¿Cómo olvidar un suceso traumático? ¿Y si no tuvieras que olvidarlo?

¿Cómo olvidar un suceso traumático? ¿Y si no tuvieras que olvidarlo?

(Tiempo de lectura 15 minutos)

¿Has tenido alguna experiencia traumática en tu vida y has sentido que no podías olvidarla, que eran baldíos tus esfuerzos por evitar que volviera a tu mente una y otra vez? No deseo, ni mucho menos, que ahora recuerdes algo doloroso y que te costó olvidar, al contrario, con este artículo quiero ayudarte y ayudar a las personas que desean olvidar un acontecimiento traumático y no lo consiguen. Comprender cómo funcionan los mecanismos del pensamiento y las emociones en el trauma psicológico o trauma emocional, es decisivo para que… el pasado, se quede en el pasado.

Cómo olvidar: el peso del recuerdo en el trauma

Lewis Carroll, el autor de Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, escribió ¡Qué pobre memoria es aquella que sólo funciona hacia atrás!

Tratar de olvidar una tragedia, a alguien que se fue, a quien nos hizo tanto daño… y no poder hacerlo, es, sin duda, frustrante y doloroso.

Cuando pensamos que un amigo “está traumatizado” por algo, lo reconocemos porque no deja de hablar de ello. Solemos aconsejarle que “pase página”, “que no siga haciéndose daño con ese recuerdo”. ¿Qué sucede? ¿Por qué insistimos en recrearnos una y otra vez en nuestra dolorosa experiencia, cuando eso nos produce tanta tristeza y rabia?

Eterno resplandor de una mente sin recuerdosHay una película, que protagonizan Kate Winslet y Jim Carrey, Eternal Sunshine of the Spotless Mind, cuya traducción sería algo así como El eterno resplandor de la mente sin recuerdos –o inmaculada–, y que aquí se tradujo por el poco afortunado título de Olvídate de mí, que habla de este tema de un modo brillante –os recomiendo verla–. El título original plantea la cuestión: ¿Os imagináis sin ningún recuerdo malo, libre de todos ellos? No quiero haceros un “spoiler” pero sí voy a daros mi respuesta: Necesitamos el recuerdo para construir nuestra vida futura. La clave es cómo tenemos que manejar ese recuerdo.

Pero empecemos por las preguntas básicas: ¿Qué es un trauma? ¿Cuándo podemos considerar que un acontecimiento doloroso se manifiesta como un trauma psicológico o emocional?

Radiografía del trauma. Origen y alcance del trauma psicológico o trauma emocional

Es frecuente que en consulta me encuentre con personas que me hagan esta pregunta: ¿puede que haya tenido algún trauma?

Algunos de los procesos en los que he centrado mi formación y trabajo como psicólogo, están relacionados con la interacción entre la memoria del pasado y el estado psicológico y emocional del presente. Os recomiendo ver el vídeo-artículo que hice sobre las obsesiones, en el que explico el modo en el que se conectan las vivencias pasadas con nuestras percepciones en el presente hasta conformar un estado obsesivo.

Más información en Psicología y Psiquiatría

Te propongo mi artículo: «Relato de una obsesión»

Y volviendo a la pregunta formulada: para mí y desde mi experiencia, la respuesta es sí. Todas las personas, en diferentes grados, hemos pasado o pasaremos por experiencias o procesos potencialmente traumáticos. ¿Quiere esto decir que todas las experiencias difíciles o graves son traumáticas?

No hay un “termómetro del trauma”, que nos indique que esta es una experiencia traumática. Sólo podemos atender a las consecuencias futuras. Hasta que no pase un tiempo, no podemos esclarecer si ese acontecimiento generará un recuerdo traumático que provocará que sigamos reviviendo esas dolorosas emociones.

Es importante destacar que, al referirnos al trauma, siempre pensamos en una experiencia mayúscula, de gran magnitud, sin embargo, en muchas ocasiones, es la suma de pequeñas experiencias difíciles, interpretadas y procesadas de un modo inadecuado a nivel emocional, lo que puede conformar y determinar la aparición del trauma.

