
¿Cómo detectar y afrontar una situación de violencia contra la mujer en la etapa adolescente?
Índice de Contenidos
- Detección de la violencia de género en la adolescencia ¿Está mi hija sufriendo violencia de género?
- Comprendiendo la violencia de género en la etapa adolescente
- La violencia de género en la adolescencia: la labor de las madres y los padres
- 5 formas de violencia de género. ¿Qué podemos considerar violencia de género?
- Identificando algunos mitos sobre la violencia de género
- 12 indicios que deberían alertar a las madres y a los padres sobre maltrato a su hija
- ¿Por qué mi hija no ha confiado en mi y no me ha contado nada?
- Qué NO hacer si mi hija adolescente sufre violencia de género
- Qué SÍ hacer si mi hija adolescente sufre violencia de género
- Estudio: El más completo estudio realizado sobre violencia física o sexual contra las mujeres
- Conclusiones
- Editorial
- Puntúa y comparte
El objetivo principal de los “días mundiales” o “internacionales”, es dar visibilidad a cuestiones y temas que tienen una indudable relevancia global. El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer es una oportunidad para insistir en la atención a uno de los retos más importantes que afronta nuestra sociedad, un reto que debería implicarnos todos los días del año. La violencia contra las mujeres pone de manifiesto una profunda situación de desigualdad, una compleja realidad que conviene analizar con reflexión, profundizando en aspectos culturales, educativos y socioeconómicos, que pueden explicar una situación que no logra mejorar al ritmo deseado. La violencia de género hacia las mujeres se manifiesta desde etapas muy tempranas del desarrollo de los niños y las niñas, pero quiero dedicar este artículo a una etapa crucial, en la que se inician las relaciones afectivas. Una etapa en la que las familias tienen un papel fundamental de educación y sensibilización. He elaborado este artículo como una guía, con información, consejos y pautas para las madres y los padres, sobre cómo detectar y afrontar la violencia de género en la adolescencia, un proceso difícil, sinuoso, lento, pero demoledor para muchas adolescentes.
Detección de la violencia de género en la adolescencia ¿Está mi hija sufriendo violencia de género?
En las adolescentes la violencia de género se manifiesta en forma de abuso verbal, más tarde psicológico y en menor medida económico, sexual o físico. Muchas adolescentes sufren acoso a través del móvil o de las redes sociales.
En la mayoría de los casos las adolescentes no identifican estas conductas como muestra de violencia, sino que tienden a justificarlas. Muchas jóvenes confunden el acoso, con interés o con amor.
Para los progenitores también puede ser difícil detectar la violencia hacia sus hijas. En los casos en los que se tienen sospechas, no es fácil elegir una forma de actuar, y a menudo, sin desearlo, pueden provocar reacciones beligerantes y distanciamiento por parte de las hijas.
¿No lo ves? La violencia de género en mujeres adolescentes puede ser invisible. ¡Detéctalo y actúa! Protege a tu hija adolescente de un posible maltrato Clic para tuitearAyudarlas, va a requerir de las madres y padres información, estrategias y sobre todo, buena disposición, grandes dosis de paciencia, determinación y mucha empatía y comprensión.
Comprendiendo la violencia de género en la etapa adolescente
Empecemos por hacernos dos preguntas claves: ¿Qué es violencia de género? ¿Qué probabilidad hay de que le suceda a mi hija?
Tal vez convenga leer lo que dice la actual legislación en materia de violencia de género.
Todo acto de violencia (…) que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia. (…) que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada. (Ley Orgánica 1/2004 Artículo 1, de Protección Integral contra la Violencia de Género).
En cuanto al riesgo tenemos que observar el alcance de este problema, los datos nos revelan que en 2019 el número de mujeres que han sufrido violencia de género ha aumentado un 2% frente al año anterior, la cifra total es de 31.911 mujeres mayores de 14 años en España (INE, 2019).
Los datos son incuestionables, y su mala evolución pone de manifiesto la necesidad de hacer mayor hincapié en el desarrollo de mecanismos de protección y acción frente a la violencia de género.
