
Las consecuencias del culto al cuerpo. Vigorexia y otros efectos
Índice de Contenidos
- La sociedad del culto al cuerpo. El precio que pagamos
- ¿Cómo influye el culto al cuerpo? ¿Cómo afecta no alcanzar ese modelo de belleza?
- Riesgos del culto al cuerpo. ¿Qué es la Vigorexia o “el complejo de Adonis”?
- ¿Cómo saber si padezco vigorexia?
- Factores de riesgo
- 9 recomendaciones para evitar o combatir la vigorexia
- Editorial
- Puntúa y comparte
En mi trabajo como psicóloga en el tratamiento de los desórdenes emocionales, he podido observar que, aunque cuestiones como el culto al cuerpo, o más concretamente la vigorexia, no sean las causas principales para acudir a consulta –aunque no para de crecer su incidencia–, la percepción de la propia imagen corporal y el significado que adquiere este aspecto en el autoconcepto de la persona y en su forma de relacionarse socialmente, son factores que adquieren un gran relevancia y que aparecen con mucha frecuencia en las sesiones de consulta.
Es destacable la prevalencia o proporción de personas que sienten una intensa insatisfacción por su cuerpo y que les producen dificultades que limitan y condicionan su vida.
El culto al cuerpo y trastornos como la vigorexia, se relacionan con diferentes variables psicológicas e interactúan con cuestiones como la autoestima, el perfeccionismo, etc.; pero sobre todo, este tema, en la sociedad actual, es un asunto central en el que influyen estereotipos de género, roles, modelos y cánones de belleza…, que son difundidos con certera intensidad por los medios de comunicación, y logran, en muchos casos, un efecto del todo inadecuado para la Salud Emocional.
Hay preguntas a las que quiero responder en este artículo: ¿podemos aislarnos de los modelos de belleza? ¿estamos libres de prejuicios al percibir nuestro cuerpo? Creo que muchas y muchos tenéis una respuesta clara. Os invito a leer la mía.
¿Podemos aislarnos de modelos de belleza? ¿Estamos libres de prejuicios al percibir nuestro cuerpo? Clic para tuitearManiquíes vistos en escaparates de tiendas en una de las más concurridas calles dedicadas a la moda en Madrid
Hemos querido compartir, del programa «Cómete el mundo» de Radio 5, el capítulo: «Los maniquíes del único cuerpo». Manuel Antolin, psicólogo, periodista y director del programa, y Gema García Marco, psicóloga, conversan sobre los ideales de belleza que se difunden en la actualidad, y comentan la aparición de maniquíes que contribuyen a fomentar unos modelos de cuerpo, de los que Gema opina: Está demostrado que la exposición repetida a ideales irreales de belleza repercute gravemente en la autoestima de la población vulnerable.
La sociedad del culto al cuerpo. El precio que pagamos
No se para de transmitir la idea de que en la sociedad actual la belleza física es un requisito, un elemento indispensable para alcanzar determinados logros.
Este imperativo de la belleza física tendemos a aceptarlo como una verdad objetiva, cuando la historia nos demuestra que los estereotipos de belleza son “modelos o construcciones socio-culturales” que cambian, y mucho, a lo largo de las diferentes épocas.
Tras estos modelos y este culto al cuerpo, se encuentran factores de diferente índole: sociocultural por supuesto, pero también económica y tecnológica, entre otros.
Actualmente, con unos canales de comunicación con una influencia y alcance extraordinarios, se establecen como “normales” cuerpos perfectos, de belleza casi irreal y libre de imperfecciones, cuerpos inalcanzables, e incluso, inexistentes, que se retocan una y otra vez con los últimos avances digitales.
Lo importante es que estas modas influyen en las personas de manera tan potente que promueven “objetivos” que se desean alcanzar mediante cualquier recurso: cosmética, cirugías, productos dietéticos…
Y en este complejo “mecanismo”, el género juega un papel esencial. Las exigencias corporales, el culto al cuerpo, tienen perspectiva de género, e influyen de un modo diferente a ambos sexos.
Mi compañera, la doctora en Psicología Marta Giménez, directora de nuestro área de Investigación e Innovación, realizó recientemente una investigación científica centrada en esta cuestión: «Perspectiva de género: Creencias desadaptativas y rumiación». En el estudio una de las creencias desadaptativas que mostró mayor relevancia fue la relacionada con la delgadez.
