Cáncer de ovario, emociones, vida sexual y apoyo psicológico

Tiene mucha importancia hablar de los sentimientos, darle naturalidad y espontaneidad a lo que sentimos. Normalizar nuestros estados emocionales durante una enfermedad como el cáncer de ovario nos ayuda a adaptarnos y convivir con nuestra realidad.

Se suele tener dificultad a mostrar vulnerabilidad, debilidad, a generar lástima. Hay una creencia errónea muy extendida asociada a que la fortaleza es no sentir malestar emocional, y no es cierto, es todo lo contrario.

El entorno de la paciente oncológica puede ayudar a minimizar el malestar o la inversa puede ser un potenciador del sufrimiento. Una adecuada comunicación, una buena relación y una gestión emocional del entorno beneficia e incrementa la capacidad de adaptación de la paciente a nivel físico y emocional.

Recomiendo una comunicación sincera, cercana, tranquila, cariñosa, empática y espontánea. La naturalidad es a lo que nos tenemos que acercar.

Efectivamente, el positivismo mal entendido, aquel asociado con la no expresión de emociones desagradables, puede generar en las pacientes, y su entorno, una ocultación de sus sentimientos y culpabilidad por estar experimentando emociones mal llamadas negativas pero que son necesarias y saludables. Sentirlas es natural, no expresarlas es lo que nos perjudica.

Pueden ser ambas. Es habitual que el entorno quiera proteger a la paciente; y cuando se suma una falta de entrenamiento en habilidades de comunicación, una carencia de competencias emocionales en estas situaciones, es habitual que prefieran la evitación y no caer en la equivocación, por un desconocimiento de como gestionar esta situación de sufrimiento.

Hablarlo directamente, no callarnos, explicarle a la persona cuyo lenguaje y forma de expresarse no te ayuda, y asesorarle, informarle, explicarle por qué esa frase, expresión o palabra no es del todo adecuada, indicándole cómo te hace sentir.

A pesar del impacto y de las repercusiones que suponen los tratamientos, el sexo, la sexualidad y los momentos de intimidad sexual se pueden mantener.

¿Cómo? Se pueden mantener porque se trata de un encuentro con una misma, ofrecer un tiempo de desconexión de todo lo exterior, de cuidado del cuerpo, al igual que se hace con las revisiones médicas, con la alimentación, el descanso. En ese tiempo de intimidad, de relajación, de desconexión, se puede estimular el cuerpo con cada caricia o masaje, ofreciéndole relax e incluso placer. El cuerpo cuenta con muchas zonas erógenas, que no solo se encuentran en la zona genital.

Y también se puede mantener la vida íntima en pareja donde lo central no son las relación coitales sino la conexión mente-cuerpo de los miembros de la pareja, ofrecer y recibir sensaciones agradables, placenteras a través de los sentidos, de las caricias, los besos, los abrazos además del apoyo, la comprensión, el consuelo, los ánimos.

En los encuentros íntimos se generan hormonas, endorfinas y oxitocia, que ayudan a sobrellevar las emociones desfavorables que se sienten en el proceso, como la angustia, el miedo, la ansiedad o el estrés. Son hormonas que se producen de forma natural, y que permiten anular los efectos de la segregación de cortisol, disminuyendo el estrés y aumentando la sensación de bienestar, además potencian el acercamiento y el afecto entre los miembros de la pareja.

La cirugía es el tratamiento principal para el cáncer de ovarios. Aunque produce una mejora en la calidad de vida de la paciente, porque reduce o elimina el dolor, es un acontecimiento vital estresante que provoca efectos psicológicos y sexuales, tanto en la vida de la paciente como en su entorno.

Hay pocos estudios que valoren el impacto sexual en el tratamiento del cáncer de ovario, pero los que hay refieren una disfunción sexual comparable con otros tipos de cáncer ginecológico.

La cirugía induce una menopausia, si se extraen ambos ovarios. Esto priva al cuerpo de hormonas como el estrógeno y la progesterona, que producen los ovarios, lo que conlleva síntomas de la menopausia, como los sofocos, la sequedad vaginal, una disminución del deseo sexual y emociones de tristeza o ansiedad.

Si la mujer se encuentra en edad fértil y ambos ovarios son extirpados, provoca la infertilidad y un proceso emocional añadido. Todas estas consecuencias, que tendrán un alcance diferente según la persona, hacen muy necesaria la gestión emocional.

El proceso de recuperación y volver a realizar actividades cotidianas va a depender del tipo de cirugía y de los tratamientos.

La mayoría de las pacientes pueden retomar todas sus actividades tras seis semanas, pero es muy importante consultar con el equipo médico sobre los plazos convenientes para reanudar la sexualidad y si son necesarias restricciones en actividades físicas o sexuales, al igual que en cualquier otra actividad de la vida diaria que suponga esfuerzo.

Un vez que a nivel físico se pueda volver a tener sexo, la paciente se encuentra en un proceso emocional y de adaptación ante los cambios ocasionados por la cirugía. Retomar la actividad sexual debe hacerse de forma progresiva y siguiendo los ritmos que necesite la paciente.

