¿Eres impulsivo o impulsiva? 1 test y 8 estrategias ante la impulsividad

¿Eres impulsivo o impulsiva? 1 test y 8 estrategias ante la impulsividad

(Tiempo de lectura 7 minutos)

“He vuelto a precipitarme”, “no debería haber dicho eso”, “por qué lo compré si no lo necesito”… ¿Te identificas con estas preguntas? ¿La expresión “me arrepiento” aparece con frecuencia en tus pensamientos? Tal vez seas muy impulsivo o impulsiva, pero, ¿cuándo la impulsividad puede ser considerada un problema?

En primer lugar, quiero diferenciar el concepto de impulso, cuando este se refiere a motivación, iniciativa, estímulo que rompe el bloqueo frente al miedo o la inactividad, a la hora de poner en marcha cambios, proyectos o aspiraciones. En un artículo anterior os proponía un test para identificar vuestros miedos, y sin duda considero necesario, tras la identificación, ese primer impulso para poner en marcha una dinámica de afrontamiento y cambio, pero también creo que es necesaria una estrategia progresiva y que se sostenga en el tiempo, con paciencia y determinación, y no que actúe sólo por impulsos.

¿Cómo son las personas impulsivas?

Cuando hablamos de impulsividad, nos referimos a la tendencia a reaccionar de forma precipitada o no meditada ante una situación externa sin pensar sobre las consecuencias a largo plazo. Es la puesta en marcha de conductas que son “impulsadas” por la emoción que sentimos en ese momento (CIE=Conductas impulsadas por la emoción), lo que ocasiona una baja percepción de control de dichos impulsos y en muchas ocasiones sentimientos de culpa o arrepentimiento.

Las personas impulsivas actúan antes de pensar, son poco reflexivas y toman decisiones precipitadas sin realizar una valoración COSTE-BENEFICIO.

Ser impulsivo o impulsiva

Suelen tener dificultades en sus relaciones interpersonales debido a sus reacciones emocionales (en el área social, laboral, familiar y de pareja), y no suelen utilizar la rumiación (dar muchas vueltas a las cosas) como estrategia de afrontamiento, sino todo lo contrario –lo que no significa que la rumiación sea una buena estrategia para enfrentarse a los problemas. «La Rumiación o el laberinto de los pensamientos» de Marta Giménez–.

Mi compañera Julia Vidal hablaba en las conferencias «Cuídate +» sobre estas “reacciones impulsivas” frente a las emociones que son desagradables: ansiedad, estrés, incertidumbre, aburrimiento, frustración, enfado… La baja tolerancia a estas emociones produce respuestas inmediatas con el objetivo de reducir el malestar a corto plazo. Pero la clave está en aprender a identificar y regular estas emociones, comprender qué quieren decirnos, y sobre todo aprender a aceptarlas.

Y en otro artículo, José Serrano, describe las técnicas más útiles para el autocontrol emocional.y nos cuenta una fábula muy didáctica sobre la gestión emocional: «El mensajero emocional».

¿Cuál es el origen de tu impulsividad?

Consejos para la impulsividad

En la adolescencia, la impulsividad y la búsqueda de sensaciones novedosas son parte del proceso evolutivo. A diferencia de la edad adulta, el adolescente no tiende a valorar las consecuencias de sus acciones, ni suele planificar a largo plazo, movilizándose principalmente por la gratificación inmediata. Es importante en esta etapa poder detectar cuando dicha impulsividad evolutiva o normal se convierte en algo disfuncional, que afecta a diferentes áreas vitales del adolescente, para poder trabajar y fomentar el control de dichos impulsos de forma temprana.

En la edad adulta, existen estudios que relacionan la falta de control de impulsos con factores biológicos y estructuras de personalidad, que incluyen circuitos y áreas cerebrales específicas que podrían explicar la impulsividad –por ejemplo en el caso de la conducta violenta o antisocial–. No hay que olvidar dicha vulnerabilidad biológica para poder tener una visión holística o completa de la impulsividad.

Más allá de la parte biológica, la educación y los factores socioambientales juegan un papel fundamental en el desarrollo de las conductas impulsivas como estrategia de afrontamiento.

