(Tiempo de lectura 11 minutos) ¿Qué te sugieren estos términos coloquiales: “Vergüenza ajena”, “no tener vergüenza”, “avergonzarse”, “vergüenza torera”, “sin vergüenza”…?
Probablemente, según sean tus tendencias de personalidad, tus creencias o tus experiencias, la palabra vergüenza tendrá un significado más o menos positivo o negativo.
Muchas personas perciben la vergüenza como un obstáculo, les bloquea, condiciona y limita sus acciones e iniciativas. Para otras personas no tener vergüenza expresa una inadmisible falta de límites y escrúpulos, de consideración y respeto hacia los demás.
Lo cierto es que la vergüenza es una poderosa emoción, aunque no es una de las seis emociones básicas –alegría, tristeza, miedo, ira asco y sorpresa–, es una de las emociones más universales y frecuentes, como el amor, la envidia o la culpa, que ya hemos tratado en otros artículos de nuestro blog.
En este artículo vamos a explorar la complejidad de esta poderosa emoción, que afecta y limita a tantas personas por sentirla, y también vamos a explicar lo valiosa que es su función adaptativa y social. Y como siempre, lo vamos hacer con una perspectiva científica que nos da la Psicología. ¡Acompáñanos!