En la película «Ethernal Sunshine of the Spotless Mind» (Olvídate de mí) se propone una interesante cuestión ¿el olvido es la mejor solución para superar un trauma? Clic para tuitear

6 señales del trauma

6 signos de trauma psicológico

Estos son algunos indicios que pueden ayudarnos a identificar que un acontecimiento o evento puede conformar un trauma psicológico o emocional:

  1. Choque emocional duradero. Según la RAE, y en su acepciones relacionadas con la Psicología, el trauma es: “un choque emocional que produce un daño duradero en el inconsciente. Emoción o impresión negativa fuerte y duradera». Que el impacto emocional se mantenga en el tiempo es un indicio importante.
  2. Herida emocional. La etimología de trauma viene del griego y significa herida. Una experiencia traumática se manifiesta emocionalmente de una forma intensa y profunda.
  3. Golpe psicológico y emocional. La vivencia traumática supone un impacto, conmociona, desestabiliza a la persona. Afecta a sus valores, sus ideas y convicciones. Puede que inicialmente sólo se perciba el shock, y es posteriormente cuando empiezan a desarrollarse las consecuencias del impacto a lo largo del tiempo.
  4. Amenaza del bienestar. El evento es una experiencia traumática cuando supone una amenaza al bienestar de la persona. Su cotidianidad, en gran medida, se tambalea, se altera.
  5. Pérdida de la seguridad. Uno de los indicadores de que un evento o acontecimiento puede ser traumático es la pérdida de control, la sensación de extraordinaria vulnerabilidad, el sentimiento de indefensión.
  6. Genera dolor o daño. El trauma genera dolor, en el momento en el que se produce y posteriormente. Incluso mucho tiempo después el mínimo recuerdo nos duele.

Los profesionales de la Psicología nos empeñamos en identificar y definir dónde está la frontera para considerar que una vivencia emocional, un estilo de pensamiento o un comportamiento, esté indicándonos un problema clínico. Creo que es muy importante que las personas conozcan y comprendan los procesos emocionales para hacer prevención, y ese es el objetivo de un blog como este, aportar información científica y rigurosa y generar reflexión.

Más información en Psicología y Psiquiatría

Amplia información en este artículo: Comprendiendo el trastorno de estrés postraumático

El trauma psicológico es un conjunto de consecuencias emocionales, cognitivas (pensamiento) y conductuales (de comportamiento) que se manifiestan con elevada intensidad, que se prolongan en el tiempo, que afectan a diferentes ámbitos de la persona –ideología, valores, metas, percepciones–, y en los cuales, los proceso de memoria o recuerdo van a ser decisivos.

El recuerdo y el trauma: Maneras de no olvidar

La memoria y el trauma

Todos y todas, en mayor o menor grado, hemos tenido experiencias que no fueron fáciles de asimilar, que nos afectaron profundamente y que produjeron cambios en nuestra vida: “Antes pensaba que el mundo era un lugar seguro, tras esto que me pasó nadie me puede convencer de que no sea peligroso”. “Ya no creo en la pareja”. “No sé si volveré a confiar del todo en alguien”.

Avanzar y superar las experiencias difíciles no sólo significa seguir adelante, sino hacerlo de un modo provechoso. Es decir que las vivencias dolorosas no sólo nos bloqueen o condicionen en un futuro, sino que además nos ayuden a adaptarnos y afrontar mejor las mismas o nuevas dificultades. Y esto, no es nada fácil.

No es fácil porque lo que nos ocurre, nuestras experiencias, modifican nuestras ideas previas sobre lo que somos y lo que podemos esperar de la vida y de los demás. Esta cuestión es clave en el trauma.

Pero hay una buena noticia: podemos intervenir en ese proceso de asimilación, para que las experiencias duras generen oportunidades y aprendizajes, en vez de limitaciones y prejuicios.

En ese proceso de asimilación es importante el recuerdo. Quiero que identifiques un evento doloroso, y voy a hacerte dos preguntas:

  • ¿Lo recuerdas o por el contrario sabes que algo pasó pero no sabes exactamente qué?
  • Si lo recuerdas… ¿Te llama la atención que lo hagas con mucha implicación emocional –inundación emocional– o por el contrario, te sorprende la frialdad con la que lo recuerdas –anestesia emocional–?

Hablemos de las dos opciones:

1. No lo recuerdo

Aunque pueda parecer contradictorio, no recordar nada, lo que se denomina amnesia traumática, es responsable de mantener experiencias traumáticas activas en el presente.

Muchas personas no recuerdan partes o episodios de su vida y piensan: lo tengo superado, ni me acuerdo. Esto no tiene por qué ser cierto. En ocasiones es justo lo contrario.

Superar lo que sucedió no es sinónimo de olvidar lo que sucedió. Puede que la memoria haya borrado el episodio traumático, pero el recuerdo físico y emocional puede que esté activo y absolutamente presente.

