(Tiempo de lectura 15 minutos) En muchas ocasiones, cuando pienso en el tema de este artículo: la solución de problemas, vienen a mi mente diversos ejemplos y modos de ilustrar estas situaciones. Sin embargo, la historia sobre el “nudo gordiano” me resulta especialmente apropiada. Esta expresión actualmente hace referencia a un problema que entraña una elevada dificultad para resolverse, un obstáculo muy difícil de salvar.
El término tiene su origen en Gordio, un labrador que llegó a ser rey de Frigia, lo que es hoy la Anatolia de Turquía. El rey Gordio, en homenaje a Zeus, ató a su templo la lanza y el yugo del carro con el que entró por primera vez en la ciudad. Y lo hizo con un nudo imposible de soltar: el nudo de Gordio, el “nudo gordiano”.
Cuando Alejandro Magno se apoderó de Frigia –y aquí llega la parte más interesante de la historia– conocedor de la leyenda popular, se enfrentó al nudo gordiano. ¿Y qué hizo? Pues se acercó al nudo, lo miró con serenidad… sacó su espada, y le asestó un tajo que cortó el nudo: ¡problema resuelto! Hoy, cuando se resuelve un problema demasiado complejo y se opta por una solución simple y eficaz, se habla de “cortar el nudo gordiano”.
Pero, ¿es adecuado dar una solución simple a un problema complejo? Esto mismo le reprocharon a Alejandro Magno, a lo que respondió: “Monta tanto, tanto monta” –frase cuyo origen atribuimos, erróneamente, a la época de los Reyes Católicos–, con lo que Alejandro Magno venía a decir: “He resuelto el problema, ¿o no?”. Hablamos de psicología y técnicas, en la resolución de problemas.