(Tiempo de lectura 13 minutos) En Psicología el concepto de disociación –disociación cognitiva, proceso disociativo– hace referencia a un mecanismo psicológico en el que se produce una desconexión a nivel de pensamientos, emociones, memoria o conducta.
De algún modo, en un grado muy leve, se produce este proceso de disociación cuando nos quedamos absortos en algún momento de nuestra vida, por ejemplo viendo una película que nos atrapa, una obra de arte o ante un acontecimiento sorprendente. Tienen que ser situaciones que nos afecten de un modo muy intenso a nivel emocional y pueden producir ese instante en el que tenemos un lapso de inconsciencia. Es cómo si nuestra parte intelectual que racionaliza los acontecimientos y nuestra parte emocional y más automática, desconectaran.
Es normal vivir momentos de disociación, es decir sentirnos distanciados y desconectados de la realidad o de nuestro discurso intelectual y racional, durante un lapso breve de tiempo. Generalmente esto sucede en contadas ocasiones. Serán la frecuencia, la duración o la intensidad con que se produzcan estos momentos de disociación, y la forma en la que afecte a nuestra vida diaria, lo que convertirá un proceso disociativo en un problema.
En este artículo analizamos la disociación a partir del estudio realizado por nuestro equipo de investigadores. Una de las primeras conclusiones es que los procesos disociativos no sólo están presentes en los trastornos disociativos, también se encuentran en otros trastornos psicológicos como depresión, ansiedad o trastornos de la conducta alimentaria. De ahí la pregunta de la investigación: ¿Es la disociación una clave transdiagnóstica?
A continuación os mostramos dos vídeos –los protagonizan los autores de la investigación y su póster científico– grabados en estas VII Jornadas de Emociones y Bienestar que ha organizado la SEAS.