La violencia de género en la adolescencia: la labor de las madres y los padres
Al igual que otros problemas complejos, la intervención en edades tempranas, va a ser crucial para la prevención futura. Y es aquí donde las madres y padres van a tener una labor decisiva.
Los adolescentes toman sus referentes de diferentes fuentes, la televisión, el cine, la publicidad y sobre todo de las redes sociales. Muchas de las ideas y conceptos provenientes de esas fuentes, les ayudan a construir su mundo y a desarrollar habilidades para moverse en él con soltura.
Pero no siempre la información que reciben es conveniente y adecuada. En muchas ocasiones, incorporan de un modo irreflexivo, estereotipos y creencias, por ejemplo, sobre la pareja o las relaciones afectivas, que potencian pensamientos y comportamientos que están en el origen de esas situaciones de violencia de género.
Muchas películas, series y libros, insisten en el “mito del amor romántico”, en el que se confunde la intolerancia, el control o la agresividad, con una muestra de afecto incondicional e interés, y la aceptación y sometimiento, con una expresión de entrega y verdadero amor: “Tiene celos por que me quiere de verdad”. “Por amor se debe aguantar todo”. “Las peleas y los conflictos son normales, pero la muestra de amor es aguantarlos”.
Las adolescentes –y los adolescentes– puede llegar a normalizar estas ideas y terminar por considerarlas válidas, sin reflexionar sobre lo que representan estas actitudes y pensamientos: la expresión de dinámicas de dominancia, poder y control, que pueden convertirse en relaciones abusivas y tóxicas.
La etapa adolescente es un período de cambio y de desarrollo, es un momento de aprendizaje, donde se comienzan a forjar las creencias sobre el mundo y sobre los demás. En este período conformamos nuestra futura autoestima.
Es una etapa de elevada vulnerabilidad, probablemente, la etapa en la que más ayuda y apoyo necesitamos. Paradójicamente, es también la etapa en la que más reivindicamos nuestra independencia y autonomía.
Las madres y los padres, van a necesitar mucha información para detectar los indicios de violencia de género, y para poder ayudar a sus hijas, en primer lugar, tendrán que liberarse de esas mismas creencias e ideas que también les afectan.
5 formas de violencia de género. ¿Qué podemos considerar violencia de género?
La violencia de género se puede identificar en diferentes contextos y en diferentes formas y grados:
- Violencia psicológica: Insultos, amenazas, coacciones, desprecios, humillaciones…
- Violencia social: Limitación de contactos, limitación de participación social…
- Violencia económica: Control de los ingresos, control de los gastos, control de en qué gastar y con quién hacerlo…
- Violencia sexual: Obligar a tener relaciones, manipular para no tenerlas, imponer el estilo de la sexualidad, realizar prácticas no consentidas…
- Violencia física: maltrato físico, coacción y amenaza física…
Estas son algunas situaciones y actos que pueden ser indicios de violencia de género:
- Abusos verbales y emocionales.
- Recibir insultos, desprecios o burlas.
- Expresión beligerante de celos y desconfianza.
- Humillaciones ante otras personas.
- Amenazas de agresión física.
- Contacto sexual no deseado, forzar a determinados juegos sexuales.
- Control de las llamadas del móvil, acceder a las cuentas personales en redes sociales, sustraer las contraseñas.
- Llamadas constantes para saber donde y con quien se encuentra.
- Controlar la forma de vestir, el pelo, el maquillaje.
- Controlar el aspecto físico, manipular sobre la propia percepción del cuerpo: “Estás muy gorda”. “Deberías tener más pecho –o menos pecho–”.
- Darle empujones, pellizcos, tirones de pelo.
- Apartarla de alguna amiga o amigo. Hablar mal, malmeter contra personas importantes para ella.
Identificando algunos mitos sobre la violencia de género
Ya hemos comentado que muchas y muchos adolescentes normalizan situaciones que pueden ser expresión de violencia de género. Sería importante repasar algunos de estos “mitos”, los más frecuentes. Esto va a ayudar a las madres y a los padres a identificar estas situaciones que, aún siendo frecuentes, no pueden considerarse aceptables.
