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Todos reconocemos un buen trato pero, ¿reconocemos qué es un maltrato?

Todos reconocemos un buen trato pero, ¿reconocemos qué es un maltrato?

(Tiempo de lectura 13 minutos)

¿Cómo crees que te tratan? ¿Te tratan bien? ¿Recibes un buen trato por parte de las personas próximas a ti? ¿En tu familia, en tu pareja, en tu trabajo…? ¿Y tú? ¿Cómo tratas a los demás? El término maltrato psicológico suele identificarse con situaciones extremas, pero todos los extremos tienen un principio. El maltrato psicológico puede ser invisible, de bajo nivel –y no por ello menos grave y perjudicial–, pasar desapercibido para quien lo ejerce, y tolerado por quien lo recibe. Por eso hemos empezado hablando de “tratar bien o tratar mal” porque…

…recibir un buen trato es un derecho humano, básico y universal.

El principal objetivo de este artículo es comprender el concepto de maltrato psicológico o emocional, los elementos que participan en él, las señales que deben hacernos reflexionar y las mejores estrategias para identificarlo, tanto el maltrato recibido, como el que pudiéramos estar ejerciendo sobre los demás, sin tener plena consciencia de ello.

La necesidad de un buen trato: cuidando las relaciones interpersonales

La necesidad del buen trato

Establecer vínculos saludables, afectos y apegos que nos reporten confianza, seguridad y cercanía y, por tanto, que contribuyan a nuestro bienestar y felicidad, es una búsqueda constante en nuestra vida –con variaciones según la etapa vital que atravesemos–, una necesidad esencial para el adecuado desarrollo de la persona.

En nuestra infancia, nuestro círculo familiar, junto con las distintas instituciones en las que vamos socializándonos –como la escuela, por ejemplo– constituyen nuestros entornos de seguridad.

A medida que crecemos vamos integrándonos en nuevos ambientes: trabajo, grupos sociales, centros de formación…, con expectativas positivas de establecer relaciones con otras personas en los que desarrollar sentimientos positivos, bienestar, seguridad y afecto.

Pero en ocasiones, por muy diversos motivos, los entornos que debieran ofrecernos estas experiencias positivas –la familia, la pareja…–, entornos en los que confiamos que el cuidado recíproco es la premisa fundamental, se convierten en espacios de inseguridad y de malestar emocional que –por la expectativa socialmente consensuada de lo que podemos esperar de esta interacción y vínculo– generan más vulnerabilidad e incertidumbre emocional.

Esto no significa que un entorno saludable esté exento de diferencias, conflictos o emociones desagradables. Las relaciones interpersonales implican diversidad, lo que en ocasiones conlleva diferencias de criterio, de experiencias, de educación… la clave es resolver estas diferencias de forma responsable y respetuosa.

En definitiva, opinar de un modo distinto, o tener diferentes intereses no supone, en ningún caso, una justificación para tratar mal a la otra persona. Las competencias emocionales, por ejemplo, habilidades sociales, y habilidades adecuadas para regular nuestras emociones, nos van a permitir expresar nuestras discrepancias o desacuerdos, también poner límites, decir no o tolerar la frustración cuando no obtenemos lo que deseamos, evitando reacciones que supongan agredir o tratar mal a otra persona.

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Te propongo mi artículo sobre… Las 5 competencias emocionales esenciales

Los modelos de relación interpersonal inadecuados pueden vulnerar derechos individuales y, en consecuencia, alimentar ideas que contribuyen a validar estrategias dañinas para regular los conflictos, resolver problemas o modos de recuperar el control.

Asimismo, una inadecuada regulación de nuestras propias emociones puede tener un impacto negativo en la otra u otras personas que sufren las consecuencias, y que sea consciente o no, experimenta un daño emocional y psicológico y, por tanto, constituyen agresiones de mayor o menor intensidad.

En muchas ocasiones, estas “agresiones” son difíciles de identificar porque se producen de forma sutil. La relativa sutileza de algunas agresiones, no merman su impacto, ni significa que no tengan consecuencias negativas, ya que pueden minar de forma progresiva la salud psicológica de quien las padece, incluso sintiéndose culpable, al interpretar que algo debe estar haciendo mal para merecer ese trato.

