
El miedo al «qué dirán»: Una mirada desacertada
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Observar, atender a lo que nos rodea es adaptativo. Nos permite descubrir, identificar e interpretar nuestro mundo. Es un proceso que, ante los riesgos o dificultades, nos activa, generando conductas y pensamientos adaptativos y soluciones. Por supuesto que este mecanismo también está presente en relación a las personas con las que compartimos experiencias. Atender a los demás y adaptarse a cada situación compartida, puede significar sensibilidad, flexibilidad y empatía, pero si el foco en los demás está en modo «alerta», condiciona y determina nuestras emociones, nuestra conducta y pensamientos, y se convierte en un mecanismo difícil de controlar y que nos obsesiona, estamos ante un problema: el miedo al qué dirán los demás.
¿Dónde se origina el miedo al qué dirán los demás?
Hemos hablado en otras ocasiones de que el miedo, cuándo se activa sin que exista un riesgo real para justificarlo, en vez de ser útil, se convierte en un funcionamiento desadaptativo para afrontar las dificultades. Tal vez recordéis nuestros artículos sobre:
- El miedo al fracaso
- El miedo a la soledad
- El miedo a hablar en público
- El miedo al compromiso
- El miedo a hacer daño a los demás
- El miedo a los demás o fobia social
En relación al miedo al qué dirán los demás, se suelen producir dos tipos de procesos:
- Miedo a que los demás nos hagan daño. Es valioso para nuestra seguridad identificar que otra persona pueda hacernos algún daño, para así prevenir y actuar del modo más útil. El problema surge cuando centramos nuestra atención en esa posibilidad y nos mantenemos en un estado de alerta, tratando de adivinar los posibles peligros que los demás nos pudieran producir, aunque no haya indicios razonables de que eso vaya a suceder, o exagerando la probabilidad de que ocurra.
- Miedo a una mala opinión de los demás. Aunque es normal ser sensible a la opinión que otras personas tengan de nosotras o nosotros, más aún si esas personas son significativas en nuestra vida; en ocasiones le damos una excesiva relevancia, y nos centramos con mucha insistencia en lo que podrían estar pensando sobre nuestro aspecto físico, nuestra forma de actuar, lo que decimos, lo que pensamos… y lo más importante, como si dispusiéramos de una “bola de cristal”, adivinamos que esa opinión es negativa. Llegando a confundir nuestros pensamientos con la realidad, y las «opiniones» de los demás, con las «evidencias».
Factores que participan en el miedo al qué dirán los demás
El estilo de funcionamiento que mantiene una mirada temerosa y una visión peligrosa de los demás, suele estar fundamentada en cuatro factores:
- Nuestra personalidad, las tendencias en nuestro modo de pensar y de reaccionar ante los acontecimientos. Si cada vez que se produce un acontecimiento desagradable, nuestra tendencia es afrontarlo con una elevada dosis de sufrimiento y dolor, sentiremos miedo ante la mínima posibilidad de que se repita de nuevo.
- Nuestra biología, que puede determinar una percepción de fragilidad y en consecuencia reforzar o marcar nuestra visión temerosa del mundo. Hay personas con mayor vulnerabilidad en ansiedad o estrés por ejemplo, y esto genera –sino se actúa ante ello– patrones de pensamiento y conductas desadaptativas.
- Nuestros aprendizajes. La educación que recibimos es muy importante, también en esta cuestión. Si desde la infancia se refuerza la idea de que es crucial lo que los demás piensen de nosotras o nosotros, y que determinará las oportunidades y el desarrollo que vamos a tener en la vida, los otros se convertirán en un elemento que generará temor, ya que de ellos dependerá nuestro futuro.
- Nuestras experiencias nos modelan, y más si suceden en períodos como la infancia o la adolescencia. En ellos, nuestros iguales, son lo más significativo. Si recibimos críticas, malas opiniones, comentarios negativos o rechazos, en momentos importantes de nuestra vida, se pueden quedar grabados y estimular una conducta que trata de evitar que vuelva a producirse estas situaciones. El resultado puede ser un estado de alerta, vigilancia y expectación. A esto lo llamamos en Psicología: Sesgo Atencional («tendencia a dirigir la atención, selectivamente, hacia el procesamiento del material que posee un contenido congruente con el estado de ánimo»).
¿Hasta que punto condiciona nuestra vida el miedo al qué dirán los demás?