- MITO 1: “Los jóvenes se relacionan de una manera muy intensa y a veces es normal que sus relaciones estén plagadas de peleas y discusiones”. Es normal discutir con la pareja, sí, pero a través del diálogo asertivo. No es normal que se discuta de una manera agresiva y amenazante, sin igualdad, desde posturas de dominación.
- MITO 2. “Con tanta exposición en las redes es normal que se fomenten los celos en la pareja”. Nada justifica los celos y mucho menos que se gestionen con agresividad y control hacia la pareja. Es importante reseñar que el ciberacoso es una forma muy extendida actualmente para ejercer control y abuso sobre la pareja.
- MITO 3. “En las relaciones jóvenes no existe el maltrato eso ocurre en relaciones adultas”. Los datos nos revelan que en los últimos años el maltrato cada vez está más presente en edades más tempranas y eso es un indicativo que nos tiene que hacer pensar sobre cómo los adolescentes conforman creencias disfuncionales sobre las relaciones de pareja y en qué modelos están basadas esas creencias.
- MITO 4. “Los adolescentes no saben lo que hacen ni tienen consciencia de que están maltratando a sus parejas”. En la adolescencia se desarrolla el esquema de valores, se establecen los conceptos de lo que está bien y está mal. Es por tanto en esta etapa en la que las madres y padres tienen una influencia importante para ayudar a que se definan correctamente estos valores. Aceptar, incluso tolerar, ideas como que “todo vale cuando hay amor y se es joven” puede estar potenciando una situación de violencia de género.
Los mitos son prejuicios, ideas basadas en miedos y percepciones distorsionadas, que no nos ayudan a resolver el problema, sino más bien a agravarlo.
El sentimiento de culpa que puede llegar a sentir una víctima de violencia de género tiene su origen en la aceptación en el seno de la familia, y en la sociedad, de estas ideas y creencias erróneas.
Determinadas percepciones terminan culpabilizando a la víctima, justificando, en alguna medida, acciones del agresor, del todo injustificables. Estoy hablando de pensamientos del tipo: “Lo entiendo. La quiere tanto, que cuando la vio con ese vestido tan corto, delante de todos, es normal que perdiera los nervios”.
Si tu hija está sufriendo una situación de violencia de género, ¿cómo puedes identificar que algo está sucediendo?
12 indicios que deberían alertar a las madres y a los padres sobre maltrato a su hija
Es importante aclarar que los indicios que propongo son orientativos. La existencia de estas situaciones no tiene que expresar una relación de malos tratos, pero si es importante considerarlos y añadirlos a otras informaciones que podamos obtener.
La mejor forma de obtener más información y confirmar o desestimar nuestras sospechas es el diálogo con nuestras hijas adolescentes.
Indicios que podrían significar maltrato en la etapa de relación de pareja de la adolescente:
- Cambios en el estado de ánimo de manera persistente. Signos de llorar con frecuencia.
- Percibir tensión, inquietud, azoramiento, sobre todo en ciertas situaciones: sobresaltarse cuando suena el móvil, titubear cuando les invitan amigos a salir…
- Alejarse de las amigas y los amigos de siempre.
- Problemas académicos.
- Consumo abusivo de sustancias.
- Aumento del uso del móvil para responder de forma inmediata a la pareja, mostrando que es una especie de obligación ineludible.
- Contravenir normas y hábitos de la familia (comer juntos en determinadas fechas, etc.), aludiendo a que su pareja se enfadaría sino lo hiciera de ese modo.
- Discusiones, rupturas temporales, idas y venidas…
- Mostrar baja autoestima y baja percepción de valía.
- Empezar a vestir, peinarse o maquillarse de un modo que parece no conectar con los propios gustos e inclinaciones.
- Hacer mención de algún acontecimiento o acto que exprese falta de respeto a su independencia y autonomía: revisar su móvil, revisar su bolso, entrar en alguna de sus cuentas de redes sociales, comentarios despectivos en redes sociales o grupos de Whatsapp comunes…
- Indicios físicos de maltrato: arañazos, moretones…
En cualquier caso, es fundamental comprender que la agresión de una persona hacia otra persona es un delito y que estamos todas y todos obligados a denunciar dichas situaciones. En lo que refiere a violencia de género, tenemos que dar aviso a las autoridades de tal situación de desigualdad y agresión.