Recibir un buen trato es un derecho humano básico, pero muchas veces normalizamos conductas que recibimos o ejercemos que son maltrato emocional. ¡Avanza en identificar y comprender el maltrato psicológico! Clic para tuitear

El objetivo de este artículo: comprender desde el principio el maltrato psicológico, detectarlo y prevenirlo

Identificar el maltrato psicológico

Cuando me dispuse a escribir este artículo sobre el maltrato psicológico, multiplicidad de conceptos y aspectos asociados vinieron a mi mente: abuso, maltrato, acoso emocional, violencia psicológica, acoso psicológico, maltrato psicológico, abuso moral, agresión verbal –entre otros–, que efectivamente están presentes y se encuentran recogidos en distintas investigaciones y literatura especializada (p. ej. Gómez de Terreno, 2006; Porrúa, Rodríguez, Almendros, Escartín, Martín y Saldaña, 2014).

Es decir, bajo el paraguas del maltrato psicológico, se despliega un abanico de términos y conceptos asociados que ilustran la complejidad y diversidad de aspectos implicados: distintas formas de maltrato, intensidades, y conductas, entornos, consecuencias y motivaciones que pueden dar origen a comportamientos de maltrato. Y con un elemento fundamental, afectan y se realizan, fundamentalmente, a través de aspectos verbales y no verbales, psicológicos y emocionales, que afectan a la integridad de la persona receptora de dichas agresiones.

Asimismo, los contextos en los que pueden darse situaciones de maltrato psicológico son variados: la pareja, la familia, amistades, relaciones laborales, la escuela…, y cada ámbito tiene peculiaridades –el modo en el que se ejerce el maltrato, el tipo de vínculos, las situaciones…–.

Si bien conviene recordar que, lamentablemente con demasiada frecuencia, las razones por las que las personas son agredidas o reciben un trato discriminatorio y en definitiva múltiples modos de violencia psicológica, se asocian con el sexo de las personas, género, orientación sexual, discapacidad, o bien, por su origen étnico, religión u otras fuentes de diversidad humana.

Las consecuencias en la salud integral de las personas objeto de estas violencias psicológicas, son equiparables a la violencia física y comparable al de otro tipo de abusos, e incluso pudiendo tener un impacto más prolongado en el tiempo (Momeñe, Jáuregui y Estévez, 2017).

El objetivo de este artículo es contribuir a reflexionar sobre la importancia de prevenir, detectar y modificar aquellos modos inadecuados de reaccionar, actuar y resolver diferencias. Apostar por una ética de cuidados en las relaciones interpersonales y la responsabilidad emocional en las interacciones cotidianas, como elementos protectores y generadores de mayor bienestar.

Empecemos por lo básico. ¿Qué es el maltrato psicológico o emocional?

¿Cómo crees que te tratan? Y tú… ¿cómo tratas a los demás? Queremos colaborar a que se comprenda e identifique qué es el maltrato psicológico, muchas veces invisible y normalizado Clic para tuitear

¿Qué es el maltrato psicológico?

Delimitar el concepto de maltrato psicológico o emocional no es una tarea sencilla, en parte porque hay factores subjetivos, como las características psicológicas y emocionales de la persona que sufre el maltrato. Estos factores podrían suponer una dificultad para determinar la frontera “precisa” para considerar un comportamiento como un maltrato, pero también es cierto que el principal problema está en que, comportamientos y actitudes que constituyen un maltrato a otra persona, suelen ser considerados como admisibles bajo el prisma de determinadas razones, o incluso, pasar desapercibidos –por ejemplo los celos en nombre del amor en una relación de pareja–.

La Organización Mundial de la Salud (2021) describe el maltrato emocional como la provocación de miedo a través de la intimidación. Amenazar o causar daño físico a una persona, pareja, o hijos/as, matar a las mascotas, destruir bienes, someter a una persona a maltrato psicológico o forzarla a aislarse de sus amistades, familia, escuela o trabajo.
Asimismo, Naciones Unidas (1993) lo define como cualquier acto o intención que origina daño o sufrimiento físico, sexual y psicológico sobre una persona, incluyendo amenazas de derechos, actos, la coerción o privación arbitraria de libertad, ya sea en la vida pública o privada.

Por tanto, el maltrato psicológico se define como una forma específica de agresión que se caracteriza por un conjunto de comportamientos y actos heterogéneos e intencionados –predominantemente de tipo verbal y gestual– que producen daño psicológico.

Este daño psicológico se expresa en la persona que lo padece con sentimientos de desvalorización, humillación, tristeza, abatimiento, angustia… y si se mantienen en el tiempo pueden provocar un desequilibrio emocional en la persona.

Ana Martos Rojas, de la asociación de ayuda por acoso moral en el trabajo (ANAMIB), matiza que, desde el punto de vista psicológico, la persona agresora puede tener conciencia – o no- de que está haciendo daño a su víctima, si bien desde el punto de vista jurídico, tiene que existir la intencionalidad de daño.

