Una guía para aprender a no huir de nuestras tareas

Una guía para aprender a no huir de nuestras tareas

(Tiempo de lectura 9 minutos)

En mi trabajo, el Centro de Psicología, realizo cada día distintas tareas; me motivan, y mucho, todas las que tienen que ver con la atención a mis pacientes, ellos me impulsan a hacerlas, es algo fácil para mí, estimulante, agradable, retador… y estas actividades siempre tienen un lugar en mi planificación, les doy salida con naturalidad, sin dar vueltas, de forma directa, y siento que lo hago con poco esfuerzo, y además son gratificantes. Pero también forman parte de mis responsabilidades la gestión de asuntos administrativos, permisos, papeleos, y cuando me quiero dar cuenta, tengo que correr para llegar a tiempo a ellos. He de reconocer que estas tareas no son gratas para mí, y es en ellas donde se producen demoras. Afortunadamente en mi caso estos retrasos son puntuales, pero si se convirtiese en algo habitual, cada vez que pensara afrontar alguna de estas tareas sentiría inquietud o ansiedad, y acabaría posponiéndolas para un mejor momento, que no llegaría… En definitiva, con estas tareas que no me gustan caería en la Procrastinación.

Yo como todas y todos, tenemos responsabilidades que no nos gustan, y ante ellas podemos hacer dos cosas, procrastinar o afrontarlas. Yo he decidido afrontarlas, en este artículo os voy a contar por qué y cómo.

¿Qué es la procrastinación?

La procrastinación o postergación se define como la acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables, y que interfiere de forma significativa en tu vida y afecta a tu bienestar emocional, en tu ámbito personal, laboral o social.

Se estima que la procrastinación como problema crónico afecta al 20% a 25% de la población general (Ferrari y Díaz-Morales, 2007).

Todos tenemos la tendencia a eludir alguna situación o tarea al percibirla como desagradable por algún motivo: requiere de nuestra energía o fuerza física, nos genera un gran malestar por el esfuerzo intelectual o emocional que demanda o requiere un grado de atención y concentración que valoramos como excesivo.

El problemas se produce cuando esta situación o tarea de algún modo nos beneficia o estamos obligados a realizarla, y aun así la posponemos.

Todos postergamos cosas que nos gustaría y tenemos la intención de hacer. En la consulta vemos a diario como muchos de nuestros pacientes dejan las tareas que planificamos y les recomendamos en la terapia psicológica para el último momento, a pesar de que no tengo ninguna duda de que son ellos los primeros interesados en mejorar y hacerlo cuanto antes.

Todos en algún momento “dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy”, pero cuando este estilo de afrontar las responsabilidades y las metas, es habitual, crónico, y tiene consecuencias para nosotras y nosotros, afectando a como nos sentimos, generando ansiedad y malestar, dañando nuestra autoestima e interfiriendo y dificultando nuestra vida, estaríamos hablando de la procrastinación como un verdadero problema. Tal vez la clave para identificar que estamos teniendo un problema es cuando aquello que postergamos una y otra vez es algo necesario e importante para nosotros, y lo hacemos a pesar de saber las consecuencias negativas que conlleva.

Es muy importante no confundir procrastinar o postergar con ser vago o vaga. Ser vago o vaga significa tener poca o ninguna disposición para hacer las cosas, y este no es el tema que hoy nos ocupa, aunque hablaremos de ello en otro artículo.

Qué es procrastinarEl procrastinador o la procrastinadora tiene la sensación de pérdida de control sobre lo que quiere hacer, su vida va hacia la inestabilidad emocional, sus intenciones cada vez cuentan menos y le invade una gran frustración. En esos momentos en el procrastinador o procrastinadora aparecen pensamientos negativos, creen que no serán capaces de empezar lo que se han propuesto. Empieza la rumiación: Debería haberlo hecho ya. No creo que pueda. Tal vez mañana estaré más motivado. Seguro que mañana si puedo. Soy un desastre…

Procrastinamos con muchas y diversas cosas: tareas cotidianas, necesidades (como pedir cita al médico, resolver asuntos en el banco…), incluso responsabilidades (cumplir plazos de proyectos de trabajo o familiares…).