Si el caso atañe a un o una menor, la protección de su integridad debe ser prioritaria, por lo que es importante poner en conocimiento de las autoridades tales situaciones. Así lo deben hacer, los padres y madres, si su hijo o hija está sufriendo una situación de malos tratos por parte de su pareja.
No hay respuestas únicas sobre cómo actuar en estas situaciones. Se recomienda acudir a la comisaría, a la Unidad de Atención a la Familia y la Mujer, más cercana, o a la Fiscalía de Menores, para que sean ellos los que nos indiquen la forma de proceder en cada caso.
¿Podría tu hija estar siendo víctima de violencia de género en su relación de pareja? 5 formas de violencia de género y 12 indicios que deberían alertar a las madres y padres Clic para tuitear¿Por qué mi hija no ha confiado en mi y no me ha contado nada?
La intensidad y complejidad de las emociones de una madre o un padre, cuando tienen conocimiento de que su hija está sufriendo una situación de maltrato por parte de su pareja, hacen que sea muy difícil gestionar lo que se siente y sobre todo afrontar la situación con serenidad y de una forma adecuada.
Emociones como el miedo al dolor que le están infringiendo a nuestra hija. La culpa por no haberla podido proteger. La indefensión por no saber cómo actuar y parar la situación. La impotencia al no poder resolver de inmediato la situación. La incomprensión ante el hecho de que su hija no le contara antes la situación…
En primer lugar hay que aprender a gestionar estas emociones, identificarlas, expresarlas correctamente y regularlas.
Identificar lo que nos hace sentir esta experiencia sera fundamental para aceptar y comprender nuestras emociones, su utilidad y la información que nos están dando. Desde ahí, podremos regularlas y orientarlas hacia la búsqueda de soluciones eficacez.
Si nos quedamos ancladas o anclados en la rumiación, la tristeza, la frustración o la queja, entraremos en un bucle donde pensamientos como: “¿Por qué le ha sucedido esto a mi hija, si es tan buena persona?” “Tendría que haberla educado mejor”. “¿Qué podría haber hecho para evitarle esta situación, soy una inconsciente?” “Soy una mala madre –o un mal padre–“”.
Con frecuencia entramos en el bucle del autorreproche, en el que nos preguntamos qué hemos hecho mal o qué no hemos hecho, que haya provocado esta situación. Y también nos preguntamos por qué no nos lo ha contado nuestra hija, alimentando de nuevo la percepción de que algo hicimos mal para no tener su confianza.
Es importante no perder la perspectiva. Comprender que en la adolescencia se tiende a compartir más con los que consideramos “nuestros iguales” –compañeras, amigas, confidentes…– y que en la búsqueda de la propia identidad también se produce un cierto alejamiento de las madres y los padres.
Además, puede que la adolescente tenga miedo a decir algo, por las represalias de su pareja. Que esté confusa sobre si es verdadero maltrato –recordemos que muchas ideas y creencias hacen que se justifiquen están conductas violentas, interpretándolas como signos de “amor verdadero”–. O también, puede que la adolescente crea que si lo cuenta no recibirá el apoyo y la comprensión necesarios y la situación empeorará aún más.
En cualquier caso, es muy importante que las madres y padres se aproximen al problema tras una buena autorregulación, y con altas dosis de paciencia, mucho tacto y sobre todo empatía.
¿Por qué mi hija no ha confiado en mi, por qué no me ha contado nada? Hemos creado una guía para madres y padres sobre la detección y la forma de actuar, cuando nuestra hija adolescente es víctima de violencia de género Clic para tuitearSer dialogantes, sensibles, ir poco a poco, con tenacidad, pero con calma.
Estos son algunos consejos de qué hacer y qué no hacer, si tu hija vive una situación de violencia de género con su pareja.
Qué NO hacer si mi hija adolescente sufre violencia de género
- No utilizar expresiones y frases hechas. “Hija con lo lista que tú eres, ¿cómo puedes aguantar esas cosas?”. Estas frases fomentan el sentimiento de culpa y dirigen la responsabilidad hacia la víctima.