La hiper-vigilancia hacia los demás y sus supuestas opiniones y pensamientos, tiene un efecto directo sobre nosotros, pues induce a un constante análisis defensivo, alterando incluso nuestra forma de actuar para que sea “adecuada” a lo que creemos que se espera de nosotros y así evitar un comentario negativo.
Este funcionamiento “retroalimenta” nuestros temores y favorece que situaciones normales sean interpretadas como amenazantes; circunstancia que provoca un cambio en nuestro comportamiento y que, paradójicamente, genera una respuesta en los demás, que confirma, erróneamente, la hipótesis de que se tiene una mala opinión de nosotros. A este proceso le llamamos en Psicología: Sesgo Interpretativo («procesar los estímulos ambiguos dando preferencia al significado de peligro sobre el neutro»).
Pongamos un ejemplo para entenderlo:
Luis tiene 39 años, es muy trabajador, perfeccionista, muy educado…, pero también es una persona temerosa. Cree que sus compañeros tienen un mal concepto de él. Cuando se ríen, él está convencido de que lo hacen por algo que él ha hecho o dicho. A partir de esta convicción, su inseguridad va creciendo día a día, de tal modo que cada vez tiene más seguridad en que los demás opinan negativamente sobre él. Esto genera comportamientos y actitudes hostiles por su parte, que no son fáciles de entender por sus compañeros, que se muestran algo más reticentes. Esa reticencia le sirve a Luis para confirmar que, efectivamente, los demás tiene algo contra él.
Este “bucle” expresa las consecuencias que el miedo al qué dirán los demás, produce en las personas.
Otros factores como el perfeccionismo, la baja autoestima, la poca tolerancia a cometer errores o a aceptar las críticas u opiniones contrarias o negativas de los otros, están en el origen y en el desarrollo de esta dificultad.
¿Cómo superar el miedo al qué dirán los demás? Las 7 claves para controlarlo
- Ser conscientes de nuestras tendencias, de esa mirada temerosa a los pensamientos o lo que los demás puedan decir, de los aprendizajes en ese sentido y de las experiencias que hemos tenido. Si somos conscientes de esta forma en la que actuamos y por qué se produce, ya tenemos el primer paso para avanzar en la solución.
- Trabajar nuestra autoestima. Entender que nuestro valor como personas está en el propio hecho de ser personas, con responsabilidad. Ser conscientes de nuestras limitaciones y fragilidades, tanto como valorar nuestras cualidades y fortalezas.
- Trabajar el perfeccionismo. Nadie posee la perfección, y creer lo contrario lleva a la frustración y el desánimo.
- Ajustar expectativas. Aceptar que no todos van a pensar bien de nosotros y que no vamos a caer bien a todo el mundo, que va haber muchas cosas nuestras que no gusten a los demás; eso forma parte de la vida, al igual que cuando piensan bien. La opinión de los demás no determina y condiciona nuestro bienestar, este depende de otras muchas cuestiones, que tienen que ver con nosotras o nosotros mismos.
- Buscar “Pruebas de Realidad”, así llamamos en Psicología a las evidencias incuestionables, tras observar y analizar objetivamente lo que pensamos o interpretamos, a partir de un hecho o acontecimiento.
- Perder el miedo a comentarios negativos y críticas. Reflexionemos ¿son tan graves las consecuencias de que alguien piense mal de nosotros?. Seguro que sucede de vez en cuando y no pasa nada. Nosotros pensamos también mal de algún aspecto de otra persona. Todas y todos tenemos amigos, familiares, conocidos… de los que no nos gustan algunas o muchas cosas: expresiones, ideología, comportamientos…, pero los queremos, los valoramos y disfrutamos con ellos.
- Desarrollar habilidades sociales como la asertividad. Habilidades como la asertividad, la capacidad para realizar o recibir críticas, son fundamentales para reducir y eliminar el miedo al qué dirán los demás. Cuando nos sentimos con recursos personales para aceptar o manejar una opinión o un comentario negativo, ganamos seguridad, y reforzamos la autoconfianza, haciéndonos más fuertes frente a los factores externos a nosotras y nosotros.
Editorial
Este artículo ha sido creado por el Equipo Editorial de Área Humana, dirigido por Julia Vidal. Todo su contenido –edición, texto e imágenes– tiene derechos de propiedad intelectual y no podrá ser reproducido sin el permiso expreso de Área Humana.
Han colaborado en el contenido:

Psicóloga Sanitaria. Directora del Centro de Psicología en Madrid Área Humana. Especialista en Ansiedad y Estrés. Experta en Emociones y Salud.
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