Olvidar lo que te sucedió no es sinónimo de superar lo que sucedió

Os pongo un ejemplo de trauma emocional con esta opción: una persona que ha sufrido una agresión sexual. Puede que su respuesta sea que pasado un tiempo no recuerde de forma nítida el evento, incluso que no haya llegado nunca a recordarlo desde que sucedió.

En cambio la persona se estremece cada vez que recibe un mensaje sensorial: una voz parecida a la de la persona agresora, un olor, una música… y eso modifica su estado de ánimo, condiciona todo su día, a veces sin ser muy consciente de ello, o no del todo.

O si en su vida actual evita o no disfruta de sus relaciones sexuales. O tiene una acusada tendencia a mostrarse distante y a la defensiva en sus relaciones personales… entonces, en todos estos casos, el recuerdo está muy presente.

2. Sí lo recuerdo

¿Cómo lo recuerdas?

A. Con inundación emocional

Sucede cuando la experiencia traumática te viene a la cabeza una y otra vez sin poder evitarlo. A través de las sensaciones, de las emociones, parece que estuvieras reviviendo en ese mismo momento el episodio traumático.

Aunque tratas de expulsarlo de tu cabeza, el recuerdo aprovecha cada ocasión para “colarse” e inundarte emocionalmente. Es lo que denominamos reexperimentaciones del trauma.

En este proceso es normal sentir indefensión y falta de control, y se incrementa la inseguridad y pérdida de autoconfianza: “¿Por qué no puedo dejar de pensar en ello? Creí que lo había superado, pero estoy cada vez peor”.

B. Con anestesia emocional

También hay muchos casos en los que los recuerdos están presentes, pero vacíos de emociones. Como si recordamos lo que pasó pero le hubiera pasado a otra persona, quedando al margen de sensaciones físicas y emocionales.

En estos casos es frecuente asumir que se ha superado, pero esta percepción puede ser incorrecta.

Superar un acontecimiento doloroso significa haberlo experimentado –avanzar en las distintas fases del duelo–, haberlo comprendido, ordenado y redirigido hacia algo saludable y constructivo. Y esta no suele ser una tarea espontánea y fácil, requiere compromiso, tenacidad y dedicación.

La anestesia emocional puede producirse en situaciones en las hay eventos continuados. Por ejemplo, un trauma psicológico que tiene su origen en la infancia, en la experiencia de vivir en una familia en la que se producían constantes episodios de agresividad verbal, incluso física, y que han marcado la niñez de una persona.

Estos episodios traumáticos no necesariamente tienen que ser muy intensos, quizás sólo muy repetidos. Es habitual que antes estas experiencias la memoria sea selectiva con los recuerdos, eligiendo aquellos, o los únicos, agradables, y desterrando al olvido los desagradables y desestabilizantes.

¿Por qué sucede esto? Es nuestro mecanismo de protección. ¿Y esto es un problema? Se convierte en un problema si más adelante, en nuestra etapa adulta, aparecen tendencias, miedos, comportamientos, que pueden estar relacionados o ser expresión del trauma psicológico: tendencia a la hostilidad, desconfianza. O todo lo contrario, alexitimia, incapacidad para sentir emociones: nuestro cerebro elige no sentir para no sufrir.

«No soy capaz de olvidarlo» La memoria juega un papel fundamental en el trauma psicológico, pero NO del modo que tú crees. Lo explica el especialista en trauma Clic para tuitear

La memoria y el trauma psicológico o trauma emocional

Superar un trauma

Las investigaciones neuropsicológicas centradas en la memoria, nos dicen que nuestra capacidad de recordar el pasado es un proceso compuesto de varios sistemas interconectados y con distintos propósitos. Estos sistemas interconectados no son un almacén estático, ni fotocopian lo ocurrido, muy al contrario, son complejos procesos que modifican y alteran las experiencias.

Podríamos decir que el proceso de la memoria transforma la realidad. Dos personas diferentes pueden recordar de un modo completamente distinto el mismo evento o experiencia.

La experiencia es procesada por nuestro cerebro, que genera los recuerdos y los almacena en nuestra memoria. Pero la memoria es almacén dinámico, los nuevos recuerdos que añadimos, influyen y se combinan con los antiguos.

Este proceso explica que lo que recordamos sea congruente, afín a nuestras ideas y valores –producidos por los recuerdos de experiencias previas– .