La tarea que posponemos es valorada por nosotros como abrumadora, incómoda, difícil, inquietante, estresante… y tenemos miedo: a hacerlo mal, al fracaso, a no poder con tanto, a las posibles consecuencias negativas…

Pensamos muchas cosas en relación a la tarea pospuesta: que la haremos mejor mañana, que llevándola al límite del tiempo nos veremos obligados a hacerla, que bajo presión la haremos mejor, que en realidad no era tan importante… pero no nos engañemos, son excusas para ocultar las verdaderas razones. Nos cuesta y no nos gusta afrontar lo que nos hace sentir mal, nos da miedo ponernos con ello. Tal vez tengamos dificultades que resolver sobre como afrontamos o mejor dicho como no afrontamos las cosas.

Las distracciones, son una cuestión fundamental en la procrastinación, a veces son incluso más creativas y requieren más tiempo que la propia tarea: en la oficina colocar los papeles, mirar el correo, contestar a nuestro seguidores de Twitter… todo menos abordar el informe o recopilar la información para hacer la declaración de la renta.

¿Por qué procrastinamos?

Las investigaciones de las últimas décadas parecen hablarnos de la procrastinación o postergación como un problema multifactorial, aunque aún quedan muchas incógnitas por resolver.

Algunas de las razones investigadas son:

  1. Ante una tarea que nos cuesta hacer por algún motivo, es una respuesta natural del ser humano huir de sensaciones negativas. Investigadores han demostrado que los procrastinadores tienen una acusada tendencia a escoger la gratificación inmediata y a no valorar las consecuencias a largo plazo.
    Posponemos para evitar sentir emociones “negativas” como el miedo, la ansiedad, la frustración o la simple incomodidad.Este mecanismo de huida se “instala” en nosotros porque cuando hacemos algo que elimina el malestar, nos alivia, pero si además hacemos algo que genera cierto placer en vez de terminar la tarea pendiente, queda grabada en nuestro cerebro como algo “que ha ido bien” y tenderemos a repetirlo.
    El neurocientífico B. Richmond (2004) afirma que este mecanismo tiene una base evolutiva. Cuando evitamos, sustituyendo por una actividad más agradable descargamos una pequeña dosis de dopamina, relacionada con la sensación de gratificación que podría ser la causante de la procrastinación y su mantenimiento. A pesar de los efectos negativos de posponer alguna actividad importante, gana el alivio momentáneo que se siente al evitarlo y ese pequeño placer a corto plazo que sentimos con la tarea elegida en sustitución.
  2. Baja capacidad para tolerar el malestar o la frustración y falta de regulación emocional y autocontrol. Se piensa que quienes posponen tienen mayores dificultades en este sentido. Tenemos baja capacidad para tolerar el malestar, cuando no hemos desarrollado estrategias adecuadas para afrontar malestares de la vida, tiene que ver con la falta de ese aprendizajes, en algunos caso por la sobreprotección recibida de padres, o porque no hemos tenido experiencias difíciles que afrontar, etc. Es lo que se denomina resiliencia o capacidad para afrontar la adversidad.
  3. Se relaciona con algunos aspectos de nuestra personalidad: impulsividad y distracción (cuanto mayores sean, mayor procrastinación), responsabilidad (a mayor responsabilidad menor procrastinación) y perfeccionismo (a mayor perfeccionismo mayor procrastinación, al temer afrontar un proyecto que siempre vamos a percibir como abrumador, si lo que quieres es hacerlo perfecto).
  4. Emocionalidad negativa. A mayores niveles de ansiedad y síntomas depresivos, más propensos seríamos a procrastinar.
  5. Estilos de afrontamiento. Hay personas que tienen afrontamientos pasivos o evitativos en vez de activos y centrados en la búsqueda de soluciones.
  6. Tener una baja autoestima y baja autoeficacia percibida, se ha visto que son variables asociadas a la procrastinación (Steel, 2007). En un estudio (Briody, 1980) se encontró que el 8% de los procrastinadores afirmaban personalmente que la falta de confianza en sí mismos era la causa principal de su procrastinación.
  7. Las características de la tareas que tenemos que hacer: cuanto menos nos guste la tarea, menos probabilidad tendremos de hacerla. Cuanto mas lejos percibamos las consecuencias de hacerla o no hacerla, mas probable es que “caigamos en la tentación” y tendamos a realizar aquello que nos aporta un placer más inmediato. Esto pasa con el tabaco, donde no vemos consecuencias negativas de forma inmediata. También sucede que cuanto mas lejos esté la fecha límite para entregar un trabajo, más fácil será que se posponga.
  8. Se ha asociado también con dificultades en la organización. En diferentes estudios se ha encontrado una importante relación entre la procrastinación y el fracaso en la organización, el autocontrol y la capacidad de planificación (Steel, 2007).

