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¡No somos máquinas! Hay factores que explican la desmotivación

¡No somos máquinas! Hay factores que explican la desmotivación

(Tiempo de lectura 16 minutos)

“Pasa el tiempo y tengo la angustiosa sensación de que no hago nada, que nada me interesa y esto me preocupa mucho, ¿no estaré deprimida? ¿Por qué estoy tan desmotivada? ¿Qué me pasa?”. Estas preocupaciones me trasladaba una persona en la consulta. Y esto no es algo infrecuente, todo lo contrario. La desmotivación destaca entre los motivos para acudir a un asesoramiento psicológico. Es un frecuente activador de búsqueda de soluciones y por tanto el primer paso para iniciar un proceso de cambio: desmotivación → motivación.

En algunas ocasiones, la desmotivación es hacia algo específico y el objetivo es conseguir motivación para algo concreto como, por ejemplo, motivarse en el trabajo o en los estudios, dejar una actividad perjudicial o instaurar hábitos saludables –deporte, alimentación…–

Pero otras veces el motivo de consulta se relaciona con un estado de desmotivación más generalizado y difuso. Ya no se trata de motivarse en algo explícito, sino de afrontar un estado de apatía, falta de energía, desesperanza, desánimo o insatisfacción, que afecta a varias o a todas las esferas de nuestra vida.

Los momentos puntuales de desmotivación, desgana o apatía, no son necesariamente desadaptativos. Nos pueden servir para identificar de manera productiva algunos aspectos de nuestra vida que puedan estar necesitando atención, redefinición o cambio de dirección en los objetivos.

De esta forma, la desmotivación nos interpela y puede constituir un activador de motivación. Así, una vez clarificadas las razones subyacentes a esos estados de apatía y desmotivación, se deben poner en marcha estrategias orientadas a reducir las discrepancias entre necesidades, objetivos, deseos, expectativas iniciales y los resultados percibidos u obtenidos.

En otras ocasiones, la apatía y desmotivación, pueden ser el resultado de dificultades para afrontar situaciones y eventos vitales estresantes, o constituir parte de un proceso de adaptación, y formar parte de las manifestaciones de tristeza y frustración.

Y vuelvo a la pregunta con la que he comenzado: ¿Cuáles son las causas de la desmotivación? ¿Cómo combatir la desmotivación? Creo que conviene empezar por la pregunta más inmediata: ¿Qué es la desmotivación?

«No estoy motivado… no encuentro la tecla» ¡Ojalá fuera tan fácil! La motivación es un proceso que en gran medida depende de nosotros/as. Empieza por comprender qué es y cómo funciona Clic para tuitear

¿Qué es la desmotivación?

Qué es la desmotivación

Veamos en primer lugar qué significa motivación, para comprender la ausencia de esta: la desmotivación.

La motivación es un tema central de estudio en Psicología, ya que nos conecta directamente con aquello que impulsa nuestros actos y actividades y en definitiva la conducta humana. Es un complejo y dinámico proceso psicológico que potencia nuestra capacidad de adaptación y de desarrollo personal (Ryan y Deci, 2000).

Si bien hay muchas definiciones y ha sido estudiada desde distintos enfoques a lo largo de la historia de la Psicología (Palmero, Guerrero, Gómez, Carpi y Goyareb, 2011), todas coinciden en que la motivación es un proceso dinámico interno, que moviliza, prepara e impulsa a las personas a poner en marcha conductas dirigidas a la consecución de unas determinadas metas.

Las metas están originadas en necesidades y expectativas de la persona, que, junto con el deseo de realizarlas, contribuye a perseverar hasta obtener la recompensa positiva que es alcanzar el logro (Palmero et al., 2011).

Por tanto, seleccionar y establecer objetivos orientados hacia una meta es una parte clave en el proceso de generar motivación –selección y dirección–. Otro aspecto importante es el nivel de activación, de energía que se pone al servicio de esta meta.

