
Mentiroso compulsivo: El irresistible impulso de mentir
Índice de Contenidos
- ¿Cuándo se es mentirosa o mentiroso compulsivo? Explicando la mitomanía
- La pseudología fantástica: ¿Por qué creamos y mantenemos una pseudo-realidad?
- ¿Cuál es el límite para considerarse un mentiroso compulsivo?
- 1. Personas que nunca mienten
- 2. Mentiras ocasionales o funcionales
- 3. Mentiroso compulsivo o patológico
- Test sobre la tendencia a mentir: ¿Cuánto mientes?
- Síntomas que presentan las personas con mitomanía
- Tratamiento de la mitomanía
- ¿Cómo superar la tendencia a mentir compulsivamente?
- Conclusiones
- Editorial
- Puntúa y comparte
Si te preguntara… ¿mientes mucho? Tal vez tu respuesta sería: “Bueno depende de qué es para ti mucho”. En «Big Fish», la magnífica película de Tim Burton, el protagonista –interpretado por Ewan McGregor– le dice a su padre: “Lo fascinante de los icebergs es que sólo ves el 10%, el otro 90% está bajo el agua y no lo ves. Y contigo es lo mismo papá, solo veo de ti el trocito que sobresale por encima del agua”. De eso va esta película, de ocultar la verdad, de un padre que es un gran mentiroso. Toda su vida es una falsa historia que a fuerza de contarla tantas veces ha terminado por confundir con la verdadera realidad. Un hombre convertido en su propia historia, en su propia mentira. Ahora, vuelve a pensar en mi pregunta, y respóndeme ¿mientes mucho?… En este artículo voy a hablar de la mitomanía, el nombre que recibe la tendencia a mentir compulsivamente. ¿Sabes dónde está el límite para considerarte un mentiroso compulsivo? Sigue leyendo, vamos a descubrir la verdad.
¿Cuándo se es mentirosa o mentiroso compulsivo? Explicando la mitomanía
Un mentiroso compulsivo es una persona que distorsiona la realidad de manera reiterada y frecuente. Aunque al principio pueda tratarse de conseguir un beneficio personal inmediato –demandar atención, afecto, respeto o admiración de los demás, o evitar un castigo– hay un momento en el que el mentiroso compulsivo –o la mentirosa compulsiva– miente sin un motivo, lo hace por compulsión, sin ser muy consciente de por qué lo está haciendo.
Las personas con esta tendencia no se sienten cómodas diciendo la verdad, en cambio si lo hacen mintiendo.
Se suele utilizar el término “mentiroso patológico” o “mitomanía” (Anton Delbrueck, 1898), incluso algunos autores hablan de la “enfermedad de la mentira”.
Es importante señalar que, la mitomanía o la mentira compulsiva, no se considera una enfermedad en sí misma –de hecho no está actualmente recogida como trastorno en el DSM-5, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales–.
En la mentira patológica o mitomanía se pueden identificar:
- Miedo al rechazo o a la crítica, elevada necesidad de aprobación externa.
- Baja autoestima o inseguridad personal.
- Necesidad de admiración por parte de los demás.
- Intolerancia emocional (elevada sensibilidad a emociones displacenteras).
- Impulsividad.
- Consumo o abuso de sustancias.
Frecuentemente la mentira compulsiva forma parte de los síntomas de algunos trastornos:
- Trastorno Antisocial de Personalidad. En el que se puede utilizar la mentira como estrategia de manipulación.
- Trastorno Límite de Personalidad. En el que la mentira es una conducta impulsada por la emoción (conducta impulsiva).
- Trastorno Narcisista de Personalidad. Se miente para conseguir admiración por parte de lo demás.
Otras patologías o trastornos psicológicos en los que se puede presentar la conducta de mentir compulsivamente, podrían ser: TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), TCA (Trastornos de la Conducta Alimentaria) o los Trastornos relacionados con el abuso de sustancias.
Miedo al rechazo, baja autoestima, necesidad de admiración, impulsividad… ¿qué factores psicológicos hay tras la tendencia compulsiva a mentir, a crear un ficción de nosotros/as frente a los demás Clic para tuitearLa pseudología fantástica: ¿Por qué creamos y mantenemos una pseudo-realidad?
Al igual que otras dificultades emocionales, la tendencia a mentir o mitomanía, es un problema si es reiterada y frecuente, si condiciona nuestra vida, nuestras relaciones, si dificulta o impide tener una percepción ajustada de la realidad, de los acontecimientos que vivimos; si afecta a nuestras relaciones.
Las personas que mienten compulsivamente crean una realidad alternativa, una pseudorealidad, de ahí que se utilice el término “pseudología fantástica” –que etimológicamente viene del griego “pseudo”– para referirse a este comportamiento.
La mentirosa o el mentiroso compulsivo tiene que realizar un gran esfuerzo para mantener frente a su grupo familiar y social ese “edificio” de mentiras, que puede haber ido construyendo día a día y manteniendo durante mucho tiempo. De ahí que se produzca lo que se denomina el “círculo vicioso de la mentira”.
