros días se establece que un cuerpo bonito para la mujer es delgado y con curvas, y en el caso de los hombres es grande y musculado. Además, la sociedad ha dado al aspecto corporal un papel muy importante, llegando incluso a asociarse una buena imagen con el éxito
El trastorno de imagen corporal es mucho más común de lo que pensamos. Ese ideal que tenemos de nuestro cuerpo es una representación que cada persona hace en su mente y que puede estar o no ajustada a cada realidad particular.
Puede haber personas que al entrar en la consulta médica tengan preconcebido e interiorizado un “defecto” corporal que no existe o es de muy escasa importancia, pero que produce tal grado de malestar y ansiedad que llega a interferir en su vida cotidiana, dificultando sus relaciones sociales y profesionales.
Para conocer más sobre este problema y profundizar en cómo afrontarlo y manejarlo, en la consulta de lo que llamamos «Medicina para la Belleza», hablamos con Julia Vidal que es psicóloga sanitaria, experta en imagen corporal y directora de Área Humana Psicología.
De la inquietud por la estética personal al trastorno dismórfico
En general se siente preocupación por la imagen física, y a veces existe una focalización hacia determinadas partes del cuerpo en la que se pueden o se creen percibir defectos.
Cuando esa persona tiene una ansiedad de base o se le unen otros factores estresantes, aumenta la preocupación, lo que puede llevar a agrandar como en un “efecto lupa” y llegar a ver distorsionada esa parte del cuerpo observada (con expectativas irreales, se puede ver un problema donde no lo hay y si existe se magnifica).
A partir de aquí se producen compulsiones y conductas repetitivas como mirarse al espejo, tocarse, consultar en internet pasándose horas buscando soluciones a este defecto imaginado o realizando consultas médico-estéticas para resolverlo. Cuando esta situación produce un nivel de malestar y ansiedad importante y llega a limitar la vida de la persona, es cuando podríamos hablar de un Trastorno Dismórfico o Dismorfofobia.
Cómo y cuándo detectar el problema
El médico observará discrepancias cuando tiene en frente a un paciente excesivamente preocupado por la consulta que realiza, en la que parece que se “juega mucho en ello”, y cuando le comenta lo que considera un defecto y quiere retocar o cambiar, el médico se puede sorprender porque no lo ve con la misma intensidad. En esta situación observará que no hay una relación entre el problema real (porque quizá ni siquiera exista), con la el grado de inquietud y malestar que muestra este paciente.
Cómo decir NO ofreciendo ayuda
Se necesita dedicar tiempo, empatía y tratar con naturalidad un problema que, hoy en día, a nadie sorprende y desafortunadamente es habitual: cuando los problemas emocionales afectan a la percepción del cuerpo.
Aunque sobra decirlo, los profesionales de la medicina pueden apoyarse utilizando argumentos que aludan a su profesionalidad, responsabilidad y la ética que su trabajo encierra, para verse legitimados a apuntar y sugerir lo necesario en relación a su problema.
Un ejemplo de cómo comunicar a un paciente el problema que tiene, podría ser: “Entiendo lo que dices y sé que lo ves así, pero yo no tengo la misma percepción que tú. Algo que para ti es un problema muy grande yo lo percibo como mínimo o nada. Mi deber es comentártelo porque tu percepción es diferente a la realidad y no te puedo corregir ese defecto ya que no existe como tal. Realizar la intervención no puede garantizarte que te sientas bien, e incluso después hay riesgo de que no te sientas satisfecha. Es posible que puedas tener una obsesión o preocupación excesiva sobre esta parte de tu cuerpo y no sea real. Te recomendaría que des una vuelta a lo que te he comentado o acudas a algún psicólogo experto en estos temas y si quieres luego te vuelves a pasar por aquí y volvemos a valorarlo”.
Es aconsejable anticiparse y tener la referencia de algún psicólogo o psicóloga a quien poder derivar, para favorecer que el paciente tenga la intervención adecuada en su caso, y sea lo antes posible.
Reportaje en la revista «Belleza Médica»






Fuente: Revista «Belleza Médica»
Participa:

Psicóloga Sanitaria. Directora del Centro de Psicología en Madrid Área Humana. Especialista en Ansiedad y Estrés, en imagen corporal. Experta en Emociones y Salud.
Estamos a tu disposición para cualquier duda o consulta que desees hacernos | Psicólogos Madrid Centro de Psicología Área Humana