- No apelar a la autoridad, como madres o padres, para que corte con esa relación. Esta actitud no suele resolver la situación, ya que si la adolescente no se empodera, adquiere consciencia y resuelve ella misma la pareja, puede que siga con la relación, incluso a escondidas.
- No restar importancia a la situación. “No pasa nada hija. Seguro que se arreglan las cosas”. “Bueno, sólo ha sido un par de veces. Es un crío”. A veces, por la incomodidad que genera en los padres la situación, esperan a que el problema sea más acusado para posicionarse. Es importante ser coherentes y expresar que algo no está bien desde los primeros detalles, y no quitar gravedad a cualquier indicio, por infrecuente que sea al principio. Ayudaremos a prevenir y evitar una relación tóxica, en esa situación y en futuras elecciones de pareja de nuestra hija.
- No regañar, reprochar o enfadarse. El objetivo de las madres y los padres es crear un entorno seguro y tranquilo en el que se pueda hablar y expresarse con libertad.
- No cuestionar y dudar de lo que nos cuente. “A lo mejor no lo has interpretado bien”. “Siempre has sido una exagerada. ¿Seguro que es como lo estás contando?”
Qué SÍ hacer si mi hija adolescente sufre violencia de género
- Respetar los tiempos. Si no quiere hablar, dejar espacio para que lo haga de una manera espontánea sin sentir apremio.
- La escucha activa y la empatía son esenciales. Escuchar sin emitir juicios ni valoraciones, tratar de comprender sus lenguaje no verbal, y hacer un especial esfuerzo para ponerse en su lugar teniendo en cuenta la diferencia de edad y su situación vital.
- No ejercer presión. Con tácticas o manipulación: hablando mal de su pareja, sonsacando información. Tiene que sentir que su familia es un entorno seguro, un lugar al que acudir cuando tenga problemas. Si siente presión o miedo a represalias, percibirá más frágil este apoyo familiar y el agresor tendrá más control y poder.
- Tener paciencia. Querremos saber todos los detalles y tendremos muchas preguntas sin contestar, pero hay que intentar no avasallar, no hay que saberlo todo de golpe y hay que cuidar no hacer preguntas inoportunas o íntimas, que puedan provocar la sensación de estar en un interrogatorio y propiciar un bloqueo en el diálogo.
- Refuerza los esfuerzos y los avances. Sea cual sea el momento en el se haya producido un diálogo, agradece que esté compartiendo esa intimidad contigo, que confíe en ti para que buscar soluciones juntos. Recuérdale que siempre estarás a su lado.
- Expresa la convicción en la credibilidad de su relato. Es imprescindible que sienta que todo lo que dice es escuchado y no se pone en tela de juicio. Hay que tratar de centrarse en el presente y en la situación. Cualquier consideración –otras discusiones o rencillas en la familia– que no tienen que ver con la cuestión debe mantenerse al margen: “Es que tienes mucho carácter”. “Bueno, yo también te di un cachete el otro día, es que a veces sacas de quicio”.
- No cuestionar su independencia y su capacidad de decisión. No decirla lo que tiene que hacer, con suficiencia o autoritarismo. O compararte con ella: “A mi eso no me hubiera pasado, yo le mando a paseo el primer día”. “Si hubieras vivido lo que yo, no dejarías que te hicieran esto”.
- No incidir en los errores que pueda estar cometiendo. En estas situaciones es normal que la adolescente sienta confusión, fragilidad, indefensión, miedos y muchos otros sentimientos encontrados… y en situaciones como esta, incluso más propicias, todos cometeríamos errores, como dejar la relación y volver a retomarla, una y otra vez. Es importante no hacer reproches y no enfocarse en los errores cometidos: “te dije que pasaría”. “No sé por qué has vuelto, estaba claro que lo volvería a hacer”. Hay que dejar clara la idea de que, decida lo que decida y pase lo que pase, siempre estarás cerca con un abrazo de seguridad y apoyo, sin juicios, ni presiones.