Es lo que denominamos sesgos, mecanismos de nuestro cerebro que nos facilitan las cosas: es más fácil integrar un recuerdo que coincida con nuestras ideas, asociadas a otras experiencias y recuerdos, que tener que enfrentarnos al vértigo de cuestionarlo y por tanto, cambiarlo todo.

¿Y qué sucede si tengo que incorporar el recuerdo de una experiencia que no es congruente con los esquemas previos que tenía?

Os pongo un ejemplo. Mis experiencias y recuerdos me han llevado a percibir que mi barrio, el camino que recorro hasta llegar a casa por la noche, es seguro. Pero una noche sufro un atraco violento. Pasado el tiempo, es probable que mi mente, al no incorporar fácilmente esta experiencia –que contrasta con mi anterior idea del barrio y del camino a casa–, haga que recuerde una y otra vez el atraco, con el objetivo de que modifique mi percepción. Una vez más es un mecanismo de protección que me impide olvidar, pero que puede tener consecuencias en mi vida –ya no salgo de noche, no puede andar solo por el barrio…–

Más información en Psicología y Psiquiatría

¿Por qué algunas personas afrontan mejor las dificultades? Las 8 cualidades de las personas resilientes
José Serrano, psicólogo especialista en trauma, nos plantea que la memoria puede ser un valioso aliado para superar un trauma psicológico. Lo explica en este completo artículo 👉 Clic para tuitear

Los recuerdos y los tipos de memoria

Memoria y trauma psicológico

Begoña Aznárez. Clínica en intervención en trauma, 2016, describe y agrupa los recuerdos en dos grandes tipos: memoria implícita y memoria explícita.

La memoria implícita está disponible desde los primeros años de vida. Engloba los recuerdos perceptuales, somáticos, emocionales y conductuales. Cuando se recupera no hay sensación de que se está recordando algo porque implica partes del cerebro que no requieren el procesamiento consciente: amígdala y otras regiones límbicas, ganglios basales, córtex motor y córtices perceptuales”.

Son recuerdos que nos activan física y emocionalmente en el presente, sin que sepamos qué eventos pasados estamos recordando.

La memoria explícita “se desarrolla aproximadamente alrededor de los 2 años, con el desarrollo del lenguaje y la posibilidad de narrar lo que acontece y cómo nos afecta. Engloba los otros dos componentes: semántico y autobiográfico. Coincide con el desarrollo del lóbulo temporal, el córtex orbitofrontal y la estructura cerebral clave implicada es el hipocampo, responsable de la secuenciación”.

Es lo que habitualmente entendemos como recuerdos –creyendo erróneamente que son los únicos–, pero que como veíamos con la memoria implícita, no lo son .

Estos dos tipos de memoria son fundamentales, aún así no es habitual tener ambas presentes. Podemos creer, por desconocimiento, que es más relevante la denominada memoria autobiográfica, memoria explícita relativa a episodios concretos de nuestra vida, en lugares, momentos y circunstancias concretas. Sin embargo, el recuerdo completo de un episodio vivido, ha de recordar el episodio de forma consciente, con su momento, lugar y circunstancias, pero también ha de recordar lo que nos hizo sentir: memoria emocional; lo que hicimos en ese momento o tratamos de hacer: memoria conductual; lo que generó en nuestro cuerpo: memoria somática; y lo que percibimos: memoria sensorial.

Aunque sea la menos consciente, la memoria que más nos afecta e influye es la memoria implícita –y sus variantes–, y es, sin embargo, sobre la que tenemos menor control. No depende de nuestra voluntad, se activa sin que seamos conscientes de que estamos recordando.

Me siento así porque recuerdo, y el recuerdo se dispara de forma automática.

Trauma ⛓ Recuerdo. ¿Cómo rompo la cadena?

Tengo que insistir de nuevo: no es sencillo dar respuestas simples a problemas complejos. Cada persona es diferente, como lo son sus experiencias y su contexto. El objetivo de nuestros artículos no es otro que contribuir a la prevención, ayudando a comprender mejor procesos como el trauma psicológico, a veces aportando respuestas, en otras ocasiones provocando reflexiones y preguntas: ¿Cómo rompo la cadena?

¿Y si no tuvieras que romperla?

La memoria nos conecta de nuevo con el evento que padecimos, con las sensaciones y las emociones que experimentamos, para que por fin podamos vivirlo de aquella manera en la que nos sintamos capaces de seguir con decisión hacia adelante.

