202017Dic
Comprender y modificar el “comer emocional”: una relación disfuncional con la comida

Comprender y modificar el “comer emocional”: una relación disfuncional con la comida

(Tiempo de lectura 10 minutos)

Hay un término del que se habla mucho, más en momentos del año donde la comida se convierte en protagonista, es el comer emocional. Todas y todos conocemos la estrecha y en ocasiones compleja relación que cada persona tenemos con la comida, con nuestra alimentación; y cómo en esa relación la emociones tienen un destacado protagonismo.

Engordo por lo estresado que estoy, si me siento mal necesito comer dulce, si estoy a gusto lo que más feliz me hace es comer “chuches”, si estoy preocupada me es imposible comer…

Gran parte de lo que nos acontece en la vida lo relacionamos con la comida: celebraciones, acontecimientos…, pero también asociamos a la comida situaciones de estrés, de desconcierto, tristeza o angustia.

La forma en la que nos alimentamos está influida por factores biológicos, geográficos, sociales, culturales… y sin duda emocionales. Es la combinación de todos esos factores la que va a determinar cómo comemos cada una de nosotras y nosotros.

Este artículo va a centrarse en los factores emocionales de la comida, en el comer emocional.

Julia Vidal en Radio5 sobre comida y emociones

Programa «¡Que te como!» en «Estamos como queremos» de Radio 5 (RNE). Participa, como experta en Emociones y Salud, Julia Vidal

Hemos querido compartir el espacio de radio «¡Que te como!» del programa semanal de Radio 5 «Estamos como queremos», en el que ha participado Julia Vidal, por el interesante tema que su directora Elena Marquínez nos propone: Comida y emociones.

«ESTAMOS COMO QUEREMOS»: «Comer correctamente será, una vez más, uno de los loables propósitos con los que nos comprometemos en el nuevo año. Una buena intención que necesita información, reflexión y apoyo para que el fracaso no caiga con todo su peso (y pesar) en el momento más inoportuno. Porque cuesta llevarlo a cabo, porque es necesario hacerlo, porque la recompensa al esfuerzo realizado se disfruta más que un regalo y, en definitiva, porque comer es mucho más que saciarnos, acudimos a dos expertas que nos ayudan a mirar al plato con puntería. ¡Y con ganas! de las pistas sobre una correcta nutrición se ocupa la Dra. Clotilde Vázquez, jefa del Departamento de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz. De los factores emocionales de la comida hablamos con la psicóloga, Julia Vidal, directora de Área Humana y responsable del área clínica del centro.»

Las emociones y la comida: el origen del comer emocional

La comida es una actividad social

Comer es necesario para la vida y cumple una función fisiológica en la supervivencia. Nuestra biología desarrolló señales potentes que nos llevan a comer, el hambre, o a parar de comer, la saciedad. Estas sensaciones en ocasiones pasan inadvertidas o se confunden en muchas personas, y con ello llegan algunos desajustes.

Para no dejar de comer, y así conseguir la supervivencia de la especie, comer tenía que producir placer, y los sabores de los alimentos nos lo proporcionan, al tiempo que eliminan el malestar que sentimos con el hambre.

En definitiva, obtener en la comida placer, satisfacción, calma, bienestar y consuelo, es una natural respuesta de nuestro “mecanismo de recompensa”, pero

¿Qué significa que la comida también nos produzca emociones como culpa, miedo, descontrol, e incluso, desesperación?

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Seguro que te interesará: ¿Sabes reconocer tus miedos?

La alimentación influye en nuestro desarrollo corporal, cognitivo, intelectual y emocional; además, acompañando a la función fisiológica, desde siempre, se han ido uniendo rituales, convirtiéndose en una forma de comunicación con los otros y en una de las más comunes expresiones de nuestra forma de entender la vida.

De la interacción entre los aspectos socio-culturales y biológicos de la comida, surgen conflictos: alimentos poco recomendables, incluso prohibidos, pueden resultar muy apetecibles, otros nos generan rechazo, algunos nos obsesionan o generan adicción, muchos están supeditados a las modas, otros son expresión de un estilo de vida…

La comida esta asociada al ámbito cultural y social, pero también, y de un modo muy íntimo, a la esfera emocional. Explicamos qué es el comer emocional Clic para tuitear

Han proliferado muchos estudios que resaltan en papel fundamental de las emociones, en la forma en la que comemos y en cómo nos relacionamos con la comida. Por supuesto que no podemos olvidar el protagonismo de las emociones en los denominados trastornos de la conducta alimentaria.