- Ayúdala a resolver cuestiones prácticas. Por ejemplo, explícale por qué es importante presentar una denuncia, haz los trámites con ella y acompáñala a presentarla. Revisa con ella si hay alguna posibilidad de que la hagan daño, por ejemplo con fotografías comprometidas, o con cuentas de redes sociales, etc., y ayúdala a prevenir estas contingencias.
- Contad con un profesional de la Psicología. En este tipo de situaciones es fundamental realizar una valoración y seguimiento por parte de una psicóloga o un psicólogo formado en violencia de género en adolescencia, para que valore el estado emocional y para que trabaje aspectos referidos a las ideas y creencias, los pensamientos, las interpretaciones, los comportamientos… y todos los aspectos psicológicos que intervienen en estas situaciones.
Estudio: El más completo estudio realizado sobre violencia física o sexual contra las mujeres
Se acaba de publicar en The Lancet el estudio más amplio, hasta la fecha, realizado sobre la violencia física o sexual contra la mujer infligido su propia pareja. Se ha realizado a partir de los datos de la OMS.
Los datos, recogidos del 2000 al 2018, reflejan el trabajo de más de 333 encuestas y estudios de 161 países y áreas con respuestas de alrededor de dos millones de mujeres. No obstante, las autoras de la investigación matizan que “debido a que las estimaciones de este estudio se basan en las experiencias de las que han informado las mujeres, y dada la naturaleza delicada y estigmatizada del tema, es probable que la verdadera prevalencia de la violencia a la que estas mujeres están sujetas por parte de su pareja íntima sea aún mayor”
Los datos que reflejan este estudio son verdaderamente alarmantes. Más de mil millones de mujeres han sido pegadas, amenazadas o violadas en algún momento de su vida. Esto representa el 27% de la población femenina mundial entre los 15 y los 49 años.
En relación al tema que trata este artículo los datos son muy preocupantes, y nos indican que la violencia de género empieza a edades tempranas.
Una de cada siete mujeres (13%) había sufrido violencia reciente por parte de su pareja en los últimos 12 meses de la encuesta.
La autora principal del estudio, Claudia García-Moreno, de la Organización Mundial de la Salud afirma que «evitar que la violencia de pareja se produzca en primer lugar es vital y urgente. Los gobiernos, las sociedades y las comunidades deben prestar atención, invertir más y actuar con urgencia para reducir la violencia contra las mujeres, incluso abordándola en los esfuerzos de reconstrucción posteriores al COVID».
Conclusiones
Espero que este artículo sea util a las madres y a los padres para comprender y afrontar una situación tan compleja. La familia es el principal factor en la prevención y afrontamiento de la violencia de género en la adolescencia.
Un apego sólido y estable nos fortalece ante la vida. Pero las fortalezas no surgen de la nada. En el término “adolescencia” en su etimología está el verbo “adolesco” que significa “crecer, desarrollarse, ir en aumento”.
La labor de las madres y los padres es participar en ese crecimiento y desarrollo, acompañar a las hijas e hijos en esa etapa, contribuyendo a que construyan una personalidad rica y plena, con capacidad para gestionar uno de los procesos más importantes de sus vidas: sus relaciones afectivas. Y todo ello, desde la responsabilidad, la autonomía, la igualdad y la libertad.
Y para ese reto, las competencias emocionales y la resiliencia, van a ser unas compañeras muy, muy valiosas.
Editorial
Este artículo ha sido creado por el Equipo Editorial de Área Humana, dirigido por Julia Vidal. Todo su contenido –edición, texto e imágenes– tiene derechos de propiedad intelectual y no podrá ser reproducido sin el permiso expreso de Área Humana.
Han colaborado en el contenido:

Psicóloga Sanitaria. Especialista en intervención clínica. Experta en desórdenes emocionales.
Estamos a tu disposición para cualquier duda o consulta que desees hacernos | Psicólogos Madrid Centro de Psicología Área Humana
Recuerda que el contenido de este artículo es información, y aun siendo científico y riguroso y estar elaborado por un equipo de expertos y expertas, tiene un carácter formativo, educativo o divulgativo, y no puede ser utilizado o interpretado como diagnóstico psicológico o médico. En el ámbito de la Salud son fundamentales los especialistas y profesionales acreditados que siempre valorarán las características individuales de cada persona.