Señala, además, que la amenaza es una forma de agresión psicológica, que cuando es dañina o destructiva directamente, constituye una conducta criminal que está penada por la ley.

Por otra parte, a diferencia de la violencia física, con mucha frecuencia el maltrato psicológico suele empezar sutilmente e irse incrementando de forma paulatina sin que la persona que lo sufre sea consciente de lo que está ocurriendo, desgastándose la capacidad para defenderse.

José Cáceres (2011) señala que un elemento que añade gravedad a este tipo de maltrato psicológico proviene de personas de las que en principio se espera que sean figuras de apoyo, amor, protección, lo que contribuye a la confusión y dificulta de identificación o de actuar para poner límites a las situaciones abusivas.

Identificando el maltrato psicológico: las distintas formas de maltrato

Las distintas formas de maltrato psicológico

Insisto en que no siempre es fácil identificar y reconocer aquellas conductas o comportamientos que constituyen maltrato, abuso o violencia psicológica, especialmente cuando son modos pasivos de maltrato, como es el caso del abandono emocional, donde el elemento central es la falta de atención a las necesidades de personas en situación de dependencia y cuidados, como es el caso de menores, personas con discapacidad, tercera edad… Por ejemplo, la omisión –no visitar a las personas mayores si están en residencias, no responder a las expresiones emocionales y a las necesidades afectivas de los menores, no dar muestras de cariño en las relaciones afectivas– son una forma –por pasividad e inacción– de maltrato psicológico.

En cuanto a las formas de maltrato psicológico activas, que pueden deteriorar gravemente la autoestima y la dignidad de la persona, también pueden pasar desapercibidas para el entorno y para la propia víctima, en ocasiones porque al ser sutiles, aunque la víctima las percibe y reconoce, no se atreve a expresarlas o a pedir ayuda, por la dificultad de demostrarlo, o por el temor a que la tachen de exagerada o malintencionada.

Un ejemplo de este tipo de maltrato activo es el uso contra una persona de estrategias de desgaste, menosprecio y desprestigio ante los demás, que van socavando su confianza y perjudicando sus relaciones sociales, aislando a la víctima de esta forma de maltrato. Muchas veces estas estrategias en el ámbito de la empresa se confunden con la alta competitividad que se están imponiendo en el trabajo, como si el objetivo de alcanzar una meta profesional justificara este estilo de comportamiento.

Otras formas de maltrato psicológico son las que implican limitar la capacidad para tomar decisiones de otra persona, influir en las decisiones sobre su propia vida, mediante tácticas de intimidación, convenciéndola de supuestas limitaciones, sobredimensionado los posibles peligros e insistiendo en las vulnerabilidades en vez de en las fortalezas.

Estas tácticas afectan a la autonomía de la persona, socavan su confianza, su derecho a elegir su propio camino y hacerse responsable de su propia vida.

Reitero, una vez más, que estas formas de maltrato psicológico pueden ser más o menos sutiles, y son formas de manipulación que generalmente se dan en relaciones asimétricas donde una parte tiene mayor control o ejerce ese rol y la otra es o se siente más vulnerable.

No podemos dejar de mencionar el maltrato psicológico en el espacio de la pareja. En muchas ocasiones este maltrato aparece de forma muy sutil y es difícil de identificar. Por ejemplo, en relaciones de pareja, donde hay factores de dependencia emocional por parte de quien ejerce el maltrato psicológico, estas pueden aparecer en forma de demandas excesivas de afecto, control excesivo de las actividades y de las decisiones de la otra persona, reproches hacia un espacio y un tiempo independientes…

Este maltrato psicológico al darse en un contexto de emociones como el amor dificulta más si cabe su identificación, al confundirse con expresiones de enamoramiento o protección. El ejemplo más evidente es el maltrato psicológico que se ejerce cuando una persona siente celos, justificando su agresividad, o sus reproches, con frases como “es que te quiero mucho”, “no puedo soportar que estés lejos de mi”… Cuando, en definitiva, son formas de coartar y limitar la libertad y la legítima autonomía de las personas.