Los problemas de desmotivación desde esta perspectiva pueden provenir de:

  1. Baja convicción en las metas, o en el valor que tienen para nosotros o nosotras, o bien baja confianza en poder conseguirlas. –Si alcanzar un logro no se visualiza como algo apetecible que generará una recompensa positiva ¿por qué movilizarse y realizar el esfuerzo?–
  2. Falta de objetivos y metas concretas. –O bien objetivos y metas poco realistas y muy poco definidos–.
  3. Inadecuado nivel de activación. Un excesivo nivel de activación, puede ser intenso pero breve y, por tanto, en metas a medio y largo plazo, será inadecuado y supondrá buscar modos de mantener la activación o disposición hacia la meta. Igualmente, un bajo nivel de activación resultará insuficiente para iniciar las acciones orientadas al logro de metas, es decir, corremos el riesgo de sólo fantasear con nuestros deseos, pero no pasar a la acción.

En resumen, la desmotivación puede definirse como un fenómeno, una respuesta psicológica ante las discrepancias entre las expectativas de lograr un objetivo planteado o deseado y los esfuerzos dirigidos hacia tal fin, es decir un déficit en la disposición y actitud hacia a la acción real.

«La motivación - desmotivación es un proceso psicológico en el que una parte decisiva depende de factores en los que podemos intervenir». Marta Giménez, doctora en Psicología Clic para tuitear

¿Qué consecuencias tiene la desmotivación?

Consecuencias de la desmotivación

Mantener la motivación contribuye a satisfacer nuestras necesidades y, por tanto, juega un papel fundamental en la supervivencia, la superación, el desarrollo y, en definitiva, la satisfacción y el bienestar personal.

En general, cuando estamos desmotivadas o desmotivados, nuestra disposición y actitud para realizar acciones orientadas a lograr nuestros objetivos, hace que se perciba será necesario un mayor esfuerzo y que las metas están más alejadas o son más difíciles de alcanzar.

También puede ocurrir que sintamos rechazo, pereza, en definitiva, dificultades para pasar a la acción y hacer aquellas cosas que requieren esfuerzo, concentración, atención y empecemos a dejar de movilizar nuestros recursos psicológicos y, en consecuencia, escojamos alternativas de satisfacción que no contribuyen a esos proyectos, metas, o necesidades.

La apatía, desgana e insatisfacción –asociada a esta falta de disposición hacia las tareas– pueden dar paso a una búsqueda de gratificaciones a corto plazo, más inmediatas, que a la larga no contribuyen al logro de las metas que nos hemos propuesto y nos alejan de nuestros objetivos.

Es importante tener en cuenta que la desmotivación es un proceso que se retroalimenta, es decir, de igual modo que alcanzar objetivos y metas genera una recompensa emocional dotándonos de una energía –psicoemocional y física– que alimenta la motivación; la desmotivación funciona en un sentido opuesto: alimenta nuestros miedos, nuestras expectativa catastrofistas o nuestros pensamientos rumiativos sobre los peligros que nos acechan. Consumimos energía en estos procesos en vez de utilizarla para avanzar hacia nuestras metas, y por tanto vamos cada vez mas desmotivándonos.

La desmotivación tendrá consecuencias a corto, medio y largo plazo, dependiendo de nuestro estilo de afrontamiento ante las dificultades que encontremos en el camino.

En ese proceso serán determinantes:

  • Nuestras estrategias de regulación emocional.
  • Cómo atribuimos las causas de esas dificultades –son siempre culpa nuestra, o son siempre culpa de los demás–.
  • El grado de autoeficacia percibida en el manejo de obstáculos.
  • La capacidad para generar emociones que incrementen nuestra adaptación a la situación y nos permitan aportar soluciones.

Una actitud resiliente –que va a contrarrestar los aspectos que estén mermando la motivación– sería una visión positiva de los problemas, que nos permita implicarnos proactivamente en la solución de los obstáculos o en la necesidad de realizar cambios.

Algunos de los factores psicológicos en la desmotivación

En este proceso de tensión entre: motivación ↔ desmotivación actúan distintos factores psicológicos:

Procesos implicados en la motivación ↔ desmotivación

Procesos en la motivación - desmotivación

Analicemos cómo y por qué está presente la motivación, para entender cómo funciona la ausencia o pérdida de ella, es decir la desmotivación.

En la conducta motivada participan factores biológicos, psicológicos, cognitivos, ambientales y culturales. Todos ellos –o algunos de ellos–, propician sentir deseos y necesidades y también el impulso necesario, el nivel de activación y la adecuada actitud para alcanzarlos.

Por ejemplo, las necesidades de tipo fisiológico motivan una serie de procesos psicofisiológicos y conductas que buscan restablecer equilibrios metabólicos y reducir tensión corporal – como por ejemplo el sueño, hambre, frío o sed–.