Actualmente los cánones de belleza en mujeres se ven identificados con cuerpos esbeltos, de formas muy estilizadas. Esta tendencia, potenciada por los medios de comunicación, ha llevado a que la “delgadez” sea un atributo considerado positivo, valioso, tanto, que en ocasiones se han sobrepasado los límites de lo que se considera, utilizando baremos científicos, saludable.
Todas y todos podemos recordar casos de desfiles, concursos de belleza o publicaciones, en los que aparecían mujeres cuyos índices de masa corporal (IMC) estaban por debajo de los estándares de buena salud física, y que incluso podrían situarse en niveles de desnutrición.
Los datos reflejan que las mujeres tienen mayor preocupación por el peso y la imagen corporal, así como mayor insatisfacción con su físico y mayor percepción errónea sobre su imagen corporal (Faus, 2015; Martínez-Martín y Bilbao-León, 2015). En países occidentales la frecuencia de los TCA (trastornos de la conducta alimentaria) ha aumentado considerablemente en las últimas décadas (Maganto, 2011; Morandé, 2015), y constituyen la tercera enfermedad crónica más común en la adolescencia y primera juventud, siendo más prevalente en mujeres que en hombres.
No obstante, a los hombres también les afectan los modelos de belleza y el culto al cuerpo. Cada vez con mayor intensidad son diana de unos cánones estéticos, que en su caso, ensalzan cuerpos voluminosos y musculosos, cuerpos que se asemejen a un Adonis –un personaje mitológico– torneado y perfectamente definido. Este será el tema que trataremos más adelante: la vigorexia o el complejo de Adonis.
¿Cómo influye el culto al cuerpo? ¿Cómo afecta no alcanzar ese modelo de belleza?
La primera consecuencia es la elevada insatisfacción con la imagen corporal. Lo que se ve reflejado en el espejo no será válido si no se acerca a esos cuerpo perfectos que se ven en la televisión, anuncios publicitarios, en las revistas, etc.
Desear una imagen física “perfecta”, comparando un ideal “aprendido” con el que percibimos al mirarnos, pone en marcha mecanismos desadaptativos, de orden emocional (tristeza, frustración, ansiedad, enfado…), de pensamientos o cognitivo (rumiación, anticipaciones, creencias erróneas…) y conductuales (dietas, ejercicio físico obsesivo, consumo de sustancias, cirugía…).
¿Cómo nos afecta el culto al cuerpo? 5 consecuencias Clic para tuitearAlgunas de las consecuencias más importantes del culto al cuerpo son:
- Mirarse de manera reiterada en el espejo y experimentar una espiral de sentimientos negativos por ver que la imagen reflejada no se corresponde con la deseada. La realidad frente al espejo comienza a distorsionarse, y se entra en un bucle de insatisfacción crónica con la propia apariencia.
- Hacer todo lo que sea necesario para conseguir el cuerpo soñado, convirtiéndose incluso en un estilo de vida lograrlo, a cualquier precio, tanto económico como personal.
- Experimentar pensamientos negativos constantes, como un bombardeo en la cabeza, que repiten una y otra vez la necesidad de tener un cuerpo perfecto y de hacer todo lo posible por lograrlo.
- Sentir culpa tóxica e invalidante, porque no se estén moviendo los recursos necesarios para conseguir esa ansiada perfección.
- Relegar todo a un segundo plano: el trabajo, los amigos o una pareja, que pueden llegar a convertirse en obstáculos que alejan a la persona de conseguir un cuerpo escultural, llegando incluso al aislamiento social y al deterioro de la actividad laboral.
Riesgos del culto al cuerpo. ¿Qué es la Vigorexia o “el complejo de Adonis”?
La vigorexia es una alteración de la salud, que se caracteriza por la preocupación excesiva de ser débil y no tener suficiente desarrollo del músculo en el cuerpo, aunque la realidad indique lo contrario. Dicha alteración se manifiesta es una percepción errónea del tamaño del propio cuerpo, pensamientos obsesivos, comportamientos negativos relacionados con la apariencia, exceso de ejercicio físico, dieta inapropiada y consumo de sustancias que comprometen la salud de quienes las consumen. (Baile, 2005).