Muchas personas me dicen: hay cosas que no se resuelven, que siempre vuelven y las vivo con el mismo dolor. Y tienen razón, hay vivencias que no se resuelven. En estas situaciones los psicólogos y psicólogas trabajamos siempre, no con el evento, sino con la visión que el evento nos deja de nosotros mismos.

¿Cómo te ves a ti mismo o a ti misma tras aquella experiencia? Sobre esa percepción de ti puedes trabajar, es lo que sí puedes cambiar, no puedes cambiar el evento o lo que sentiste entonces. Y el recuerdo te está brindando una oportunidad para realizar ese cambio.

¿Cómo superar un trauma? 3 consejos

Antes de preguntarnos cómo superar un trauma, deberíamos preguntarnos ¿tengo un trauma?

Infografía superar un trauma psicológico

Clic para ampliar

Todos y todas somos capaces de identificar experiencias pasadas duras, complejas, difíciles de encajar, que cambiaron cosas y marcaron un hito en nuestra vida, tras leer este artículo, puedes comprender mejor que no es fácil saber si estos eventos generaron o no un trauma, y si lo hicieron, no es fácil determinar en qué grado. Sin duda esa labor necesita de un psicólogo o psicóloga. Te propongo, no obstante, tres consejos:

Haz lo posible por procesar la experiencia dolorosa

Si intuyes que lo que te ha ocurrido ha podido ser decisivo en tu vida, no lo silencies. La solución no es no hablar de la experiencia. No se desvanece evitándola. Las cosas importantes no se olvidan, se incorporan. Mi consejo es que si intuyes que una experiencia puede ser trascendente, habla sobre ella y escribe sobre ella.

Hazte una pregunta

Al pensar en aquella experiencia que generó un impacto importante en ti y que no puedes olvidar, pregúntate : “Ahora, rememorando ese o esos momentos, ¿qué pienso de mi?” Tu respuesta te va a dar pistas sobre cómo influyó aquella experiencia en ti.

Considera la opción de consultar a una profesional o a un profesional de la Psicología especializado en trauma

Cuando tenemos un accidente y nos lesionamos –un golpe en la cabeza, por ejemplo–, al apreciar síntomas de cierta notoriedad –dolores de cabeza intermitentes–, no dudamos en chequear si ese accidente ha podido provocar un problema fisiológico más importante –un derrame interno–. Incluso si no hay síntomas visibles pero el golpe ha sido fuerte, acudimos a un médico o a un traumatólogo para que realice la oportuna inspección y análisis.

Cuando sufrimos “golpes emocionales”, ante la duda de si ha podido ser un evento importante o si podrían producirse consecuencias futuras –ahora no tan evidentes– ¿por qué no acudimos a un especialista en trauma emocional?

Si tienes dudas, consulta con un psicólogo o psicóloga especialista en trauma. Sólo hablando de ello en las sesiones de evaluación podrá decirte en qué medida has procesado esa experiencia que está en el centro de tus recuerdos.

Si no puedes olvidar, no creas que tu memoria –como decía Lewis Carroll– es tan pobre que sólo mira hacia atrás. La memoria puede tener una valiosa función, se activa para que puedas mirar hacia ti de una forma diferente, y desde ti poder mirar hacia adelante.

Editorial

Este artículo ha sido creado por el Equipo Editorial de Área Humana, dirigido por Julia Vidal. Todo su contenido –edición, texto e imágenes– tiene derechos de propiedad intelectual y no podrá ser reproducido sin el permiso expreso de Área Humana.
Han colaborado en el contenido:
Psicólogos Madrid José SerranoJosé Serrano

Psicólogo Sanitario. Especialista en trauma psicológico. Experto en trastornos del estado de ánimo, estrés y ansiedad. Psicólogo Deportivo


Ponte en contacto con nosotrosEstamos a tu disposición para cualquier duda o consulta que desees hacernos | Psicólogos Madrid Centro de Psicología Área Humana

Recuerda que el contenido de este artículo es información, y aun siendo científico y riguroso y estar elaborado por un equipo de expertos y expertas, tiene un carácter formativo, educativo o divulgativo, y no puede ser utilizado o interpretado como diagnóstico psicológico o médico. En el ámbito de la Salud son fundamentales los especialistas y profesionales acreditados que siempre valorarán las características individuales de cada persona.

Puntúa y comparte

¿Crees que esta información puede ser útil a tus seguidores en las Redes Sociales? A continuación puedes añadir tu valoración y compartir este artículo. Podremos aprender mucho entre todos.
(Número de votos: 23 • Nota Media: 5)