Consecuencias de ser procrastinador o procrastinadora

No cabe duda que ante la postergación sentimos ansiedad porque no hemos concluido o resuelto tareas que tienen importancia, también porque al no hacerlo las consecuencias son desagradables o importantes.

La Postergación afecta a:

  • Nuestro estado de ánimo y estado emocional.
  • Nuestro rendimiento laboral y académico se ve disminuido.
  • Puede tener consecuencias económicas (no pagar impuestos a tiempo, demorar pagar una multa que llegará con recargo, porque nuestro rendimiento laboral baja y no nos ascienden…).
  • Se incrementa la baja autoestima, por sentimientos de culpa, malestar con uno mismo, y la sensación de que no seremos capaz o de que no somos válidos o válidas.

Por tanto mantener la procrastinación o postergación como hábito en tu vida no es nada recomendable y entonces ¿Porqué no lo cambiamos?

¿Cómo parar de procrastinar? 7 Consejos para vencer la Procrastinación

  1. Reconocer que lo hacemos y en qué ámbitos de nuestra vida lo hacemos.
  2. Entender por qué lo hacemos en nuestro caso concreto: ¿Nos dejamos llevar por las conductas que impulsan nuestras emociones negativas y evitamos? ¿Es nuestra forma de afrontamiento? ¿No nos organizamos? ¿No toleramos el malestar? ¿No reconocemos las dificultades para hacer algunas cosas y no les damos solución –aprender a hacerlas o delegarlas-?…En muchas ocasiones puede que seamos conscientes sobre el malestar que nos produce hacer determinadas cosas, pero en otras ocasiones no lo somos, ni somos conscientes de lo que sentimos, ni de que evitamos hacerlo. En este caso vamos a mantener este problema de postergación mucho más tiempo. Detectar eso, estar atentos y atentas es un primer paso importante para afrontar esta dificultad.
  3. Perdonarnos por ser procrastinadores o procrastinadoras, para dejar de rumiar y centrarnos en la culpa u otras emociones negativas, y así enfocarnos hacia las soluciones. Es decir tener un afrontamiento adecuado.
  4. Mejorar nuestra autoestima y autoconcepto nos puede llevar a percibir más autocontrol sobre nuestra vida, o lo que es lo mismo confiar en que podemos hacer lo que nos propongamos.
  5. Dividir las tareas complejas en otras más sencillas. Esto hace percibas que no te enfrentas a un muro insalvable sino a peldaños de una escalera. Y si tienes dificultades pide ayuda pero no te pares.
  6. Ante la falta de organización en tu vida, o en el trabajo, dedícale un tiempo para pararte a organizar, y diferenciar lo urgente, de lo importante y de lo que puede esperar.
  7. Entrénate en hacer cosas, en aquellas cosas que te cuestan, propóntelo como un reto. Haz un listado de lo que pospones y vete abordando una de estas tareas cada día, tolerando el displacer y lo más importante, premiándote por ello.

Lo importante es resolver el o los motivos por los que postergamos, solos o con la dirección de un psicólogo o psicóloga. Séneca decía: «No llega antes quien más corre, sino quien sabe a dónde va» y yo añadiría «… Y quien conoce los obstáculos de su camino y como resolverlos». Y si no sabes, permítete aprender, deja que te enseñen.

Acabar con tu procrastinación es la mejor manera de avanzar en tu vida.

En la mente de un maestro de la procrastinación

Y os quiero dejar con una charla en TED sobre «El Cerebro del Procrastinador», muy divertida y que ha tenido más de 1 millón de visionados (recordad poner subtítulos en español si lo necesitáis).


Editorial

Este artículo ha sido creado por el Equipo Editorial de Área Humana, dirigido por Julia Vidal. Todo su contenido –edición, texto e imágenes– tiene derechos de propiedad intelectual y no podrá ser reproducido sin el permiso expreso de Área Humana.
Han colaborado en el contenido:
Psicóloga Madrid. Julia VidalJulia Vidal

Psicóloga Sanitaria. Directora del Centro de Psicología en Madrid Área Humana. Especialista en Ansiedad y Estrés. Experta en Emociones y Salud.

Ponte en contacto con nosotrosEstamos a tu disposición para cualquier duda o consulta que desees hacernos | Psicólogos Madrid Centro de Psicología Área Humana

Puntúa y comparte

¿Crees que esta información puede ser útil a tus seguidores en las Redes Sociales? A continuación puedes añadir tu valoración y compartir este artículo. Podremos aprender mucho entre todos.
(Número de votos: 38 • Nota Media: 4.4)