Un amplio conjunto de motivaciones dirige la elección de un alimento u otro; incluso pueden hacer que una persona establezca una inflexible relación con un alimento –tanto en un sentido positivo como negativo–.

Nuestro estado emocional y nuestra capacidad para regularlo puede impulsar nuestra forma de comer. La ansiedad, la tristeza, la soledad o la alegría son fuertes condicionantes para que algunas personas coman, incluso sin tener hambre. En estos casos, se pierde, relativamente, el control del comportamiento alimentario y, con frecuencia, aparece una alimentación inadecuada que suele tener consecuencias –aumento de peso, por ejemplo– y que generan sentimientos de culpa y de nuevo tristeza, entrando en un círculo de malestar.

Un estudio realizado en 1991 por Langer, Warheit y Zimmerman consistió en entrevistar a 2.075 adultos en el sudeste de Estados Unidos. Los resultados que arrojan fueron muy interesantes: el 45,2% de las personas entrevistadas se sentían culpables después de comer, el 44,2% pensaban que tenían un problema de peso, el 1,2% respondieron que se auto inducían vómitos, y el 7,9% dijeron que sus vidas estaban dominadas por problemas relacionados con la comida.

Rozin en un completo artículo publicado en 1996, habla del papel de la comida a lo largo de nuestra vida y como esta influye sobre la trayectoria biológica, social, individual y cultural. Nos habla de la importancia de la adaptación adecuada a la alimentación, en la que para conseguirlo hay que resolver problemas, al igual que resolvemos problemas en otros aspectos vitales, como parte de nuestra supervivencia. También señala cómo, a través de la comida, se estudia al ser humano y se observan la adquisición de procesos en la transmisión de preferencias, valores, conflictos y afectos.

Desde luego parece claro que la forma en que comemos habla de cada uno de nosotros y de nosotras, de la capacidad que hemos tenido y tenemos para adquirir hábitos favorecedores de salud y bienestar, de nuestra capacidad para afrontar y resolver problemas, para tolerar el malestar, manejar la impulsividad, la expresión de nuestras emociones, etc.

El impulso natural de comer es adaptativo, sentimos hambre cada cierto tiempo y comemos y obtenemos placer, del que más o menos somos conscientes, pero para algunas personas, comer es el único placer que tienen, o el que más fácilmente pueden satisfacer. Convierten la comida en la única forma de sentir control, de orgullo o descontrol.

Está claro que comer es un acto relevante en nuestra vida. Y tú ¿cómo comes?

Identificando si tenemos una forma de comer emocional

Comerse la emociones

¿Tus emociones son las que dirigen cómo comes? ¿La comida es una preocupación u obsesión en tu vida? ¿Tienes miedo de que lleguen celebraciones por no poder parar de comer? ¿Estás haciendo cábalas todo el día para ver qué comes? ¿Estás luchando para no comer determinadas cosas? ¿Picas constantemente?…

Contesta a estas preguntas:

  • ¿Te sientes inseguro/a o con sensación de perder el control ante una comida que te gusta mucho?
  • ¿Sueles tener dificultad para parar de comer, o no eres capaz de dejar comida en el plato?
  • ¿El tema de la comida es recurrente en tus pensamientos?

¿A cuantas has contestado que sí?

Todos hemos aprendido, por ejemplo, a dedicarle un tiempo a pensar por qué tenemos un dolor: ¿me he sentado con una mala postura?, ¿comí algo indigesto?, ¿he cogido frío?… y actuar en consecuencia.

De igual modo deberíamos reflexionar ante “malestares emocionales” relacionados con la comida. Muchas veces somos conscientes de que nuestra conducta no es la más adecuada, que responde a emociones y no a hambre: picamos continuamente, asaltamos la nevera por la noche…, o recibimos alertas de nuestro cuerpo: sobrepeso, colesterol, diabetes… Pero no hacemos nada, pensando que no seremos capaces de cambiar.

Pero esta “consciencia” de que algo no estamos haciendo bien, nos produce un malestar emocional que incrementa el comer emocional, cerrando y consolidando un círculo, del que sólo nosotras y nosotros, podemos salir.

En el círculo del comer emocional, un estímulo inicial –tratamos de resolver con la comida una emoción desagradable, no de satisfacer nuestro hambre– nos lleva a comer de forma descontrolada, inadecuada o compulsiva, esto genera una recompensa inmediata y temporal, que pasará en poco tiempo –a veces es instantáneo– a un intenso malestar por vernos con poca percepción de control en nuestra forma de comer, lo que nos hace sentir fracaso y frustración, y en consecuencia emociones como culpabilidad, tristeza, miedo, ansiedad… que nuevamente resolveremos… comiendo, único recurso que conocemos para sentir de nuevo control y satisfacción.