El contexto familiar y las interacciones sociales en el ámbito escolar, y posteriormente en el laboral, influyen en nuestros modelos de conducta, en especial en la forma en la que interpretamos y reaccionamos ante eventos y estados emocionales: ¿Qué pensamos sobre lo que estamos sintiendo? ¿Es algo malo? ¿No deberíamos sentirlo? ¿Puedo evitarlo?…

La impulsividad se expresa en modelos de respuesta ante las dificultades que afrontamos en nuestra vida, modelos que construimos y que se perpetúan en nosotros y nosotras, sino le ponemos remedio e iniciamos estrategias de cambio y aprendizaje. Conductas agresivas o violentas, consumo de sustancias, conductas antisociales o delictivas, adicción al juego, compras…, el comer emocional… son exponentes de un funcionamiento impulsivo.

¿Qué es la impulsividad? ¿Cuándo se convierte en un obstáculo? Clic para tuitear

«Enough»: una «inquietante» reflexión sobre los momentos de pérdida de auto-control. Una creación de Anna Mantzaris qué presentó en la asignatura de «film» en su primer año en el Royal College of Art, y que ha recibido numerosos galardones.

¿Y tú? ¿Eres una persona impulsiva?

Termómetro de la impulsividad

Te proponemos un ejercicio práctico para identificar si eres o no una persona impulsiva. Te proponemos 10 preguntas. No lo pienses, responde a ellas con rapidez: si o no.


Este breve test no es un cuestionario clínico baremado o un test de los que utilizamos en la consulta. Es meramente orientativo, pero esperamos que útil para permitirnos una reflexión sobre nuestro grado de impulsividad. Recuerda que siempre es conveniente la consulta con un especialista cuando una emoción o aspectos de nuestra conducta, personalidad o pensamiento, están interfiriendo en nuestro día a día.

Y antes de empezar: ¿Cómo crees que eres de impulsivo o impulsiva? ¿Poco, normal, algo o lo eres mucho?

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  1. Identifica lo que sientes: ¿Enfado? ¿rabia? ¿ansiedad? ¿frustración? Identificar la emoción que sentimos es el primer paso para poder interpretarla y regularla.
  2. Acepta tus emociones menos agradables: Son parte de nuestra esencia y de nuestro repertorio de comportamiento. No podemos evitarlas. ¿Imaginas cómo sería vivir sin sentir esas emociones? ¿Sin sentir miedo, ni nervios, ni enfado ni frustración? Nos convertiríamos en personas temerarias, conformistas, vacías… e infelices. No podríamos dar un significado emocional a lo vivido, ni valorar lo positivo. Las emociones agradables existen porque existen las que no lo son, y las emociones desagradables no son necesariamente indicadoras de algo malo, sino la expresión de nuestro propio sistema de alerta o de defensa, de nuestro sistema de valores, por lo que cumplen una función.
  3. Cambia tu discurso: ¿Qué piensas sobre lo que estás sintiendo? Identificar las creencias y pensamientos irracionales acerca de lo que sentimos o hacemos nos ayuda a modificar nuestro funcionamiento. Evita la queja constante.
  4. Demora la acción impulsiva (“contar hasta 10”): Párate unos segundos antes de actuar. Siente que tú diriges o controlas tu conducta, no ella a ti.
  5. Distráete: Cambia tu foco de atención, te ayudará a demorar tus impulsos.
  6. Anota, haz una lista de pros y contras: Anota las consecuencias positivas y negativas que tendrían las diferentes formas de actuar ante una misma situación. Después gradúalas de 0 a 5 por nivel de importancia; descubrirás los motivos principales que están movilizando tus decisiones y te ayudará a hacerlo de una manera más reflexiva y eficaz.
  7. Clarifica tu punto de no retorno: Detecta cuándo sientes que empiezas a actuar de manera automática o poco controlada y corta la situación, sal de ella.
  8. Respira: la respiración abdominal o diafragmática puede ayudarte a controlar tus impulsos y a demorar tus acciones.
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Y recuerda, TÚ tienes el control de lo que piensas, de lo que haces y también de lo que sientes y de cómo lo sientes.

El objetivo es conseguir un equilibrio adecuado entre la conducta impulsiva y la rumiación o reflexión pasiva, para poder afrontar las situaciones vitales de manera eficaz. Valorar los pros y los contras antes de hablar o actuar, pero sin llegar a demorar o procrastinar en exceso nuestras acciones.


Icono de informaciónInformación extra

Julia Vidal participa en este artículo de ABC Bienestar: «Impulsividad: ¿es posible controlarla?»

Un artículo del Equipo de Psicología Área Humana

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