Por ejemplo, comer cuando se tiene hambre, es la conducta que permite satisfacer la sensación y necesidad fisiológica de hambre y cuyo resultado satisfactorio se traduce en la restauración del equilibrio energético y metabólico, mediado por sensación de saciedad y por tanto de recuperación de bienestar.

Sin embargo, algunas necesidades son más complejas en cuanto al esfuerzo necesario para acercarnos al objetivo. Implica tiempo, diversas y sucesivas tomas de decisiones y requieren cierto grado de tolerancia a la frustración.

Por ejemplo, escoger la opción de quedarse estudiando para un examen un sábado por la tarde, a pesar de las atractivas propuestas de ocio de nuestras amistades. Para que no decaiga la motivación y nos dejemos llevar por la gratificación más inmediata, tenemos que activar otra serie de procesos a nivel cognitivo y conductual, que hagan que prioricemos y escojamos una conducta aparentemente menos atractiva.

Aquí vemos que se combinan distintos procesos psicológicos y emocionales importantes en el esquema motivación ↔ desmotivación: seleccionar, escoger, decidir, anticipar, tolerar, reevaluar, enfocarse en lo positivo…

Elegir entre un beneficio futuro o una recompensa inmediata, o expresado de otro modo, renunciar a un placer inmediato –y tal vez efímero– en pos de un beneficio futuro más importante y decisivo para nuestra vida.

La motivación o su ausencia, la desmotivación, son procesos complejos y dinámicos. La fluctuación por tanto es parte de este equilibrio en el progreso de metas y como tal puede tener diferentes fuentes, originarse y verse influidas a lo largo de las variaciones internas o externas:

  • La motivación puede ser el resultado de nuestras convicciones sobre los objetivos o metas, deseos y necesidades que se anticipan beneficiosas y generadoras de bienestar. En estos casos la motivación se nutre de tener muy presentes las ventajas, recompensas y emociones agradables que obtendremos al alcanzar esos objetivos y se priorizan frente a otras cuestiones.
  • La motivación ante las posibles consecuencias perjudiciales o malestar que se anticipa por no alcanzar los objetivos o metas.

Volviendo al ejemplo anterior: sobre la elección de quedarse estudiando un sábado por la noche en vez de salir a divertirse, podemos suponer que una posible fuente de motivación puede provenir de la intención de evitar las consecuencias negativas que conlleva la posibilidad de suspender: repetir curso, las reacciones de los padres, el malestar emocional por el suspenso, etc. Asimismo, podría ser igualmente, el propio deseo y relevancia personal de conseguir buenos resultados académicos, teniendo presente que es un fin de semana y no todos, y que las amistades y el ocio estarán allí esperándonos en próximas ocasiones.

No obstante, en la mayoría de las ocasiones, la motivación es una suma de factores que combinan ambas opciones.

Como puede desprenderse de lo anterior, la motivación puede ser intrínseca. Es decir, motivadas por necesidades psicológicas, internas de la persona, y se realizan por el mero placer o convicción personal de hacerlas.

En cuanto a las fuentes internas de motivación, debemos considerar las experiencias personales a lo largo de la vida, que van configurando qué tipo de acontecimientos son motivadores, qué incentivos nos resultan más atractivos y el modo y conductas que consideramos válidos para alcanzarlos

Y a la vez, tener componentes de motivación extrínseca. Es decir, cuando la conducta se pone en marcha para conseguir algo que está fuera de la persona, en el ambiente, tales como el reconocimiento social, elogios, buenas calificaciones.

Es muy importante tener en cuenta estas diferencias, pues no todas las personas funcionamos bajo los mismos activadores motivacionales. Conocer cuáles son los motivos que nos activan ante determinadas situaciones puede serte de gran utilidad para reconocer cómo animarnos y reforzarnos para persistir en un objetivo.

Así, por ejemplo, hay personas a las que no les importa tanto lo externo –el qué dirán, por ejemplo–, sus motivaciones son intrínsecas, en cuyo caso será importante elegir las metas y objetivos que más conectan con sus necesidades personales.

Otras, en cambio, responden muy bien ante incentivos externos, le dan mayor valor al reconocimiento o aceptación social, por ejemplo.