Respondemos a qué es el maltrato emocional ✅ Te damos 12 ejemplos que pueden pasar desapercibidos ✅ Explicamos factores psicológicos que podrían estar presentes en las personas que EJERCEN MALTRATO Clic para tuitear

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12 ejemplos de maltrato psicológico

Infografía sobre maltrato psicológico

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Te invito a reflexionar sobre estos doce ejemplos de conductas frecuentes que son maltrato psicológico:

  1. Amenazar buscando generar miedo y limitar las actividades de la otra persona.
    2. Manipular emocionalmente, generando miedo, inseguridad y culpa.
    3. Desvalorizar a la otra persona, restando importancia a sus actos y logros.
    4. Rechazar y deslegitimar las necesidades afectivas o personales de la otra persona.
    5. Negar los sentimientos y percepciones de la otra persona.
    6. Cuestionar y negar los hechos. Responsabilizar y culpar a la otra persona.
    7. Humillar mediante actos denigrantes o degradantes en público.
    8. Insultar, gritar.
    9. Descalificar, exaltando continuamente los defectos de la otra persona.
    10. Ejercer burlas, humillaciones y críticas destructivas.
    11. Mostrar indiferencia y frialdad, más en situaciones de elevada emocionalidad de la otra persona.
    12. Ignorar y mantener silencios –retirada afectiva– de forma prolongada y sin dar explicaciones, generando incertidumbre emocional.
El maltrato psicológico pasa desapercibido, sobre todo cuando es sutil o se interpreta como algo «normal». 12 ejemplos de conductas frecuentes que son maltrato Clic para tuitear

¿Te identificas con algunos de estos 12 puntos?

Las competencias emocionales y el maltrato psicológico

Quiero centrar esta parte final del artículo en la persona que ejerce el maltrato psicológico, y dirigir la atención a algunas de las variables personales que subyacen en las conductas que pueden incrementar el riesgo de ejercer diversas formas de maltrato psicológico hacia otras personas.

Relacionadas con las competencias emocionales
Relativas a supuestos personales y colectivos basados en la dominación-sumisión
  • Intolerancia a la diversidad y diferencias interpersonales.
  • Validación de la violencia como modo de recuperar el control, resolver problemas y defender los derechos personales.
  • Mitos del amor romántico que contribuyen a la tolerancia de comportamientos abusivos en nombre del amor o la supuesta protección de la otra persona.

El maltrato psicológico se encuadra en todo un repertorio de factores culturales, educacionales, sociológicos, psicológicos y emocionales, por todo ello no es fácil detectar los signos de estrategias de maltrato en la pareja, en la familia o en el ámbito laboral.

Por esto, es fundamental potenciar la educación afectiva y emocional que promueva mayor conciencia sobre la importancia de una ética, responsabilidad y cuidado en las relaciones interpersonales y en el valor de los buenos vínculos afectivos.

«Es fundamental potenciar la educación afectiva y emocional que promueva mayor conciencia sobre la importancia de la ética y cuidado en las relaciones interpersonales». Marta Giménez, Dr. en Psicología Clic para tuitear

Bibliografía

Cáceres, J. (2011). Abuso y violencia en las relaciones de pareja. Psicología Conductual, 19, 91-116.

Gómez de Terreros Guardiola, M.. (2006). Maltrato psicológico. Cuadernos de Medicina Forense, (43-44), 103-116. Recuperado en 09 de noviembre de 2022, de http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sciarttext&pid=S1135-76062006000100008&lng=es&tlng=es.

Martos Rojas, A. (s/f). ¿Qué es la violencia psicológica? https://www.anamib.com/anamib-en-la-prensa/como-detectar-la-violencia-psicologica/

Momeñe, J., Jáuregui, P., Estévez, A., (2017). El papel predictor del abuso psicológico y la regulación emocional en la dependencia emocional. Psicología Conductual, Vol. 25, Nº 1, 2017, pp. 65-78.

Porrúa, C., Rodríguez-Carballeira, A., Almendros, C., Escartín, J., Martín-Peña, J., & Santaña, O. (2014). Análisis de las estrategias de abuso psicológico en la violencia de pareja. INFORMACIO PSICOLOGICA, (99), 53–63. Recuperado a partir de este artículo.

Editorial

Este artículo ha sido creado por el Equipo Editorial de Área Humana, dirigido por Julia Vidal. Todo su contenido –edición, texto e imágenes– tiene derechos de propiedad intelectual y no podrá ser reproducido sin el permiso expreso de Área Humana.
Han colaborado en el contenido:

Autoría y Editorial: Centro de Psicología Área Humana

Psicóloga Madrid. Marta GiménezMarta Giménez

Doctora en Psicología. Psicóloga Sanitaria. Especialista en Perspectiva de Género y Salud Emocional. Directora del Área de Investigación e Innovación de Área Humana.

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