Círculo del comer emocional

El comer emocional actúa como un mecanismo circular en el que la obtención de alivio inmediato es la respuesta que damos a nuestro malestar, respuesta insuficiente que, de nuevo, genera malestar Clic para tuitear

¿Y de qué forma se llega a un “comer emocional”?

  1. Cuando se confunden emociones desagradables o agradables, con la sensación de hambre, y se le da la respuesta natural de comer.
  2. Cuando tenemos poca tolerancia al malestar emocional.
  3. Cuando somos impulsivos o impulsivas.
  4. Cuando se hace un afrontamiento inadecuado para resolver problemas o manejar emociones y se usa la comida como distracción de esas dificultades o como alivio (la comida como “ansiolítico” o “antidepresivo”).

Así tu cerebro encuentra en la comida una “vía rápida”, un reforzador potente que da placer y disminuye malestares vitales (angustia, preocupación…) y de esta manera, el comer emocional se consolida en un hábito que funciona de forma independiente a las emociones que sientas.

¿Cómo se pasa de tener una relación natural con la comida a usarla como un 'instrumento emocional' Clic para tuitear

¿Qué podemos hacer frente al comer emocional?

Qué hacer frente al comer emocional

Infografía sobre el comer emocional

clic para ampliar

El comer emocional es un hábito incorrecto que terminamos por consolidar en nuestra vida. La solución es recorrer el camino inverso, es decir, sustituirlo por un nuevo hábito saludable:

  1. Ser consciente de cómo comemos y por qué, y saber que es posible hacer las cosas de una forma más beneficiosa para nosotros.
  2. Ver el “hambre emocional” como una señal que nos indica que algo no está bien, y usarlo como “pistoletazo de salida”, para ponernos en acción.
  3. Diferenciar el “hambre física” del “hambre emocional”.
  4. Identificar nuestras emociones y aprender a gestionarlas adecuadamente.
  5. Aprender a demorar, a posponer el comer hasta el momento en el que es adecuado hacerlo.
  6. Aprender a manejar los pequeños estresores cotidianos y resolver los problemas.
  7. Incrementar nuestras actividades placenteras que no estén relacionadas con la comida.
7 consejos esenciales para modificar el hábito de 'comer emocionalmente' y disfrutar de un modo saludable de la comida Clic para tuitear

Conclusiones sobre el comer emocional

En nuestra vida es fundamental aprender a comer bien, y generar y consolidar buenos hábitos:

  • Tener información adecuada sobre alimentación y aprender a comer de forma saludable.
  • Reflexionar y poner en cuestionamiento creencias y pensamientos erróneos que tenemos sobre la alimentación: comer pan engorda; si me salto alguna comida, adelgazaré; la pasta o la legumbre engorda; si quiero estar delgada tengo que comer poco…

En materia de alimentación, nutrición y dietética, consulta información fiable o acude a un dietista-nutricionista.

  • Adquirir hábitos saludables en relación a la comida. Conocer el proceso de adquisición de hábitos y cuáles son los necesarios en tu caso.
  • Entender la relación que hemos desarrollado entre nuestras emociones y nuestra forma de alimentarnos.
  • Aprender a gestionar las emociones y los problemas.

En los procesos de adquisición de hábitos y en la gestión de las emociones los psicólogos y psicólogas tenemos conocimiento científico y experiencia probada. ¡Cuenta con la Psicología!

Comer bien nos hace sentir bien, porque sentimos que nos cuidamos, porque percibimos control y manejo de nuestro cuerpo y de nuestra vida, y porque es una fuente importante de adecuado placer, del que podemos disfrutar cada día, y que además, nos proporciona salud física y emocional.

'Comer bien tiene que estar asociado a la percepción de control y bienestar. Si con la comida sentimos temor, amenaza, inquietud…, es momento de reflexionar'. Julia Vidal Clic para tuitear

Editorial

Este artículo ha sido creado por el Equipo Editorial de Área Humana, dirigido por Julia Vidal. Todo su contenido –edición, texto e imágenes– tiene derechos de propiedad intelectual y no podrá ser reproducido sin el permiso expreso de Área Humana.
Han colaborado en el contenido:
Psicóloga Madrid. Julia VidalJulia Vidal

Psicóloga Sanitaria. Directora del Centro de Psicología en Madrid Área Humana. Especialista en Ansiedad y Estrés. Experta en Emociones y Salud.

Ponte en contacto con nosotrosEstamos a tu disposición para cualquier duda o consulta que desees hacernos | Psicólogos Madrid Centro de Psicología Área Humana

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