La vigorexia se incluye en el Manual Diagnóstico de los Trastornos Mentales (DSM 5), y se relaciona con el Trastorno Dismórfico, los Trastornos de la Conducta Alimentaria y con el Trastorno Obsesivo Compulsivo. En este trastorno aparecen obsesiones que giran en torno a la imagen corporal, distorsiones del propio cuerpo que se percibe más pequeño de lo que se es, y compulsiones manifestadas en ejercicio físico u otras acciones referentes a la imagen corporal.
La insatisfacción corporal que produce esta percepción distorsionada se manifiesta en 4 niveles de la siguiente manera:
- Nivel Psicofisiológico: mostrando respuestas de activación del sistema nervioso simpático, experimentando intensa ansiedad.
- Nivel Cognitivo: con creencias desajustadas basadas en los ideales estéticos actuales, sesgos perceptivos y atencionales con respecto a la propia imagen
- Nivel Emocional: experimentando emociones displacenteras como la insatisfacción, frustración, vergüenza, tristeza o culpa.
- Nivel Conductual: desplegando conductas inadecuadas como ejercicio excesivo o ingesta de sustancias para aliviar la ansiedad que genera no tener una imagen ajustada a esos ideales estéticos.
¿Cómo saber si padezco vigorexia?
Hay algunas manifestaciones en la vida cotidiana que pudiera estar expresando un problema de vigorexia o síntomas que podrían evolucionar hacia él sino se tratan adecuadamente:
- Experimentar reiterada insatisfacción corporal que hace sentir a la persona débil y poco atractiva, donde entran en juego distorsiones perceptivas de la autoimagen.
- Tener esquemas cognitivos basados en una sobrevaloración del ideal de belleza, donde los criterios de valor se basan en el peso o en la figura.
- Mirarse constantemente al espejo, realizando comprobaciones de las partes del cuerpo por las que se siente insatisfacción y experimentando un profundo malestar por no lograr el “ideal” deseado. Dicha preocupación afecta y deteriora de manera significativa áreas importantes de la vida de la persona (social, familiar y laboral).
- Tener patrones alterados de ejercicio físico: realizarlo todos los días, durante varias horas, a un ritmo elevado, que puede incluso generar secuelas físicas. Sacrificar la vida social o laboral para poder acudir con mayor asiduidad al gimnasio, produciéndose un aislamiento social y deterioro importante de la actividad laboral.
- Experimentar sentimientos de culpa, inutilidad e incluso irritabilidad cuando no se puede acudir con la frecuencia deseada al gimnasio para realizar ejercicio físico, manifestando que esas ausencias repercutirán en el volumen corporal logrado.
- Compararse constantemente con otras personas del gimnasio o referentes estéticos, siendo muy exigente y crítico o crítica por no lograr lo que los demás han conseguido con su esfuerzo y constancia.
- Asumir conductas alimentarias específicas y extremas, con graves repercusiones en la salud para favorecer el aumento de la masa muscular (dietas estrictas, bajas en grasas, ricas en hidratos de carbono y proteínas, consumo de diuréticos, completos vitamínicos o suplementos alimenticios).
- Control persistente del peso y las medidas musculares.
- Consumo de anabolizantes y esteroides, sustancias químicas que perjudican gravemente la salud de la persona y pueden generar alta dependencia.
Factores de riesgo
Aunque no existen estadísticas, debido a la dificultad de definición del concepto y que es un fenómeno relativamente reciente, los expertos estiman que en España entre 20.000 y 50.000 personas padecen vigorexia.
Según la Unión Europea se considera que un 6% de la población que acude a gimnasios sufre vigorexia.
Diversos estudios ponen de manifiesto que existen varios factores comunes en las personas que desarrollan vigorexia:
- Tiene mayor prevalencia en hombres que en mujeres. Datos contrarios de los que nos informan las cifras de otros problemas alimentarios como por ejemplo la anorexia, que muestran mayor prevalencia en mujeres. La vigorexia se califica por algunos autores como “anorexia inversa”.
- Los inicios se sitúan en torno a los 15 años, teniendo un mayor riesgo entre los 18 y 35 años.
- El uso reiterado de dietas hiperprotéicas estrictas.