Volver a tener sexo después de la operación supondrá un afrontamiento activo para vencer ciertos miedos y buscar la forma de sentirse cómoda y relajada.

Estas son algunas recomendaciones para una misma:

• Recuerda que la sexualidad ayuda en el proceso emocional de cáncer y son compatibles.
• La sexualidad es mucho más que el coito, implica caricias, besos, abrazos…
• Dedícate tiempo para cuidarte y cuidar tu vida sexual.
• Anímate y márcate el reto de mejorar tu vida sexual. ¡Merecerá la pena!
• Reflexiona sobre lo que sabes de la sexualidad, lo que has aprendido.
  • Desmota tus mitos y prejuicios.
    1. Mito: Sexo igual a coito. El sexo es mucho más. Se trata de buscar la forma de relajarse, de darse un tiempo para estimular los sentidos y conectar con el placer.
    2. Mito: Sexo es dar placer al otro. No es cierto.
    3. Mito: El sexo siempre sale de manera natural y espontánea. No es cierto, muchas veces hay que planificarlo, provocarlo y cuidarlo.
    4. Trátate con cariño. Cuida la relación contigo misma. Sé una buena compañía para ti.
    5. Date permiso para sentir. Revisa tus miedos y otras emociones. Es un proceso de cambio y de adaptación. ¡Sigue adelante!
    6. Cuida tu alimentación, descanso, sueño y practica una actividad física manejable.
    7. Busca la forma de verte a ti misma atractiva, con rutinas de belleza.
    8. Realiza ejercicios de relajación, de atención plena (cómo el mindfulness). Te ayudarán a desconectar y a conectar contigo misma, tal vez de un modo diferente.
    9. Tonifica la zona genital con ejercicios de Kegel.
    10. Infórmate sobre hidratantes, lubricantes, cremas, dilatadores…
    11. Pregunta a los profesionales sanitarios cuándo puedes retomar el acto sexual coital, e infórmate sobre los métodos anticonceptivos que puedas usar.

• Dedica tiempo a tu sexualidad, a reconocerla o conocerla, en esta nueva situación. ¡Redescúbrela!
• ¿Qué necesitas?
• Planifica tus encuentros sexuales.
• Busca el lugar, la postura y la ropa que te haga sentir bien.
• Date tiempo y permiso para pensar en tu sexualidad.
• Relájate.
• Indaga en tus fantasía sexuales. Crea una que te guste. Usa literatura, videos, imágenes que te gusten.
• Practica la atención plena. Explora tu cuerpo. Utiliza todos tus sentidos.
• Cuídate, trátate con sensibilidad y mimo.
• Siente el placer.
• Ten sexualidad de «paseo» no «finalista». En la vida sexual, como en otras vivencias, lo importante es el camino, no el final.

La mujer con cáncer de ovario suelen sentir preocupaciones y miedo a:

• La intimidad sexual, a no poder relajarse y disfrutar sin bloqueos.
• La pérdida del deseo sexual.
• La fragilidad vaginal.
• El dolor durante el coito, o al sangrado.
• No sentir placer o no poder dar placer.
• No alcanzar el orgasmo.
• Perder el atractivo sexual.
• No ser “la persona de antes”.
• El rechazo, distanciamiento, incluso la ruptura de la pareja.

La pareja de la mujer con cáncer de ovario suele sentir preocupaciones y miedo a:

• No saber adaptarse a los cambios en la intimidad o los roles sexuales.
• No saber cómo tratar la sexualidad en este nuevo estadio.
• El proceso de la enfermedad y sus consecuencias en la sexualidad.
• No saber dar el apoyo emocional, y en consecuencia, sexual necesario.
• Hacer daño, a producir alguna consecuencia física.
• No saber en esta nueva situación dónde y cómo tocar, o no tocar.
• Sentir obligación y condicionamiento.
• Sentir rechazo, por temor, incluso, a verse afectado por la enfermedad o por los tratamiento de la pareja.
• No recuperar una vida sexual “normal”.

1. Obtened información sobre que cambios concretos pueden ocasionar la enfermedad y sus tratamientos sobre la respuesta sexual.
2. Compartid vuestros miedos y preocupaciones con naturalidad. Anotar dudas y preocupaciones y consultarlas con el equipo profesional. Hay que evitar la tendencia a eludir cuestiones que son delicadas y difíciles. Es importante preguntar y resolver las dudas y preocupaciones para sentir más serenidad durante el proceso.
3. Tened paciencia durante este nuevo escenario vital. Esperad, con empatía y sensibilidad, a que vuestra pareja manifieste que está lista para retomar las relaciones sexuales.
4. Compartir caricias, abrazos, besos. Tened en cuenta que la energía de la pareja puede ser baja. Dedicad al menos 30 minutos al día de comunicación basada en la afectividad: abrazos o besos, expresión de afectos y sentimientos…
5. ¡Abrid vuestra mente! Estar abiertos a modificar los roles sexuales previos y a experimentar, con calma y serenidad, nuevas propuestas sexuales. Tratad de que el placer alcance a vuestros 5 sentidos, no sólo a los habituales. Probad con actividades sexuales más suaves, nuevas posiciones, otros ritmos…