Se empieza por una mentira pequeña, y sobre ella, para justificarla, encubrirla o sostenerla, se van colocando otras mentiras, una tras otra, de forma que el edificio crece y cada vez es más difícil desmontarlo… “derruirlo”.
En esa situación, decir la verdad y reconocer la mentira, nos genera tanta vergüenza que seguimos dentro de este círculo, víctimas de nuestra propia “creación”.
La propensión a mentir se suele manifestar en la infancia, y es en este periodo de desarrollo donde se afianzan las bases para convertirse en una tendencia que puede expresarse en la edad adulta de un modo más acusado.
La mitomanía está relacionada con diferentes aspectos de nuestra personalidad, con ciertas dificultades emocionales. Cuando tenemos una baja autoestima, una respuesta puede ser mentir sobre nosotros o nosotras, adornarnos, componer una historia personal y unos logros más llamativos.
Este estilo afecta negativamente a nuestra autoestima, con lo que nuevamente tendemos a mentir y exagerar, entrando en un bucle problemático.
¿Cuál es el límite para considerarse un mentiroso compulsivo?
Mentir esporádicamente es algo normal. Algunos estudios, como el realizado en la Universidad de Massachusetts en el 2002, indican que el 60% de las personas adultas no son capaces de tener 10 minutos de conversación sin decir al menos una mentira.
En un anterior artículo: «¿Es bueno guardar secretos», hablaba de la conveniencia de guardar secretos. De igual manera mentir es también una cuestión de grados.
Podríamos decir que hay 3 categorías posibles:
1. Personas que nunca mienten
Este extremo del continuo sería poco realista, ya que la sinceridad absoluta no existe. No podemos ser sinceros al 100%, podría incluso llegar a causarnos serios problemas. ¿Os imagináis si fuéramos totalmente sinceros con nuestro jefe, con nuestra pareja, con nuestras amistades?
En la película «Mentiroso Compulsivo» el protagonista –interpretado por Jim Carrey– se ve obligado a decir la verdad en todo momento y a todas las personas, y podemos ver las dificultades que ello implica.
2. Mentiras ocasionales o funcionales
La mentira tiene una función clara de escape o evitación a corto plazo, que en ocasiones puede resultarnos útil o funcional.
Todos mentimos en alguna ocasión. En nuestra infancia y también en nuestra etapa adulta. Es lo que se denomina “mentira esporádica”.
Mentimos ocasionalmente por diversas razones, algunas podrían ser:
- Evitar un conflicto o un castigo.
- Omitir o no querer dar información personal.
- Elevada deseabilidad social o dar una imagen positiva de uno mismo.
- No herir los sentimientos de otra persona.
- No saber decir “no” o ceder a la presión de la situación.
- No preocupar a la otra persona.
- Evitar o posponer alguna tarea o actividad no apetecible.
En todas estas situaciones, la conducta de decir la verdad es considerada peligrosa, incómoda, desagradable o innecesaria. Y la mentira, simplemente, nos hace escapar de esas sensaciones de forma inmediata, no afrontando la realidad. También es útil para realzar aspectos de nosotros o nosotras, para dar una mejor imagen, destacar logros, etc. Pero insisto, es la frecuencia, la situación y las consecuencias, las que determinan el grado e importancia de la mentira.
3. Mentiroso compulsivo o patológico
Cuando la mentira se convierte en algo patológico y recurrente (“adicción” a la mentira), y causa una gran interferencia en la vida de la persona, estaríamos hablando de mitomanía, de mentira patológica o compulsiva.
Test sobre la tendencia a mentir: ¿Cuánto mientes?
Este test no es un cuestionario o test clínico de los que usamos en el Centro en consulta. Es un "recurso" que nos invita a reflexionar sobre nuestra tendencia a mentir, y evalúa en qué medida está presente en nuestro comportamiento.
Antes de empezar recuerda que, para que este test tenga alguna utilidad para ti, tendrás que responder con la mayor sinceridad.
¿Tiendes a mentir? ¿En que grado lo haces?
Vamos a comprobarlo…
Síntomas que presentan las personas con mitomanía
Podemos identificar los siguientes síntomas:
- Baja autoestima o inseguridad personal. La mentira funciona como proyector de un “yo” ideal hacia los demás, mostrando una imagen “hinchada” de lo que somos, para conseguir la aprobación de los demás. La conducta de mentir actuaría como mecanismo compensatorio de la inseguridad personal.
- La persona va teniendo cada vez menor percepción de control sobre la mentira, “no puede evitar mentir”, y se convierte en una conducta impulsiva y adictiva.
- Cuando la persona mentirosa compulsiva consigue el refuerzo positivo buscado (ej. la admiración de los demás al contar que fue el centro de atención en aquella fiesta), esto le impulsa a volver a repetir dicha conducta una y otra vez, hasta que se acaba convirtiendo en un hábito poco controlable.