- Estar en un grupo social enfocado a este objetivo, y en general en una sociedad de culto al cuerpo, de tendencias obsesivas y adictivas.
- Experimentar reacciones negativas con respecto al propio cuerpo o la apariencia física.
- La inseguridad o poca autoconfianza y la falta de autoestima son causas principales que pueden generar una obsesión por el cuerpo.
- Iniciarse en el consumo de sustancias peligrosas e ilegales para el aumento de la masa muscular (anabolizantes y esteroides).
9 recomendaciones para evitar o combatir la vigorexia
- Reajusta tus creencias basadas en ideales de belleza o cánones estéticos que imponen cuerpos poco verosímiles, sino inalcanzables o irreales, difundidos por los medios de comunicación o la publicidad.
- Minimiza la importancia del culto al cuerpo, y la elevación del mismo a símbolo de éxito e incluso de identidad. El cuerpo no nos define, nuestra identidad se fundamenta en nuestros valores, fortalezas y experiencias de vida, el cuerpo nos acompaña en el camino de la vida y es importante sentir satisfacción con él, pero para ello hay que aceptar tener un cuerpo normal y saludable que nos ayude a caminar esa senda.
- Ajusta tu percepción sobre tu autoimagen corporal. Practica una visión realista del propio cuerpo. Observa tu cuerpo sin juzgarlo y de manera objetiva. En los problemas de autoimagen existen ideas distorsionadas, por ejemplo, “la lupa”, donde la atención se centra únicamente en la masa muscular obviando otras partes del cuerpo o “la comparación selectiva”, sesgo mediante el cual sólo se compara con cuerpos musculosos, por lo que se generan sentimientos negativos hacia el propio cuerpo. En este punto es importante expresar y aceptar los sentimientos que se generan sobre el cuerpo, y regular esas emociones como parte del proceso de aceptación de nuestra imagen.
- Realiza ejercicio de manera saludable, invierte una cantidad de tiempo adecuada en la actividad física y disfrútala como un complemento de tu ocio, pero no como el centro de tu interés. No inviertas todo tu tiempo en el gimnasio, disfruta escapadas con amigos, comidas familiares o realizar actividades en compañía.
- Sigue una dieta equilibrada y variada. Cuidar la alimentación es importante para gozar de buena salud física, pero que no te conviertas en esclavo de dietas o de prohibiciones.
- Cultiva tu interior, mejora tu autoestima. Reconoce tus cualidades al igual que tus limitaciones físicas, disfruta unas y acepta sin temor y desde la normalidad las otras. Y descubre y desarrolla valores distintos a los estéticos, que te permitirán adquirir recursos y habilidades esenciales para tu bienestar emocional.
- Invierte tiempo para ejercitar tu mente y conocer más sobre temas que puedan resultarte interesantes. La mente se entrena, como el cuerpo, y es muy importante dedicar tiempo a ejercitarla y desarrollarla.
- Rodéate de gente que te valore por como eres.
- Busca ayuda de un profesional de la Psicología. Si detectas que no puedes manejar la situación, que el malestar afecta a tu día a día, te condiciona y limita, busca ayuda especializada.
Me gustaría concluir haciendo hincapié en la importancia de un factor relevante en el equilibrio personal: sentirse bien en la propia piel.
Creo que el problema surge cuando pensamos que la única manera de sentir bienestar es estar en la “piel de otra persona”. En el tema que nos ocupa, diríamos que aspiramos a cuerpos que no son el nuestro, y además insistimos en la errónea creencia de que, esos cuerpos, son lo que aporta éxito y felicidad.
El equilibrio personal depende de infinidad de factores y entre ellos el respeto al propio cuerpo. Ama, acepta y cuida tu cuerpo, coge de la mano a tu mente, y ejercítalas juntas, esa es una buena senda por la que caminar.
Editorial
Este artículo ha sido creado por el Equipo Editorial de Área Humana, dirigido por Julia Vidal. Todo su contenido –edición, texto e imágenes– tiene derechos de propiedad intelectual y no podrá ser reproducido sin el permiso expreso de Área Humana.
Han colaborado en el contenido:

Psicóloga Sanitaria. Especialista en intervención clínica. Experta en desórdenes emocionales.
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