Una vez más, la variabilidad y las diferencias individuales, son una constante en los modos de ser y estar de cada individuo. Así pues, con mucha frecuencia el éxito que obtengamos para la motivación requerirá de una adecuada combinación de motivaciones intrínsecas y extrínsecas, estrategias de afrontamiento y regulación emocional, ante los cambios psicoemocionales y conductuales en tus procesos y proyectos que requieren persistencia en las acciones y mantener la motivación.

¿Hay una tecla para motivarnos? ¡No somos máquinas! Comprender los factores que explican la desmotivación es la primera acción para motivarnos y lograr nuestras metas Clic para tuitear

¿Por qué nos desmotivamos?

¿Por qué nos desmotivamos? ¿Cómo motivarnos?

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Dificultades en alguna de las fases de la gestión emocional para mantener la motivación

El ciclo motivacional (motivación ↔ desmotivación) está muy determinado por nuestro manejo de las emociones, nuestra capacidad de regular las respuestas emocionales a lo largo del camino que hacemos hacia una meta.

La gestión y regulación emocional está presente en todas las fases: cómo elegimos y definimos nuestros objetivos y metas, cómo avanzamos hacia ellos, cómo afrontamos las dificultades que van a surgir, cómo cambiamos nuestras expectativas, cómo modificamos los objetivos, etc.

Sin embargo, con mucha frecuencia, la desmotivación se relaciona con:

  1. Objetivos
    • Falta de claridad sobre la necesidad que los motiva. ¿Qué es lo que quieres conseguir, resolver, lograr, evitar?
    • Objetivos imprecisos, difusos, muy generales, irrealistas, que dificultan su concreción en pasos intermedios. ¿Cómo voy a notar, saber que estoy avanzando, acortando la distancia entre lo deseado, entre lo ideal y lo real? ¿Es alcanzable?
    • Inadecuada planificación, no tener en cuenta submetas. ¿Qué tareas, metas más pequeñas debo tener en cuenta? ¿cuánto tiempo, recursos requiere?
    • Expectativas desajustadas.
    • Falta de estrategias para reevaluar los logros parciales.
    • Dificultades para postergar gratificaciones inmediatas.
    • Pérdida del sentido de los objetivos.
    • Cambios constantes en los objetivos planteados sustituyéndolos por nuevos proyectos o necesidades –no acabando o alcanzando ninguno de ellos–.
  2. Confundir el estado de motivación con un estado de bienestar sostenido y hasta euforizante –este es uno de los errores más frecuentes–. Esto lleva a tener expectativas erróneas sobre la motivación como sinónimo de emociones exclusivamente agradables.
  3. Intolerancia a las emociones desagradables. Es decir, interpretar erróneamente que sentir emociones incómodas o desagradables, como la inseguridad, temor, impaciencia, frustración o ansiedad, es indicador de desmotivación y que para mantener la motivación debería sólo sentir emociones placenteras. Esto no es siempre así, aunque las emociones placenteras pueden contribuir a mantener la motivación, en ocasiones, puede coexistir simultáneamente un estado de alta motivación y experimentar cansancio, agotamiento y emociones displacenteras.

Muchas veces se tiene la idea de que la motivación por sí misma sustituye al conjunto de procesos que se han poner en marcha, y el hecho de tener que hacer un esfuerzo consciente para ponernos en marcha o continuar con la tarea, se considera –erróneamente– como un indicador de desmotivación.

No ajustar expectativas contribuye a desmotivarnos

Perder de vista que la motivación es un proceso dinámico, por tanto fluctúa, cambia. No tener tolerancia a estos “altibajos” puede ser, también, una fuente de desmotivación.

En este proceso emocional es muy importante, activar las expectativas positivas y anticipar las futuras emociones placenteras: –Bueno, está siendo difícil, pero pasada esta fase me sentiré muy satisfecha. –Sólo tengo que superar este momento de bajón, seguro que me sentiré mejor en breve. Esto nos ayudará a sobreponernos y activar nuestros recursos para continuar y no desmotivarnos.

Perder la identificación con nuestras metas y perder el sentido de las acciones

La motivación es a la vez objetivo y acción. Sentirse motivado o motivada implica mantener la identificación con el fin perseguido. Si perdemos el interés o dejamos de comprender el sentido de una meta, con toda probabilidad nos desmotivaremos. Por tanto, es importante visualizar, sobre todo en los momentos más adversos, nuestra meta y el sentido que tiene para nosotros o nosotras, lograr nuestros objetivos.