- Tras la adquisición de dicho hábito, la mentirosa o mentiroso compulsivo ya no necesariamente experimenta un beneficio personal, y aún así actúa mintiendo repetidamente, ¿por qué? Por que ha creado un hábito problemático y adictivo. Se convierte en una forma de vida y una forma de relacionarse con los demás. Esto puede llevarle a situaciones muy incómodas e insostenibles: a sentir el rechazo de los demás (aislamiento social), problemas de pareja, dificultades de adaptación en el trabajo, etc.
- La persona es consciente de la mentira (no es una conducta delirante o psicótica). Como cualquier hábito adictivo, la persona es consciente de lo que está haciendo pero le cuesta controlar sus impulsos.
- El autoengaño: la persona que miente patológicamente entra en un bucle de mentiras sostenidas en el tiempo cada vez más complejo de mantener, como consecuencia del miedo a ser descubierto o descubierta. Finalmente, la línea entre la realidad y la ficción se vuelve muy fina y la persona llega a integrar esa mentira como cierta (se acostumbra a ella), así se hace más fácil seguir manteniéndola.
Tratamiento de la mitomanía
En el tratamiento de las mentirosas o los mentirosos compulsivos, va a ser clave la conciencia de problema que tenga la persona. Es decir, identificar y reconocer las mentiras y qué función están cumpliendo.
Una persona que miente de forma compulsiva también puede hacerlo en la consulta, lo que afectaría al curso y avance del proceso terapéutico. Suele ocurrir, que la persona acude a tratamiento psicológico cuando existe una elevada interferencia del problema en su vida, es decir, cuando la mentira patológica o compulsiva le ha generado –o le continúa generando– elevados niveles de angustia.
No olvidemos que la conducta de mentir es una estrategia de evitación o de escape de una realidad considerada negativa, por lo que estaríamos hablando de miedo. Miedo al rechazo, a que le vean menos válido, a la soledad…
Cuando la persona entra en un círculo de mentiras cada vez más difícil de mantener, es probable que sus niveles de angustia vayan aumentando exponencialmente, lo que le llevaría finalmente a buscar ayuda psicológica.
¿Cómo superar la tendencia a mentir compulsivamente?
Te propongo 8 estrategias para superar la mitomanía:
- Aprende a identificar y reconocer tus mentiras y la función que están cumpliendo.
- Entrena Habilidades Sociales y de Comunicación, con el objetivo de no utilizar la mentira como estrategia de relación social, entrenando otras habilidades y competencias alternativas más funcionales (comunicación asertiva, escucha activa, desarrollo de empatía, lenguaje no verbal, expresión de afecto, aceptación de críticas…)
- Exponte progresivamente a las situaciones temidas en las que tiendes a mentir. Afrontando, poco a poco, los miedos personales y eliminando las conductas de evitación y escape de la realidad.
- Cuestiona tus falsas creencias, que te llevan a mentir. Pregúntate, por ejemplo, ¿qué ocurriría si empezases a decir la verdad de manera asertiva? ¿Y si no “adornas” tus discursos y tus historias? ¿Y si te aceptaran tal y como eres? Es muy probable que esta nueva actitud, lejos de provocar rechazo, consiga mayor admiración y un vínculo más sano y auténtico en los demás.
- Aprende a controlar tus impulsos. Anota diariamente las mentiras, por qué las utilizas, con quién… Cuando leas lo que has anotado tendrás más información para reflexionar sobre tu tendencia y empezar a cambiarla.
- Mejora tu autoestima. Identifica tus fortalezas y refuerza tus logros. Acepta tus vulnerabilidades y tus errores.
- Aprende a expresar y compartir tus emociones con tu entorno más cercano. Busca apoyo y comprensión y también una perspectiva diferente sobre tu problema.
- Se eficaz en la búsqueda de soluciones. Infórmate, busca asesoramiento especializado. Las psicólogas y psicólogos tenemos la experiencia y conocemos las técnicas y los tratamientos más adecuados, que van a permitirte un proceso eficaz y sobre todo, validado científicamente, para resolver este tipo de dificultades.
Conclusiones
Mentir compulsivamente es una tendencia psicológica que puede estar muy arraigada en algunas personas –quizás en ti–, y que se relaciona con diferentes dificultades emocionales y aspectos de nuestra personalidad.
Es importante analizar e identificar la “arquitectura” de ese edificio de mentiras que hemos construido… ¿Cuales son sus cimientos, las primeras piedras que lo formaron? ¿De qué materiales está compuesto? ¿Por qué aún se sostiene? ¿Qué necesidades satisface?
Te invito a reflexionar sobre estas preguntas. Volviendo a lo que le decía el protagonista de «Big Fish» a su padre. No permitas que los demás sólo conozcan el 10% de ti, merece la pena que conozcan mucho, mucho más… descubrirán que eres una persona valiosa.
Editorial
Este artículo ha sido creado por el Equipo Editorial de Área Humana, dirigido por Julia Vidal. Todo su contenido –edición, texto e imágenes– tiene derechos de propiedad intelectual y no podrá ser reproducido sin el permiso expreso de Área Humana.
Han colaborado en el contenido:

Psicóloga Sanitaria. Especialista en intervención clínica. Experta en desórdenes emocionales.
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