(Tiempo de lectura 12 minutos) Carl G. Jung dijo: ”Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”. ¿Por qué, a veces, nos cuesta tanto aceptar la realidad? ¿Por qué seguimos dándole vueltas a aquello que escapa a nuestro control? La aceptación, al contrario de lo que pueda pensarse, no tiene por qué representar renuncia, abandono o resignación, puede expresar fortaleza personal: la flexibilidad y capacidad de adaptarnos a una realidad que no podemos controlar a nuestro antojo.
La aceptación es una herramienta esencial para nuestro desarrollo personal. Aceptar la realidad, aquello que no podemos cambiar, no es una actitud estática, es una decisión activa. Decidimos adaptarnos a las circunstancias adversas, en vez de quejarnos o regodearnos en la frustración, el enfado o la rumiación. Adaptarnos a la realidad mejora nuestro bienestar emocional. Al aceptar la adversidad, aprendemos de ella y también de nosotros y nosotras, descubrimos nuestros recursos, los mejoramos, nos transformamos, en definitiva, nos hacemos personas más resilientes con una mayor capacidad de autorregulación emocional.