No recompensar y reconocer los progresos

La capacidad para automotivarnos es reconocer los avances y los éxitos parciales.

Una clave en la motivación: Reconóce tus logros, felicitate, recompénsate.

Identificar las emociones en la desmotivación

Realizar una buena identificación, un buen etiquetaje de este sentimiento de desmotivación puede ser una clave para reorganizar y reconducir el proceso. ¿Cuál es la base de mi desmotivación? ¿La pérdida de confianza en conseguir el resultado? ¿La aparición de otras prioridades? ¿Ha dejado de ser atractiva la meta en sí?

¿Por qué se produce la desmotivación? ¿Qué pasos tendría que dar para sentir de nuevo motivación? Respondemos a estas y otras cuestiones sobre el proceso desmotivación-motivación Clic para tuitear

Pasos a dar en el proceso de motivación

Cómo motivarse

Te sugiero que te respondas a las preguntas con las que he terminado el anterior epígrafe y que en función de lo que respondas repases las siguientes fases del proceso de motivación:

  1. Detección de una necesidad insatisfecha y elección de objetivos: esta fase inicia el proceso de motivación, ya que permite contactar e identificar qué es lo que se desea conseguir o alcanzar, moviliza expectativas positivas sobre su consecución.
  2. Activación. Que conlleva una serie de conductas y actividades para intentar conseguir la meta elegida. Es decir, búsqueda activa de información, balance, toma de decisiones y planificación.
  3. Ilusión. Este sentimiento es muy importante en la fase inicial. Es un potente activador de motivación y predispone a la acción ya que genera, normalmente, anticipación de satisfacción. Pero no necesariamente estará presente a lo largo de todo el proceso.
  4. Puesta en marcha. Inicio del camino hacia la meta. Aquí será muy importante establecer submetas e indicadores de avances, para poder rectificar en caso de no estar obteniendo los resultados en la dirección esperada. En este proceso es crucial saber felicitarnos y reforzarnos por los pasos dados, por los avances y los pequeños o grandes logros intermedios, sobre todo en los procesos largos.
  5. Resultado. Finalización o control de la acción realizada, valoración, balance, satisfacción o insatisfacción. Este proceso va a permitirnos aprender y alcanzar un mejor desarrollo para afrontar nuevas metas y proyectos.
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Conclusiones

La motivación, las metas, los objetivos, al igual que los valores, orientan nuestra conducta, nos guían, nos inspiran… pero no son hallazgos repentinos, encuentros casuales, son construcciones, los fabricamos nosotras y nosotros mismos.

Podemos convertir nuestras metas en exigencias absolutistas, que nos impidan disfrutar del camino y de los procesos, o también podemos construir la motivación mediante objetivos atractivos, expectativas amables, buena actitud ante las dificultades, adaptabilidad, tolerancia a los errores… En definitiva, podemos participar activamente en el proceso y hacerlo agradable.

En ocasiones aspectos de nuestra forma de manejar nuestras emociones dificultan esta tarea, cuando nos domina la apatía y la desmotivación, cuando no disponemos o no hemos aprendido habilidades para mantener una adecuada motivación, tal vez sea un buen momento para acudir al asesoramiento de un profesional o una profesional de la Psicología.

Conocemos las técnicas, las estrategias y los entrenamientos que van a permitirte adquirir recursos para identificar tus deseos, definir tus metas y proyectos y mantener la motivación para alcanzarlos. Cuenta con nosotras y nosotros, estaremos encantados y encantadas de acompañarte en ese camino de progreso personal.

Editorial

Este artículo ha sido creado por el Equipo Editorial de Área Humana, dirigido por Julia Vidal. Todo su contenido –edición, texto e imágenes– tiene derechos de propiedad intelectual y no podrá ser reproducido sin el permiso expreso de Área Humana.
Han colaborado en el contenido:
Psicóloga Madrid. Marta GiménezMarta Giménez

Doctora en Psicología. Psicóloga Sanitaria. Especialista en Perspectiva de Género y Salud Emocional. Directora del Área de Investigación e Innovación de Área Humana.

Ponte en contacto con nosotrosEstamos a tu disposición para cualquier duda o consulta que desees hacernos | Psicólogos Madrid Centro de Psicología Área Humana

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